La caracterización métrica de materiales de construcción, estructuras y edificios asociada a los distintos sistemas de pesas y medidas históricos es una potente herramienta para la adscripción cultural y cronológica, como muestra su aplicación práctica en el Real Alcázar de Sevilla. El análisis dimensional de diversos ejemplos de arquitectura islámica nos muestra la difusión del sistema de medidas islámico en todos los territorios bajo su dominio.
The metric characterization of building materials, structures and buildings associated with various historical systems of measurement is a powerful tool for cultural and chronological affiliation, as shown by its practical application in the Royal Alcazar of Seville. The metrological analysis of various examples of Islamic architecture shows the universality of Islamic system of measurement in all the territories under its control.
Este artículo pretende profundizar en el análisis de la forma y las dimensiones de materiales de construcción, estructuras y edificios, asociados a los diferentes sistemas de medidas empleados a lo largo del tiempo desde un punto de vista cronológico y tipológico. No es en absoluto algo nuevo. Es larga la trayectoria de los estudios relacionados de un lado con la metrología
El discurso que vamos a desarrollar se basa en este principio básico: todo poder político va a usar un sistema de pesas y medidas común a todo el territorio bajo su tutela y diferente al de sus vecinos y rivales, lo que tiene un enorme potencial para poder diferenciar cultural y cronológicamente las construcciones históricas a partir del análisis de sus dimensiones.
Es un hecho asumido que los romanos utilizaban el mismo sistema de medidas para todo el imperio, con leves diferencias achacables más a las características físicas del soporte de la regla y a la aplicación sobre el terreno del diseño proyectado que a una variabilidad del patrón de medida. La medida estándar es válida para todo el territorio con un mínimo porcentaje de incertidumbre que por lo general no sobrepasa el 1%. Sin embargo, no ocurre lo mismo con los sistemas de medidas en los territorios islámicos, en los que se considera una cierta variabilidad. Félix Hernández en Córdoba (
Este principio nos ofrece la oportunidad de establecer una adscripción cultural, y por tanto, en gran medida cronológica de cualquier construcción, estructura e incluso artefacto, atendiendo al sistema de medidas bajo el cual fue creado. Sin embargo, creo que es necesario reflexionar sobre el papel de los sistemas de medidas lineales en una sociedad y más concretamente, en el diseño y construcción de edificios. Una tendencia generalizada en los estudios sobre las dimensiones de los edificios históricos es considerar el sistema de medida como variable, de tal manera que parece una potestad del arquitecto o incluso del propio gobernante el cambiar el patrón de referencia a voluntad, quizás sin entrar a considerar las implicaciones que para la economía de un estado pudiera tener este hecho
Metodológicamente no siempre es fácil deducir el sistema de medida empleado; no basta sólo con dividir una medida lineal entre el valor estimado del pie. Para el análisis dimensional de edificios es necesario conocer primero la forma geométrica que sirve de base al proyecto y después aplicar la conversión al sistema de unidades de referencia, sólo en ese momento todo cobra sentido. Con respecto a los materiales de construcción, la variabilidad de sus medidas obliga a un análisis estadístico para su caracterización métrica. Un problema de no fácil solución es la falta del rigor necesario en la planimetría para poder sacar conclusiones del análisis de sus dimensiones, encontrando diferentes planos de un mismo edificio con variaciones sustanciales
El Alcázar de Sevilla es uno de los conjuntos arquitectónicos más relevantes de la arquitectura medieval española, que hace que su conocimiento se convierta en paradigma. A este fin, desde hace ya mucho tiempo, se han dedicado multitud de investigadores desde ópticas y disciplinas distintas, con estrategias metodológicas diferentes y llegando a conclusiones, muchas veces, divergentes. En 1997
Siguiendo la idea básica que aquí defendemos, la modulación, las formas y formatos se crearon según un determinado sistema de medida y su definición nos proporciona una importante herramienta para deducir el diseño original. Vamos a sintetizar en las siguientes líneas los principales sistemas de medidas que nos afectan en nuestro ámbito de estudio, sus dimensiones y relaciones entre ellos.
Los sistemas de medidas lineales anteriores a la instauración del sistema métrico decimal constan, de manera general, de una serie de unidades antropométricas, que permiten su utilización a diferentes escalas con base duodecimal, hexadecimal o vigesimal. La unidad base es el pie a partir de la cual se establecen otras con una relación equivalente entre los distintos sistemas de medidas que vamos a tratar aquí. Como podemos observar en la
El sistema de medida romano (
Acerca del sistema de medida islámico parece existir una cierta confusión entre las diferentes unidades de medidas. En Al Andalus están documentados dos tipos de codos que en realidad no son sistemas de medida distintos sino diferentes unidades del mismo sistema, el codo común o
Para la mezquita de Tudela, sin embargo, se ha propuesto un codo de entre 52 cm y 54 cm (
Por tanto, las medidas otorgadas por Félix Hernández parecen representar un único sistema de medida válido, con leves variaciones, para todo el territorio andalusí y como sostenemos en este trabajo, común o generalizado para todos los territorios islámicos.
Estos sistemas convivieron durante gran parte de estos dos milenios y llegaron a establecer entre sí unas equivalencias que mostramos en la
Siguiendo con equivalencias geométricas, el codo castellano equivale a la diagonal de un cuadrado de un pie romano de lado; el codo romano es la diagonal de un cuadrado de un pie islámico de lado y lo mismo ocurre con el codo normal islámico respecto al pie drusiano, con una precisión de un decimal. Estas relaciones lineales permitieron durante la convivencia de estos sistemas una rápida conversión de unidades de un sistema al otro facilitando las transacciones.
La mensiocronología (
Aunque en origen la finalidad principal de su empleo fue la de datar los edificios con un procedimiento fácil de ejecutar, las implicaciones del método obligan a ampliar los objetivos y niveles de análisis de las dimensiones del material de construcción. Así, éste va a estar directamente relacionado con la tradición cultural del lugar de fabricación, con las técnicas de construcción, con el tipo de obra, con el promotor de las mismas, con las materias primas disponibles en el entorno de la ciudad; tendrá implicaciones sociales, económicas y, por supuesto, estará directamente relacionado con el sistema de medida empleado por la comunidad que los fabrica. Por tanto, la mensiocronología trasciende a la datación como objetivo único.
Si hay algo común a todas las construcciones humanas eso son las matemáticas. Todo en cualquier tiempo y lugar está sujeto a patrones, a estrictas reglas que garantizan la eficiencia de las estructuras y que permiten controlar los costos de las mismas. De este modo, podemos considerar un muro como una fórmula en la que sus componentes son factores interrelacionados, el grosor del muro, el tamaño de los sillares, de los ladrillos, de las vigas, de los cajones de encofrar, la forma de aparejar, hasta el diseño de los edificios de los que forman parte.
Con estos antecedentes, el diseño del método debe buscar una caracterización precisa y objetiva de las dimensiones del objeto así como de su utilización o puesta en obra. Además, debe poder aplicarse a cualquier material o parte estructural modular.
La estadística descriptiva es la única forma de caracterizar métricamente unos materiales de construcción, especialmente irregulares como el ladrillo, de tal forma que puedan compartirse los valores obtenidos por los distintos investigadores. Aunque el método puede y debe emplearse para todos los elementos constructivos modulados es particularmente necesario en el caso de una pieza como el ladrillo. No es nuevo que el tamaño del ladrillo es importante a la hora de datar construcciones; su referencia ha estado presente en las publicaciones de las excavaciones urbanas y todos los investigadores conocemos, de una manera general, los módulos de ladrillos de los distintos períodos históricos. Sin embargo, esos valores no permiten una precisión cronológica suficientemente válida como para competir con los sistemas tradicionales de datación, cuya causa puede buscarse en que existen algunos elementos que dificultan y distorsionan nuestra capacidad para caracterizar métricamente las piezas:
• En primer lugar, los ladrillos tras moldearse son sometidos al fuego que provoca su contracción y da lugar a una variabilidad en sus dimensiones.
• Es común que aparezcan en una estructura piezas fragmentadas.
• El ladrillo es un material duradero y caro por lo que su reutilización en obras muy posteriores a la fecha de su fabricación es una práctica habitual.
• Aunque el formato está regulado oficialmente
• En último lugar, los arqueólogos usamos nuestro sistema métrico decimal, redondeando los valores a éste, de tal forma que obtenemos ladrillos de 28 cm x14 cm, 30 cm x 15 cm que como veremos no son medidas muy ajustadas.
El objetivo principal es la elaboración de una tabla de referencia donde se muestren los distintos formatos de ladrillos a lo largo del tiempo. Generalmente, se ha tendido a representar los valores mensiocronológicos en una curva, lo que induce a pensar en un proceso evolutivo continuo que si bien puede ser válido para un lapso temporal concreto, no creemos que refleje correctamente la complejidad de los formatos a lo largo de los distintos períodos históricos. En primer lugar, la competencia municipal en la regulación de los sistemas de pesas y medidas hace que la escala de referencia sea local y difícilmente puede ser válida para otros lugares; en segundo lugar, no ha existido siempre un único formato de manera que como ocurre en época islámica, conviven una serie amplia de tipos fabricados para una función específica.
Para la elaboración de la tabla es necesario establecer una base obtenida sobre edificios que estén bien datados y que abarquen todo el rango cronológico. Posteriormente, se toman los datos, como a continuación detallaremos, teniendo presente que las estructuras analizadas deben haber sido objeto de un análisis arqueológico de los paramentos que certifique la cronología propuesta. Finalmente, es conveniente contrastar los datos obtenidos con otros edificios de la misma datación.
Consideramos necesario que la tabla abarque distintos períodos históricos, para poder establecer mejor el contraste entre distintas etapas culturales y mostrar las inercias o herencias de los modelos precedentes, incluyendo la época Romana, la Tardoantigüedad, Edad Media, Moderna y Contemporánea.
La tabla es un proceso retroalimentado, es necesaria para datar nuevas muestras que, a su vez, se incorporarán a la tabla para contrastarla, modificarla o complementarla. Una vez establecida, con la identificación de los distintos formatos, hay que analizar qué variables son más sensibles a la evolución cronológica, que, por supuesto, no serán generales para todos los periodos.
Por último, consideramos necesario vincular las medidas del formato de la pieza con su puesta en obra de forma que lo podamos relacionar con el aparejo y con el sistema de medidas bajo el que se creó.
El procedimiento ideal para la toma de datos es registrar todas las dimensiones de cada una de las piezas. Sin embargo, esto obligaría a desmontar las estructuras para medir sus componentes, hecho que generalmente no es posible y casi nunca deseable. Esta obviedad sirve para justificar el procedimiento que proponemos basado en la medición de las piezas a partir de los paramentos.
El primer paso para una correcta toma de datos es elegir un paramento realizado con fábrica regular, con piezas igualmente regulares y cuya interpretación estratigráfica avale que se ha realizado en un único momento. Con este presupuesto, tomaremos un mínimo de 30 mediciones, aunque cuanto mayor sea la muestra mayor será la precisión de los siguientes valores:
• Soga = l
• Tizón = a
• Grosor = h
• Soga más la junta o llaga = l+ll
• Tizón más la junta = a +ll
• Hilada (grosor más el tendel) = hil
Las mediciones deben tener precisión al milímetro y estar tomadas con instrumentos que minimicen el factor humano. Para ello el calibrador, pie de rey o forcípula son sin duda los mejores instrumentos para la medición. Las cintas métricas o flexómetros permiten precisiones ajustadas pero, como hemos podido comprobar, el registro de la información va a depender mucho de la persona que ejecuta el trabajo.
Analizamos en primer lugar la muestra obtenida para conocer la tendencia central y la dispersión de los datos. Los principales valores que debemos considerar son el promedio, la mediana, la moda, la curtosis, el coeficiente de asimetría y el intervalo de confianza. En una distribución normal, las medidas de tendencia central (media, mediana y moda) serán coincidentes o tendrán valores muy próximos. La curtosis nos indicará el grado de dispersión de la muestra centrado en cero, de tal forma que un valor próximo a cero indicará una curva mesocúrtica; un número positivo mostrará una curva más concentrada o leptocúrtica; un valor negativo reflejará una muestra más dispersa o platicúrtica. El coeficiente de asimetría reflejará la distribución de la muestra, de tal forma que un valor próximo a cero indicará una curva simétrica, números negativos una curva con más valores a la izquierda y positivos con más ítems a la derecha. El intervalo de confianza, que generalmente establecemos en el 95%, indica un valor que sumado y restado a la media englobaría al 95% de los valores esperados.
Una vez depurados los datos, estos se expondrán textualmente indicando la media y el intervalo de confianza al 95%, de l, a, h, hil, l+ll y a+ll.
De los datos estadísticos primarios podremos obtener los siguientes valores derivados, que serán de gran utilidad para comparar los distintos formatos de ladrillo y su puesta en obra:
• Volumen = l*a*h
• Tendel= Hil – h
• Junta prevista= l – 2*a
• Junta ejecutada en soga = lll – l
• Junta ejecutada en tizón = all – a
• Proporción entre soga y tizón = l/a
El volumen nos ofrece una síntesis de los tres valores principales para el ladrillo y suele ser muy sensible en los casos analizados a la variación diacrónica, ya que refleja las oscilaciones en cualquiera de sus variantes aun manteniéndose constante las otras dos. El tamaño del tendel ilustra sobre el aparejo constructivo y se vincula a la composición del mortero. Las juntas previstas y ejecutadas nos permiten relacionar si el formato del ladrillo se ajusta al aparejo ejecutado, en ese caso, estos valores debían ser coincidentes. La proporción entre la soga y el tizón es también significativa y complementaria de la información anterior, así por ejemplo, para los aparejos habituales en ladrillo en época medieval y moderna, la soga debe ser dos veces el tizón más el ancho de la llaga, es decir una proporción mayor a dos. En el caso de algunos ladrillos almohades analizados la proporción uno a dos, conlleva una evidente irregularidad en el aparejo.
Para la expresión gráfica se emplearán los histogramas para representar los cuatro valores principales de cada muestra, L (longitud o soga), A (ancho o tizón), H (grosor) y Hil (hilada).
Aportamos unas series representativas que abarcan un amplio marco cronológico entre los siglos XI-XII y XIX, principalmente obtenidas en Los Reales Alcázares de Sevilla, en el Patio de San Laureano y la Hacienda Miraflores de Sevilla, ordenadas cronológicamente.
L= 28,78 +/- 0,25; A= 14,41 +/- 0,19; H= 5 +/- 0,16; Hil = 8,04 +/- 0,23
La muestra se realizó sobre 40 ítems de un paramento que estratigráficamente era monofásico y no mostraba indicios de restauración por lo que quedaba garantizado que las muestras correspondían a piezas uniformes y pertenecientes al momento de construcción del antemuro de la muralla.
Los resultados estadísticos reflejan esta apreciación indicando una coincidencia casi exacta entre los valores de tendencia central. Las curvas obtenidas son leptocúrticas, mostrando una significativa agrupación de los valores en torno al valor central y con una asimetría irrelevante.
De los valores obtenidos podemos concluir que el formato de la pieza es rectangular de tal forma que la anchura es exactamente la mitad de la longitud. Metrológicamente la longitud es equivalente a 11 pulgadas (28,8 cm) del sistema de medida islámico (pie de 31,43 cm); la anchura es justo la mitad de la longitud; el grosor es equivalente a 2,5 dedos (4,9 cm) y la hilada corresponde a un palmo islámico (7,86 cm).
L= 28,78 +/- 0,12; A= 14,4 +/- 0,09; H= 4,9 +/- 0,04; Hil= 7,8 +/- 0,08
La muestra se obtuvo entre unos 90 y 252 ítems, variación que se explica por la dificultad de detectar sogas completas en el aparejo de ladrillo de los machones de la muralla. Por ese motivo se tomaron más referencias sobre grosor e hilada que sobre sogas o tizones.
La muralla presentaba múltiples rehechos producto de distintas intervenciones de reparación del paramento y, aunque las medidas fueron tomadas tras un estricto análisis estratigráfico que permitió seleccionar las unidades estratigráficas correspondientes al momento de construcción de la muralla, es posible que en la muestra se incluyeran ejemplares no pertenecientes a la misma. Además, el lienzo está construido principalmente con tapial, reservándose el ladrillo para elementos muy puntuales como machones de refuerzo o la torre adosada a la muralla, elementos que no suelen tener mucha extensión por lo que es frecuente que se utilicen piezas fragmentadas.
A pesar de lo indicado los resultados validan los de la muestra 1. Los valores de tendencia central son prácticamente idénticos y sólo se diferencia en que la muestra 2 es algo más leptocúrtica y una asimetría negativa algo mayor.
Patio de Banderas Casa 7-8, obtenida en el muro de separación de la alcoba oeste y la sala principal durante la reciente intervención arqueológica (Tabales y Vargas 2014).
L= 27,01 +/- 0,25; A=13,22 +/-0,44; H= 2,74 +/-0,21; Hil=5,78 +/-0,27
El espacio muestreado era demasiado pequeño como para obtener un número suficiente de piezas para realizar todas las mediciones. Aunque el número de datos tomados no llega al que consideramos necesario, hecho que se refleja en las cifras del intervalo de confianza, es representativa de un formato pequeño que encontramos igualmente en el Palacio de la Casa de la Contratación, en la nave norte y en las casas documentadas en el patio de banderas, fechadas en el siglo XI, y demolidas para la construcción del primer recinto del Alcázar (
La muestra se obtuvo en el sótano del Palacio Gótico de Alfonso X.
L= 28,17 +/- 0,28; A= 13,79 +/- 0,28; H= 4,51 +/- 0,16; Hil= 7,72 +/- 0,21
Los valores fueron tomados en el sótano del Palacio Gótico. Los paramentos aparecen libres de revestimiento pero en la mayor parte de su superficie las llagas están rejuntadas y se aprecian restauraciones parciales.
Aunque las condiciones no fueron las idóneas la toma de muestras se realizó tras un análisis estratigráfico preliminar desechándose las zonas conflictivas.
En general, las curvas adquieren una presencia normal, mesocúrtica y una leve asimetría positiva. Los valores centrales tienen valores muy próximos si no idénticos.
La muestra indica un cambio en el formato con respecto a las dos primeras muestras almohades. En primer lugar, la longitud es 2,04 veces la anchura, es decir, dos anchos más la llaga, formato que permite un mejor aparejo de las piezas. En cuanto a la metrología, la anchura es medio pie castellano (13,93 cm), la longitud equivale a un pie más una llaga; el grosor de la pieza es 2,5 dedos castellanos (4,55 cm) y la hilada una undécima parte de la vara castellana (7,59 cm).
Palacio de Don Fadrique, Convento de Santa Clara de Sevilla.
L= 28,27+/- 0,11; A= 13,77 +/- 0,07; H= 4,98 +/- 0,07; Hil= 7,62 +/- 0,24
Los valores fueron tomados en el palacio de Don Fadrique, actual Convento de Santa Clara de Sevilla construido poco después de la conquista de Sevilla (
Los paramentos estaban picados en el momento de la toma de datos sin que existiera ningún obstáculo para la correcta toma de datos que, por premura de tiempo, quedó circunscrita a los valores principales.
En general, las curvas adquieren una presencia normal, mesocúrtica y simétrica. Los valores centrales tienen valores muy próximos.
La muestra ratifica el cambio en el formato con respecto a las muestras almohades, siendo coincidentes con las obtenidas en el Palacio Gótico. Sólo el grosor del ladrillo presenta un valor medio superior cercano a 0,5 cm que, no obstante, no afecta al grosor de la hilada que se mantiene en los mismos términos. La anchura es medio pie castellano (13,93 cm), la longitud equivale a un pie más una llaga; el grosor de la pieza es próximo a los 3 dedos castellanos (5,22 cm) y la hilada una undécima parte de la vara castellana (7,59 cm).
Puerta entre el patio del León y patio de la Montería.
L= 29,14 +/- 0,21; A= 14,28 +/- 0,19; H= 5,30 +/- 0,17; Hil= 8,07 +/- 0,26
Los datos obtenidos de la puerta entre los patios del León y de la Montería muestran una curva normal prácticamente mesocúrtica y simétrica. Los valores de tendencia central son muy próximos salvo en la longitud con una discrepancia entre la moda (28,5) y la media (29,13) y la mediana (29,05) y algo menos en la anchura, grosor e hilada. Estas diferencias pueden ser debidas a que las piezas pudieron adaptarse a los machones de las puertas (con piezas recortadas) o a la inserción de piezas reutilizadas.
De todas formas, asistimos a un cambio de formato con un aumento significativo del tamaño de las piezas. La proporción entre longitud y anchura es de 2,04 lo que indica que ésta es dos anchos más una llaga, valor idéntico al de la muestra del Palacio Gótico.
Metrológicamente la longitud y anchura son mayores al pie castellano sin que podamos establecer una correlación clara entre sus medidas y los valores originales. El grosor de las piezas aumenta hasta acercarse a los 3 dedos y la hilada se aproxima a la décima parte de la vara castellana (8,4).
Sala del Billar y Sala de Fumar en la planta alta del palacio del Rey Don Pedro, en los paramentos del Salón de Embajadores.
L= 29,2 +/- 0,11; A=14,61 +/- 0,07; H=5,09 +/- 0,06; Hil=8,47 +/- 0,13
Esta muestra, obtenida de los paramentos que conforman la
Capilla Jesús (1506)
L= 29,57 +/- 0,20; A=14,35 +/- 0,13; H=4,86 +/- 0,09; Hil=7,45 +/- 0,30
Esta muestra se realizó sobre los paramentos exteriores de la Capilla de Jesús en la Puerta de Jerez de Sevilla, muy próxima al Alcázar, aprovechando una renovación de su enlucido.
Los valores centrales son prácticamente coincidentes y muy parecidos a los obtenidos en el Alcázar pertenecientes a las obras de Pedro I, lo que muestra una continuidad del nuevo formato aunque con algunas variaciones.
La longitud es de 29,57 cm, un pie romano exacto y su anchura es de 14,35 cm de forma que la relación l/a es de 2,06. El grosor del ladrillo es algo inferior, cercano a las 2 pulgadas castellanas, y la hilada es de 7,45, equivalente a 1/11 de la vara castellana.
Hacienda de Miraflores
Muestra obtenida en el Señorío (ca. 1500).
L= 29,83 +/- 0,10; A=14,43 +/- 0,14; H=4,41 +/- 0,09; Hil=8,24 +/- 0,20
La muestra tiene una tendencia normal y no evidencia desviaciones significativas de los valores centrales. Sigue el curso de las muestras anteriores, desde Pedro I, con una longitud algo mayor cercana a los 30 cm y un grosor ligeramente inferior, aún así, la hilada llega a los 8,24 cm valor muy próximo a la décima parte de la vara castellana, otorgando un mayor protagonismo al tendel en el aparejo.
Torre molino (XVI-XVII)
El molino de aceite de la Hacienda de Miraflores se construyó en un momento incierto entre los siglos XVI y XVII con posterioridad a la erección del señorío de la misma.
L= 29,33 +/- 0,13; A=14,01 +/- 0,12; H=4,78 +/- 0,10; Hil=8,42 +/- 0,18
Muestra normal que sigue la tendencia de los ejemplos anteriores con un formato de soga próxima al valor de un pie romano, un grosor en torno a las dos pulgadas y una hilada correspondiente a la décima parte de una vara castellana.
Este emblemático edificio, antiguo palacio de Hernando Colón (Arenas, Carrasco, Conlin, Jiménez, y Lafuente 2004), fue objeto de una intensa campaña de actividades arqueológicas en la que realizamos, por primera vez, un análisis exhaustivo de las fábricas de ladrillos y cuyos resultados, ya publicados, sintetizamos en el siguiente cuadro que sirve para contrastar y completar la secuencia de formatos en Sevilla hasta época Contemporánea.
La intervención arqueológica en San Laureano nos permitió obtener un registro muy completo de los formatos de ladrillo de la Edad Moderna y Contemporánea, contrastando los valores obtenidos en las muestras coetáneas anteriores.
En general, se mantiene el formato iniciado en tiempos de Pedro I hasta el siglo XVII, aunque los valores de esta centuria los ponemos en cuarentena porque sospechamos que las obras de esta época reaprovecharon los ladrillos que se salvaron de la total ruina del palacio colombino y, a mitad del siglo XVIII, asistimos a un nuevo cambio de formato con piezas sustancialmente más pequeñas, equivalentes a un pie castellano que se aparejan en hiladas que suponen la duodécima parte de una vara, tendencia que se sigue acusando a lo largo del siglo XIX y principios del XX.
En general, los datos presentan una estructura muy coherente. Hemos conseguido certificar que los ladrillos empleados en estructuras islámicas utilizan un formato sensiblemente diferente del que posteriormente utilizarán los cristianos tanto en forma como en dimensiones. Evidentemente, la base metrológica es el sistema islámico con un codo normal o
Hasta la fecha la primera constancia que tenemos de fabricación estandarizada de ladrillos en Sevilla es de época Taifa. En el siglo XI el formato documentado es de 10 pulgadas más la llaga de longitud y 5 pulgadas de ancho; su grosor es de 1 pulgada y se apareja en hiladas de 3 dedos.
Para el período almohade se han documentado una mayor diversidad de piezas que resumimos en la siguiente tabla:
El más común y caracterizado por nuestros análisis mensiocronológicos es el de 11 pulgadas con grosor de 2,5 dedos puesto en obra en hiladas de 1 palmo o la duodécima parte de 3 pies. Es también muy habitual el formato de 10 pulgadas que se puede presentar con un grosor de 1 pulgada o de 2,5 dedos, dado que los distintos formatos pueden adquirir diferentes grosores, vinculables con su puesta en obra. De esta manera, la hilada más habitual es la de 1 palmo de altura, lo que significa cuatro ladrillos por cada pie de paramento o 12 hiladas equivalentes a un cajón de tapial de 3 pies, el más común. No obstante, las hiladas pueden ser sensiblemente menores, equivalentes a 5 hiladas por pie o a 11 por cajón de tapial de 2,5 pies, también muy común entre las fábricas islámicas.
La conquista cristiana introdujo severos cambios en el formato de las piezas. En primer lugar, la gran variedad de ladrillos islámicos se reduce a un solo formato. Su base metrológica será el sistema de medida castellano con un pie de 27,86 cm, dando lugar a ladrillos rectangulares con una anchura de 0,5 pies y una longitud dos veces el ancho más una llaga, con un grosor de 2,5 ó 3 dedos y una puesta en obra de la undécima parte de la vara castellana (equivalente a 11 hiladas por cajón de tapial de 1 vara castellana).
Con Pedro I se produce un gran cambio en el formato iniciado con la conquista cristiana con piezas de mayores dimensiones que superan incluso a los ladrillos almohades de 11 pulgadas. Este nuevo formato adquiere una correspondencia con el pie romano o con el aragonés que aún mantenía la tradición imperial; no encontramos una explicación convincente salvo el intento de reunificación de los sistemas de medidas en el sistema romano en tiempos de Alfonso X (
Lo cierto es que este módulo seguirá vigente con algunas variaciones a lo largo de los siglos XIV, XV, XVI y XVII. En el siglo XVI se observan los mayores ladrillos de toda la secuencia con longitudes próximas a los 30 cm (17 dedos) y anchuras similares a las vistas para los ladrillos almohades, los grosores superan los 3 dedos y la hilada se mantiene de manera constante en la décima parte de la vara castellana, aunque no son raros los casos de hiladas equivalentes a un onceavo de vara, sobre todo entre los siglos XV-XVI.
En el siglo XVIII asistimos a un cambio de la tendencia y los ladrillos se harán menores, descendiendo sobre todo el grosor de las piezas y aparejándolos en hiladas más pequeñas. El ancho será 0,5 pies, la longitud dos veces el ancho y una llaga y el grosor llega a bajar hasta los 2 dedos, situándose la hilada hasta un doceavo de la vara castellana.
Esta tendencia se acrecienta durante el siglo XIX cuyos ladrillos tienen una longitud de 1 pie mientras la anchura se reduce a la mitad del pie menos media llaga. La hilada baja hasta ser un treceavo de la vara.
Con esta primera serie de resultados esbozamos el esquema de la evolución de los ladrillos en Sevilla desde los siglos XI-XII hasta principios del siglo XX. Es evidente que estas muestras deben contrastarse con otras que certifiquen los formatos propuestos. Para época islámica necesitamos completar el repertorio y corroborar el empleo de un formato único durante el siglo XI y diferente de los usados en época almohade, lo que facilitaría un instrumento de gran utilidad para la distinción cronológica entre edificios de estas etapas históricas. Los primeros momentos de la conquista cristiana son claramente identificados por el empleo de un formato de ladrillos distinto a los almohades precedentes. Esperamos avanzar en la definición de los tipos de ladrillo usados entre los siglos XIV y XVII y poder precisar las cronologías a pesar de que se utilice la misma caja.
Además, estos valores sólo son válidos, en principio, para la ciudad de Sevilla, lo que haría deseable que la experiencia se repitiera en otros lugares con una metodología compatible que nos permitiera analizar de manera conjunta esta información.
De la misma manera que podemos caracterizar las dimensiones de los materiales de construcción, vincularlos a un sistema de medida específico y datarlos, podemos hacerlo con estructuras individualizadas: muros, arcos, torres, ventanas, puertas y todo el repertorio tipológico de elementos estructurales. Estos tienen, además de una geometría que es la que habitualmente se utiliza para establecer analogías con fines cronológicos, unas características métricas particulares que abren la posibilidad de vincularlas a un sistema de medida específico y con ello a una cultura generadora. En numerosas ocasiones estructuras indefinidas cronológicamente, al carecer de elementos característicos, pueden ser encuadradas cronológicamente a partir de sus dimensiones. Los arcos de herradura son una forma característica de la arquitectura islámica que, no obstante, se utilizó en época cristiana con formas tan parecidas a las originarias que ha dado lugar a no pocas adscripciones erróneas que podrían quedar resueltas atendiendo al estudio de sus dimensiones.
En estructuras como los muros la relación entre los distintos elementos, materiales y aparejos genera una fórmula característica que puede servir para crear catálogos cronotipológicos de manera que, por ejemplo, lienzos de muralla con los mismos elementos y aparejos, relacionados entre sí según la misma proporción probablemente sean sincrónicos; al contrario, fábricas que parecen homogéneas pueden corresponder a momentos diferentes, construidos con base en otros diseños, con una razón entre elementos distinta.
Traemos como ejemplo la composición de un lienzo de muralla de la calle Santo Tomás de Sevilla, la que une la Puerta de los Leones con la llamada torre de Abdl Aziz. El lienzo fue analizado durante una intervención arqueológica realizada en el solar nº 3 de la calle Santo Tomás
Metrológicamente la altura del paramento sobre la cimentación es de 10 cajones de tapia exceptuando el almenado; cada caja de tapia tiene una altura de 3 pies (94,3 cm) que se acompaña de machones de ladrillos aparejados con hiladas de 1 palmo de altura, lo que implica que a cada cajón corresponden 12 hiladas de ladrillo. Adosado al lienzo hay una torre realizada en ladrillo con una hilada de 1 palmo, con refuerzos de sillarejos en las esquinas que tienen, de media, 1 pie de altura, es decir, 1 sillarejo cada cuatro hiladas de ladrillo. El almenado tiene también una característica metrológica; los merlones son estructuras cuadradas de 3 pies de lado, salvo los próximos a la torre que reducen ligeramente su anchura para ajustarse al espacio restante, separados por un espacio estrecho de 1 codo. Esta forma característica de construir es propia de este tramo de muralla y diferente de otros visibles en el entorno del alcázar lo que nos abre la expectativa de poder diferenciarlos por su composición metrológica y establecer una secuencia cronológica de sus momentos de construcción.
Aún pendiente de un análisis pormenorizado, existen tramos de muralla datados en época islámica que emplean ladrillos de formato de 10 pulgadas o cuyos tapiales se encofraron en cajones de 2,5 pies de altura (78 cm)
Pasando a un nivel superior en la escala de la construcción podemos intentar vincular culturalmente un edificio a partir del sistema de medida bajo el que fue diseñado y construido. Durante este proceso de análisis que, en principio, estaba destinado a diferenciar las construcciones cristianas de sus precedentes islámicos cuyas analogías formales ofrecían dudas en su adscripción, fuimos encontrando similitudes formales y métricas que indicaban una uniformidad en las construcciones islámicas más allá de su ubicación geográfica o temporal. Posiblemente, la hipótesis más relevante derivada de este proceso sea la uniformidad del sistema de medida en todos los territorios del Islam, hipótesis que se sustenta en los casos que ahora presentamos pero que sin duda deberá corroborarse en análisis más profundos. Las formas de los edificios también ofrecen similitudes que van más allá del territorio y del tiempo y que deben relacionarse con las concepciones ideológicas y religiosas, especialmente cuando nos referimos a las mezquitas y los palacios.
El estudio del diseño los edificios históricos a partir del sistema de medidas de sus constructores da sentido a las formas, permite obtener modelos que sirvan de analogía para el estudio de otros edificios y estructuras, atestigua la extensión geográfica del sistema de medidas, así como también constituye una importante herramienta para establecer el marco cronológico de las construcciones.
Un serio apoyo al uso común del sistema de medidas lineal en todo el territorio de dominio islámico podemos observarlo en el análisis de algunas mezquitas representativas creadas en los primeros momentos del Islam como son la Cúpula de la Roca y la Gran Mezquita de Damasco.
El diseño nace de una circunferencia de 120 pies islámicos de diámetro (37,7 m) en la que se circunscribe el octógono que delimita el paramento exterior de la arcada intermedia. Circunscribiendo un cuadrado a este círculo y una circunferencia a este cuadrado creamos la fachada mediante la inscripción de un octógono en el círculo exterior; así, las circunferencias que delimitan la fachada y la arcada interior tienen una relación de √2 (1,4142). Para delimitar el anillo interior se unen mediante líneas los vértices opuestos del octógono de fachada que generan un octógono en el que se inscribe la circunferencia que limita el paramento interior de la arcada que sostiene la cúpula
La Gran Mezquita de Damasco representa un modelo que se va a repetir en la larga expansión del territorio del Islam. Este edificio va a marcar unas pautas que encontraremos en otras mezquitas, trascendiendo a las etapas iniciales del desarrollo de la arquitectura islámica. La mezquita fue construida durante el reinado del califa al Walid entre 705-706 y 715/87-88 y 96 H y constituye uno de los primeros ejemplos de arquitectura monumental en el mundo islámico (
En Amán, la mezquita de la ciudadela fue excavada y documentada en 1997 por un equipo dirigido por Antonio Almagro (
En Córdoba el arquitecto eligió la misma forma pero obtenida de otra manera. El primer recinto de la aljama cordobesa era un cuadrado de 80 m de lado, según se ha constatado recientemente corrigiendo la hipótesis hasta entonces vigente (
En
En Sevilla la mezquita de Ibn Adabbás
En 1172 bajo Yusuf I se comienza la construcción de la mezquita aljama almohade
La Gran Mezquita de Tinmal erigida en 1153/547 H bajo el gobernante almohade Abd al-Mu’min en honor del
Analizando una serie de edificios religiosos relevantes del Islam hemos podido documentar el uso común de un mismo sistema de medida independientemente del lugar y de la época, lo que sirve de sostén para mantener la hipótesis de un mismo sistema de medidas lineales en todo el Islam; además, la mayor parte de ellos surgen de formas geométricas comunes, de un lado el rectángulo con razón √2 entre longitud y anchura posiblemente originado en el modelo de la Gran Mezquita de Damasco y por otro, el cuadrado que recuerda la forma de la casa de Mahoma en Medina.
Al igual que lo observado en las mezquitas, los alcázares, edificios palatinos protegidos por un recinto amurallado, van a seguir unas formas que deben su diseño a los primeros recintos omeyas. En el Real Alcázar de Sevilla vamos a encontrar soluciones que se repetirán más o menos transformadas a lo largo del territorio islámico.
En España el elemento más próximo a la forma del alcázar sevillano quizás sea la gran alcazaba de Mérida que tiene forma de cuadrado inscrito en una circunferencia de 600 pies islámicos de diámetro. Un palacio arropa el gran recinto amurallado de la Aljafería que tiene una forma irregular próxima al cuadrado de 240 pies de lado en su costado occidental.
El Alcázar de Sevilla es uno de los lugares donde mejor podemos observar la diversidad de sistemas de medida que ofrecen un contraste nítido entre las distintas etapas culturales y cronológicas a partir del diseño de los edificios y estructuras, como ya hemos podido observar también en el análisis mensiocronológico de las fábricas de ladrillo.
El conjunto edilicio de los Reales Alcázares de Sevilla formado a lo largo de casi mil años ininterrumpidos de construcciones, demoliciones, reformas y adiciones, presenta una complejidad extrema a la hora de comprender su proceso evolutivo, de desvelar los pasos que han dado lugar a lo que hoy vemos. Desde distintas disciplinas han sido muchas las propuestas sobre el origen y evolución del conjunto
El Alcázar de Sevilla tiene su origen en un núcleo primario, construido a finales del siglo XI, formado por un recinto amurallado de 300 pies de lado con torres equidistantes cada 100 pies; la muralla tiene una anchura de 6 pies (1,89 unidades) mientras que las torres se diseñaron inscribiendo un cuadrado en una circunferencia de 25 pies de diámetro para las de las esquinas (5,55 m de lado) y de 20 pies para las torres de flanqueo (torres de 4,4 m de lado). Esta manera de trazar es común a las torres poligonales del lienzo que avanza hasta el río que incluye la torre hexagonal de Santo Tomás, la octogonal de la Plata y la dodecágona del Oro. La torre de Santo Tomás es un hexágono inscrito en una circunferencia de 15 pies de diámetro o 10 codos
Posteriormente, este recinto se amplía hacia el sur para dar acogida a un segundo palacio, mucho mayor que el primero (
Más tarde, un tercer recinto alojaría un nuevo palacio de dimensiones muy similares a las del recinto I. El palacio ubicado en la Casa de la Contratación fue descubierto, excavado y restaurado por Rafael Manzano en 1973; documentó dos grandes fases constructivas, una que dató en época taifa y una segunda que transformaba de manera radical la morfología del patio en período almohade (
Los espacios libres entre estos tres recintos se fueron ocupando de construcciones palaciegas de menor rango y tamaño que llegaron a colmatar todo el ámbito en una abigarrada trama urbana. Entre estos palacios destacan el Patio del Yeso y el palacio documentado durante los trabajos arqueológicos en el Patio de la Montería (
La conquista cristiana de Sevilla provocará una drástica transformación de los alcázares islámicos que se evidencia de una manera muy elocuente en el Palacio Gótico. El Palacio Gótico supone un cambio radical en el diseño, forma de construir, lenguaje formal, orientación, renunciando a la arquitectura orientada al sol que constituía una premisa básica en la arquitectura islámica y también por supuesto, en el sistema de medida con el que se diseñó. El bloque del palacio se articula en una rejilla de 100 pies castellanos de largo por 200 pies de ancho, con una pequeña variación en su costado occidental por su adaptación al lienzo de muralla preexistente.
No obstante, la mayor transformación vino producida por la ambiciosa intervención de Pedro I. Para ello aprovechó el espacio existente entre los recintos I-II y III, demoliendo las construcciones menores, habilitando un nuevo eje de acceso y delimitando nuevos espacios funcionales (
El análisis metrológico del edificio parece apuntar a una obra castellana desde su concepción realizada con pies castellanos. El edificio se ejecuta a partir de la línea formada por los contrafuertes occidentales del palacio Gótico y de la línea de fachada perpendicular a esta primera. El eje del patio se establece a 100 pies de la línea de fachada, otorgando a éste 80 pies de anchura desde los ejes de los muros que lo limitan; la longitud del patio es de 100 pies desde el paramento del palacio Gótico hasta el eje del muro que cierra la
De este análisis se pueden extraer las siguientes conclusiones:
• El palacio de Pedro I es un edificio de nueva planta que se adapta a un espacio previamente urbanizado, en el que, tras la demolición exhaustiva del área destinada al nuevo palacio, se construye sin aprovechar ninguna estructura previa, como ya se había demostrado a partir de los trabajos arqueológicos realizados.
• El palacio fue mandado construir por un rey castellano empleando el sistema de medida castellano. Aunque en su construcción participasen trabajadores y artesanos islámicos, el diseño es castellano.
• El hecho de que las tres
Las características métricas de una pieza, un aparejo, estructura o edificio son tan valiosas para establecer una tabla tipológica como las características formales y materiales; la analogía, con base exclusiva en características observables a simple vista: forma, color, textura, etc. son, muchas veces, insuficientes para individualizar elementos aparentemente idénticos; debemos acudir, entonces, a su caracterización fisicoquímica o también a sus medidas.
Llevamos años ensayando y depurando una serie de técnicas que nos permitan de manera fiable esta caracterización, desde los materiales de construcción y la forma de aparejar, hasta el estudio de los edificios de distintas épocas a partir de su geometría y sistema de medida bajo el que fue creado. Tanto es así, que hoy creemos estar en condiciones de adscribir cronológica y culturalmente toda una serie de fábricas de ladrillo a partir de sus medidas. El análisis estadístico de fábricas latericias nos ha dado buenos resultados tanto en Sevilla como en Carmona, lugares en los que hemos establecido una tabla básica de referencia de formatos de ladrillos.
Los aparejos que dan forma a las estructuras son el resultado de la combinación de diferentes elementos en una proporción precisa que nos sirven para caracterizar metrológicamente diferentes estructuras para establecer una tabla tipológica con base en analogías metrológicas y formales.
Probablemente, los resultados más sorprendentes los obtenemos en el análisis metrológico y geométrico de los edificios. En el camino inverso de la ruina al plano, la deducción de la idea que inspiró al arquitecto para diseñar un edificio a partir de sus conocimientos geométricos y matemáticos desde un sistema de medida impuesto por el estado al que sirve, arroja mucha luz sobre el estudio de la arquitectura antigua. El análisis de las mezquitas, aunque se trate de una muestra preliminar, sugiere de un lado el uso generalizado del sistema de medida islámico en todo el territorio bajo su dominio, y de otro la formalización de una serie de formatos geométricos que se repetirán en un vasto territorio durante un largo período cronológico.
La hipótesis central del empleo generalizado para todo el territorio islámico de un único sistema lineal se sustenta en su aplicabilidad a piezas de pequeño formato, a estructuras arquitectónicas y al análisis geométrico de grandes edificios. En estos últimos las diferencias entre el modelo teórico sobre la planimetría no superan de manera general el 1% y sólo en algunas ocasiones, las rebasa ligeramente sin alejarse de este valor. Además, el error no se incrementa con el aumento de la distancia desde el punto inicial de la trama sino que se mantiene constante, hecho que no ocurre aplicando otros valores. También se ha podido apoyar la aplicación del sistema de medida castellano en las obras realizadas tras la conquista cristiana, tanto a sus edificios como a sus materiales de construcción. Todo nos lleva a reforzar la idea de que los sistemas de medida eran inalterables en los territorios de un estado, dadas las imprevisibles consecuencias que en su economía tendría un sistema de pesas y medidas cambiante. Y si este hecho es asumido para el período romano y para el momento actual (donde un sistema variable de pesas y medidas sería impensable) ¿por qué no se aplica a la Edad Media?
El uso de estas técnicas en el Real Alcázar de Sevilla ha ayudado a contrastar hechos que siguen en controversia; en este aspecto, destaca que el palacio de Pedro I fue una construcción de nueva planta, que no reutilizó ninguna estructura anterior, aunque formalmente imitara elementos culturales islámicos califales incorporados, eso sí, a un edificio diseñado a partir de presupuestos ideológicos cristianos bajo un sistema de medida castellano.
Sin duda, la Arqueología tiene herramientas para resolver las incógnitas científicas que el Alcázar nos presente, en un proceso largo, paciente y continuo que nos ayude a desvelar las nuevas preguntas que a diario se nos presentan y ante estos retos, hay que tomar medidas.
Este trabajo se realiza dentro del Proyecto de Investigación de Excelencia Análisis Estratigráfico y Cronotipológico de los Recintos Fortificados del Alcázar de Sevilla. Procedimientos, Sistemas y Aplicaciones desde su Vertiente Constructiva. (P12-TEP-1843).
El estudio de la metrología antigua ha sido una constante desde el surgimiento de la Arqueología científica, desde el pionero trabajo de Hultsch (
Desde el Renacimiento y la recuperación de la obra de Vitruvio iniciaron un intenso análisis sobre la geometría aplicada a la arquitectura, una buena síntesis de los estudios geométricos sobre arquitectura antigua es el trabajo de Ruiz de la Rosa (
Aunque el conocimiento del sistema de medidas empleado en una construcción parta del análisis de sus dimensiones globales y parciales, usando principalmente el método estadístico, de ahí no tiene por qué derivarse la aplicación de un sistema de medidas exclusivo para el mismo o, incluso, el uso de diferentes sistemas de medidas. Aunque este principio metodológico es apropiado, los resultados pueden llevar a la consideración del edificio como ajeno y autónomo del contexto cultural y político en el que se erigió.
Ilustrador a este respecto es el prólogo que Alfonso Jiménez realiza al libro de Almagro sobre levantamiento arquitectónico (
De manera continuada desde 1997 se han abordado diferentes proyectos de investigación arqueológica que han analizado el subsuelo del Patio de la Montería y el León, al palacio de Pedro I a través de la intervención en el Patio de las Doncellas, un programa de auscultación general que ha analizado diversos puntos estratégicos para conocer la evolución del complejo arquitectónico, la puerta del Recinto I en la casa del patio Banderas 6, el subsuelo del Patio de Banderas y el palacio del primer recinto en la actividad arqueológica realizada en la casa 7-8 del Patio de Banderas (
Estos principios metodológicos quedaron establecidos en Sevilla por Tabales y han servido de guía a quienes nos dedicamos a esto (
El análisis estadístico de las fábricas de ladrillo en Sevilla lo comenzamos en la Hacienda de Miraflores (
La diversidad de medidas en España queda de manifiesto en la tabla de correspondencias de pesas y medidas de cara a la implantación del sistema métrico decimal, publicado en el número 6763 de la Gaceta de Madrid de 28 de diciembre de 1852.
Para la experiencia en España consúltese (
Ibn Abdun, en su tratado de
(
Intervención arqueológica preventiva dirigida por Patricia Bachiller en 2008.
Esta diversidad de formatos fueron tipificadas por Graciani y Tabales (
Este esquema sigue en líneas generales la traza propuesta por Mauss (
Sobre la primera aljama sevillana se puede consultar el trabajo de Valor (
Las dimensiones reales de la mezquita, su proceso constructivo y planta general se han podido confirmar gracias a los continuos trabajos arqueológicos realizados en el edificio (
La planta general del edificio no sigue los modelos coetáneos africanos, más próxima a su precedente sevillano; lo mismo podemos decir de la orientación, que conserva la extraordinaria disposición al sur como su antecesora, alejándose de los 157º que marca la
Véase (
Estos son los resultados preliminares de una reciente intervención arqueológica en las casas 7-8 del Patio de Banderas que han permitido definir la estructura general del palacio (
Las excavaciones arqueológicas realizadas en el Patio de las Doncellas no dejan lugar a dudas sobre el proceso constructivo del nuevo palacio que arrasa las construcciones precedentes para su erección (