De cara a esta breve presentación vamos a servirnos, casi en su literalidad, de algunas ideas que escribimos hace algunos años (Azkarate 2013) a propósito de Latinoamérica y la llamada Arqueología de la Arquitectura (AA). Frente a la historiografía europea que acostumbra a debatir los ámbitos a los que debe acogerse la AA, elogiábamos entonces la versatilidad de la arqueología de aquella región, que no duda en referirse a la “arqueología de la arquitectura” independientemente del enfoque de sus abordajes temáticos y de los posicionamientos teóricos que los sustentan. Una posición muy distinta a la que se observa por ejemplo en Europa, mucho más encorsetada a la hora de precisar los límites de determinados ámbitos temáticos y metodológicos.
Esta característica regional latinoamericana deriva probablemente de la ductilidad de los propios investigadores, forjados por influencias teóricas y metodológicas de procedencia diversa, tanto de origen anglófono ‒básicamente estadounidense‒ como de tradición europea, pero sobre todo es consecuencia de la voluntad ‒renovadora y diversa‒ de una investigación arqueológica que, en su rechazo a la mirada impositiva de la modernidad, está generando desde hace ya muchos años “formas creativas de hacer arqueología” (Tantaleón 2019: 233) y un discurso en muchos aspectos “distinto” al que impone el rodillo académico de occidente[2].
No es de extrañar que en la cada vez más amplia producción historiográfica, sea posible consultar publicaciones que encaran los aspectos metodológicos y de gestión y conservación de la arquitectura histórica (Arrazcaeta 2002; Rolón y Rotondaro 2010; Cohen 2011; Benedet 2012; Rolón 2014; Cirigliano 2015a,
2015b), investigaciones que se ocupan de la arquitectura monumental y ceremonial prehispánica enfatizando más su vertiente espacial y simbólica (Acuto y Gifford 2007), importantes estudios que trabajan en “arqueología de la arquitectura doméstica” precolombina desde perspectivas teóricas diversas (Scattolin et al. 2009; Albeck et al. 2010; Haber 2010,
2011), aportaciones procedentes de contextos urbanos contemporáneos (Schávelzon 2012) o propuestas que abandonan el enfoque tipológico de los investigaciones tradicionales sobre arquitectura, para profundizar en las connotaciones sociopolíticas que se ocultan tras la articulación de los espacios construidos (Funari y Zarankin 2003; Zarankin y Niro 2006; Diana et al. 2008; Zarankin y Salerno 2011; Seabra 2020). Fundamentados estos últimos estudios en el utillaje instrumental de la “sintaxis espacial”, la inspiración foucaultiana resulta indudable en esta mirada a la arquitectura como espacio coercitivo y como tecnología del poder (Foucault 1984). Algunos de estos puntos de vista quedan recogidos en este monográfico.
A pesar de esta apertura de miras, en la arqueología de aquella región queda un reto todavía por cumplir. La arqueología latinoamericana no está habituada a trabajar arqueológicamente sobre cota 0, es decir, en edificios en pie y en uso. Diríamos aún más: con algunas excepciones, parece haber renunciado a trabajar sobre cota 0. Y ello nos parece preocupante puesto que podría cometerse el error de abandonar el patrimonio edificado ‒especialmente el de las ciudades‒ en manos de quienes lo estudian desde ópticas historiográficas conservadoras y/o de quienes solo lo contemplan como un conjunto de espacios susceptibles de ser refuncionalizados o derribados en función de diversos intereses estrictamente financieros (Azkarate 2013). Obviamente, no es este un problema solo latinoamericano.
Nuestra vinculación científica con América Latina se remonta al año 2000, cuando, invitados por Eusebio Leal Spengler y Roger Arrazcaeta, impartimos un seminario sobre “Arqueología de la Arquitectura” en el Gabinete de Arqueología de la Ciudad de La Habana durante los días 29 de febrero y 1 de marzo de aquel año. Posteriormente hemos sido invitados a impartir cursos de doctorado y seminarios sobre Arqueología de la Arquitectura en diversos centros de Puerto Rico, Perú, Uruguay y Argentina principalmente. Y fue en este contexto de contactos ininterrumpidos a lo largo ya de dos décadas como se planteó la necesidad de trabajar de manera transversal entre ambos continentes. De esta voluntad surgieron dos líneas de investigación, centradas ambas por el momento en los ámbitos de la historical archaeology.
La primera[3] nació como respuesta a una constatación: era preciso salir del bucle en el que corría el riesgo de quedar atrapada la Arqueología de la Arquitectura europea. Al ocuparse predominantemente de la arquitectura con fuerte visibilidad estratigráfica (arquitecturas “desnudas”) pertenecientes, además, a contextos históricos fundamentalmente medievales (tanto cristianos como islámicos), estaba dejando fuera gran parte de la arquitectura enlucida (“revestida”) de épocas moderna y contemporánea, un error estratégico para una disciplina que debería tener una vocación más atemporal y holística. Podría decirse que la Arqueología de la Arquitectura europea ha creado un no man’s land, un territorio de nadie en el que se corre el riesgo de dejar abandonadas ‒sin merecer atención suficiente‒ las arquitecturas “revestidas” perteneciente a estas centurias más recientes. El intercambio de experiencias entre ambos continentes está generando un contexto de generación de conocimiento sumamente interesante.
La segunda línea de investigación[4] amplía el contexto de aplicación a las ciudades, ese escenario apabullantemente mayoritario en el futuro inmediato. Se parte de la idea de que las ciudades son el producto del diálogo entre los fijos y los flujos, las cosas que permanecen en el espacio y las dinámicas que los transforman. Bajo la realidad de lo que vemos existen, por tanto, estructuras ocultas, patrones de comportamiento subyacentes que condicionan la forma y el modo de ser de esa realidad, un encuentro o desencuentro permanente entre el “urbanismo planificado” y el “urbanismo espontáneo” (García-Gómez 2009). Reflexionar sobre el fenómeno urbano, comprometerse con su desarrollo sostenible, con las memorias de la gente y las identidades a escala barrial es extremadamente urgente. Más aún en unos tiempos en los que el espacio urbano se ha convertido en mercancía y en los que son cada vez más frecuentes los casos escandalosos de destrucción de la memoria por parte de un capitalismo inmobiliario sin complejos (Azkarate y Azpeitia 2016).
Estas dos líneas se irán desarrollando por investigadores de distintas universidades de ambos lados del Atlántico. Aprovechamos esta oportunidad para extender la invitación a cuantos tuvieran interés en compartir experiencias y conocimientos.