ESTUDIOS / STUDIES
Manuel María Alonso-Ruiz
Centro de Estudios de Arqueología Bastetana, Baza, Granada
e-mail: manuelmariaalonso@hotmail.com
Luis José García-Pulido
LAAC, Escuela de Estudios Árabes de Granada, CSIC
e-mail: luis.garcia@eea.csic.es
RESUMEN
Con motivo del proyecto elaborado por los técnicos del Ayuntamiento de Arcos de la Frontera para la restauración del tramo de muralla medieval conservada en el sureste de esta localidad, los autores de este artículo realizaron la intervención arqueológica, documentación planimétrica y estudio de dicha cerca. Como resultado de estas actuaciones se han identificado ocho períodos edificatorios, agrupados en tres grandes ciclos. De cara a obtener una mayor comprensión del objeto de estudio, estas actuaciones se han completado con el recurso a las fuentes escritas, la prospección urbana, el estudio de la microtoponimia, la analogía con otros elementos arquitectónicos y, en menor medida, con la información aportada por los materiales arqueológicos. Los resultados de estos análisis permiten el planteamiento de una hipótesis razonable para la fundación de la muralla y la relación entre las tres puertas históricas del frente suroriental de la localidad. Las conclusiones obtenidas suponen un acercamiento a la evolución urbana de esta zona de Arcos de la Frontera desde época andalusí hasta las postrimerías de la Edad Moderna.
PALABRAS CLAVE: Poliorcética medieval; Arqueología de la Arquitectura; materiales y técnicas constructivas históricas; muralla andalusí; levantamiento fotogramétrico.
ABSTRACT
Due to the project developed by the technicians of the Municipality of Arcos de la Frontera in order to restore the visible remains of the Medieval wall preserved in the southeastern area of this town, the authors of this paper conducted the archaeological excavation, drawing survey and study of this enclosure. As a result of these analysis have been identified eight constructive periods, grouped into three cycles. With the aim of obtaining a better understanding of this monument, these activities have been completed with the use of written sources, the urban fieldwork, the study of micro-toponymy, the analogy with other architectural elements and, to a lesser extent, with the information provided by the archaeological materials. The results of these analyses make possible to propose a reasonable hypothesis regarding the foundation of the wall and the relationship between its three southeastern gates. The conclusions mean an approach to the urban development of this area of Arcos de la Frontera from al-Andalus times until the late Modern Age.
KEYWORDS: Medieval poliorcetic; Archaeology of Architecture; materials and historical building techniques; al-Andalus city walls; photogrammetric survey.
Recibido: 19/10/2012; Aceptado: 24/06/2013.
Cómo citar este artículo / Citation: Alonso-Ruiz, M. M.ª y García-Pulido, L. J. 2013: "Estudio histórico-arqueológico de la muralla sureste de Arcos de la Frontera (Cádiz)", Arqueología de la Arquitectura, 10: e004. doi: http://dx.doi.org/10.3989/arq.arqt.2013.005
Copyright: © 2013 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Attribution-Non Commercial (by-nc) Spain 3.0.
CONTENIDOS
1. INTRODUCCIÓNTop
La intervención patrimonial realizada sobre la muralla sureste de Arcos de la Frontera ha sido la primera de esta naturaleza que se ha efectuado sobre este Bien de Interés Cultural[1]. Nuestro estudio se ha desarrollado sobre un frente de muralla y dos inmuebles asociados al mismo (Fig. 1). El objetivo fundamental ha consistido en la comprensión diacrónica de la muralla y de ambas viviendas, lo que traducido a una escala aún mayor supone una aproximación a la propia historia del municipio, prestando especial atención a momentos de relevancia social, económica y cultural que han dejado huella en el patrimonio edificado de Arcos de la Frontera.
Figura 1. Ubicación del tramo conservado de la muralla sureste de Arcos de la Frontera. Emplazamiento de los sondeos arqueológicos en el subsuelo y en los paramentos de las edificaciones adosadas a la muralla en el entorno de la Puerta del Cómpeta (zona 1) y del Arco de Matrera (zona 2) |
El análisis también pretendía esclarecer el origen del único paso a través de la muralla arcense que sigue estando en uso, conocido localmente como Arco de Matrera (Fig. 2), así como obtener unas conclusiones técnicas —relativas sobre todo a la materialidad de las estructuras y patologías de las mismas— que se tradujesen en pautas para una posterior restauración. Desafortunadamente la descontextualización de gran parte de los materiales arqueológicos, así como los desmontes efectuados en distintos momentos históricos sobre la roca natural, nos han impedido alcanzar otro de los objetivos prioritarios del estudio como era establecer la fecha fundacional de la muralla, pese a lo cual trataremos de establecer una hipótesis razonable.
Figura 2. Área excavada en el entorno de la puerta de acceso a la fortaleza. Planta general |
El desarrollo de nuestra investigación se puede dividir en dos etapas bien definidas:
El trabajo que aquí presentamos ha sido estructurado en cinco apartados:
Figura 3. Fig. 3. Puerta del Cómpeta (arriba izquierda), Arco de Matrera visto desde la calle Matrera Abajo (arriba derecha) y paso sobre la muralla existente en la calle Cardenal Espínola, flanqueado por la Torre de Matrera (abajo) |
2. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE ARCOS DE LA FRONTERA Y SUS MURALLAS: HISTORIOGRAFÍA Y FUENTES ESCRITASTop
Sobre el promontorio rocoso en el cual se asienta esta población (en adelante utilizaremos el término coloquial, "la peña"), existió una fortaleza al menos desde época andalusí temprana, tal como se deduce a partir de Una descripción anónima de al-Andalus, fuente cronística y geográfica bajomedieval. En la misma, Arkus (Arcos de la Frontera) es definido como un castillo cuya fundación "… se remonta a tiempos muy lejanos, pues fue construida por los antiguos, que la llamaron Qal`at al-Nusur (Fortaleza de las Águilas)"[3]. La mención más antigua de Arkus para época andalusí nos remite a mediados del siglo VIII y los textos medievales islámicos indican que durante la etapa emiral fue destruida dos veces[4].
Ya en el siglo X, las fuentes escritas mencionan la fortaleza arcense en un par de ocasiones. La primera, como residencia de un alto ex-funcionario de la corte omeya[5], y la segunda con motivo de la aceifa de 914, segunda campaña de ´Abd al-Rahman III al-Nasir por la Baja Andalucía[6].
Debemos señalar que durante estos siglos Arcos de la Frontera quedó inscrita en la kura de Sidonia[7] como una de sus principales ciudades, llegando en ocasiones a ejercer de capital de la misma además de Medina Sidonia, tal como sucedió también con Calsena[8] o Jerez de la Frontera[9]. En opinión de Viguera Molins[10], el fenómeno del traslado de la capital de la kura, así como el cambio de topónimo —de Qal`at al-Nusur a Arkus— podría estar relacionado con la siguiente cita que nos transmite al-Himyari en época bajomedieval, basándose a su vez en testimonios previos: "… es una fortaleza (hisn) sobre el Guadalete. Es una ciudad que data de la antigüedad; ha sido destruida varias veces, después repoblada. Su territorio encierra numerosos olivos…"[11].
En el siglo XI Arkus contó con taifa propia regida por una dinastía beréber hasta el año 1066[12]. Precisamente en este contexto contamos con una primera referencia para las defensas de la localidad, ya que en el año 1011 el primero de los régulos, Muhammad: "… se apoderó de Arcos (Arkus) que es una de las más importantes fortalezas de al-Andalus, y la dominó. Estableció en ella su soberanía, consolidando sus defensas e incrementándola en riquezas…"[13].
Algo más prolijas son las fuentes árabes para los dos siglos siguientes, cuando la población experimentó un notable crecimiento al amparo de su condición de escala para los ejércitos de los imperios norteafricanos durante sus campañas en al-Andalus, tal como sucedió por ejemplo en 1190 con las huestes almohades[14]. Unas pocas décadas antes, durante las segundas taifas, Arkus había sido la primera en someterse a los Unitarios[15] en 1148[16], mientras que por esas mismas fechas el sufí Ibn Qasi también les prestaba juramento en el hisn Arkus[17]. Durante esta centuria, al-Idrisi incluyó este asentamiento en el distrito (iqlim) de Lac, junto a Tarifa, Algeciras, Cádiz, Beca y Jerez de la Frontera[18], mientras que Ibn Sa‘id lo define como kura y ma´quil perteneciente al reino —mamlaka— de Sevilla[19].
Al amparo de las grandes conquistas de la Bética iniciadas por Fernando III, será su hijo el infante D. Enrique quién en 1253 conquiste Arkus a los musulmanes[20], los cuales la volverían a ocupar momentáneamente entre 1261 y 1264, momento en el cual Alfonso X la integró definitivamente en la Corona de Castilla[21]. A partir de este momento asistimos a la configuración de la nueva realidad geopolítica y socioeconómica que será la frontera[22]. Desde entonces Arcos de la Frontera[23] tendrá carácter de colonia o presidio militar, situación que perdurará durante toda la Baja Edad Media.
Encontramos en las fuentes escritas de aquellos siglos algunas alusiones donde se nos da cuenta del estado de las murallas y del castillo, así como del acusado vacío demográfico que padeció la villa. Contamos con dos interesantes testimonios para finales del siglo XIII, en el primero de los cuales Arcos de la Frontera aparece como residencia de tan solo ocho caballeros[24]. El otro documento es una relación de gastos de las plazas fronterizas más expuestas de la comarca del Guadalete, emitido en 1294 con motivo de la campaña granadino-meriní. Según cálculos hipotéticos realizados por García Fitz[25], los peones disponibles para la defensa de dicha población durante esta época oscilarían entre sesenta y ciento veinte.
El problema de la despoblación debió ser tan acuciante por estas fechas, que Arcos de la Frontera ni siquiera aparece presente en las asambleas de Hermandades de la Baja Andalucía desarrolladas entre 1295 y 1320[26]. Para paliar esta situación y salvaguardar la defensa del enclave, Alfonso XI pone la villa con todo su término bajo la jurisdicción de Sevilla en 1338, manteniéndose así hasta 1401[27].
Durante esta época, una vez extinguida la amenaza meriní, se acomete un exitoso proceso repoblador concediéndose para ello franquicias jurídicas, fiscales y militares[28]. Por cuanto a nosotros más nos interesa, sabemos que a finales del siglo XIV, concretamente en 1380 y en 1394, se llevan a cabo reformas en el castillo y la cerca[29].
En la siguiente centuria se produce una continua mejora de las condiciones de vida, a la par que la iniciativa bélica pasa a manos castellanas. En este contexto se acomete una nueva y gran reforma en las murallas y en el castillo en 1430[30]. Aunque la descripción que nos proporciona esta fuente es bastante detallada, nos parece significativa la ausencia de menciones a una puerta a la que llegase el camino de Matrera, así como la referencia a la Torre de la Traición, que el cronista local Mancheño y Olivares identificaba con la torre albarrana conservada en este frente sureste de la muralla (Fig. 4): "Item está caída e derribada la torre que diz de la Traición desde la bóveda que corre a la iglesia de San Juán "[31].
Figura 4. Fotografía de la torre albarrana situada en las inmediaciones del Arco de Matrera, realizada por José María de las Cuevas Olivares en la década de 1920. En ella se pueden apreciar los entalles realizados en "la peña" de Arcos de la Frontera hasta conformar un volumen troncopiramidal en la cimentación de esta torre, que de esta manera se vio realzada en altura |
Aunque pueda resultar paradójico tratándose de una fase más reciente, la aportación de los testimonios escritos de época moderna sobre la cerca no ha resultado tan importante como cabría esperar, debido a la desaparición de gran parte del corpus documental del municipio en 1593[32].
El primer aporte que recogemos durante esta etapa lo hacemos no sin cierta cautela, ya que se emite más de un siglo después, y nos lo transmite, sin referir la procedencia, el historiador local Gamaza y Romero de Aragón. Según el mismo, en 1522 la Puerta de Matrera aún tenía alcaide, cargo que por entonces ya debía de ser más honorífico y prestigioso que real[33].
Contamos con alguna información que merece algo más de crédito, proveniente fundamentalmente de archivos sevillanos. Por ejemplo sabemos que en 1544 las murallas aún se seguían reparando[34], aunque un siglo y medio después la situación había cambiado drásticamente, tal como nos informa en 1691 el historiador general de la Orden de la Merced: "… es la ciudad de Arcos de las más antiguas de España (…) y las murallas y torres que la ciñen arruinadas ya por el tiempo, y dejadas de reparar por el natural descuido de los Españoles que con la larga paz no se acuerdan de los daños que trae consigo la guerra, con quien ni las ciudades más fuertes y muradas están seguras…"[35].
Los efectos del gran terremoto de Lisboa de 1755 se hicieron sentir de manera notable en la villa, una circunstancia ante la cual las murallas no debieron ser ajenas[36].
En el siglo XIX contamos con dos descripciones de la cerca: una bastante detallada de Mancheño y Olivares[37] y otra de Madoz Ibáñez[38]. En ambos casos se relacionan las tres puertas aún existentes (Carmona, Jerez de la Frontera y Matrera), resultando extraña la no mención, sobre todo por parte de Mancheño y Olivares, de la Puerta del Cómpeta.
3. DESCRIPCIÓN DE LAS DOS ZONAS DE INTERVENCIÓN Y PROCESO DE TRABAJOTop
El levantamiento fotogramétrico ha tenido por objeto el tramo de muralla conservado que cierra el núcleo histórico de Arcos de la Frontera por el sureste[39], aunque la intervención arqueológica se ha centrado en los dos inmuebles situados en los extremos de dicha cerca, los cuales se adosan a la misma por su cara interna. La zonificación se ha realizado atendiendo a las áreas excavadas en estas dos viviendas.
3.1. Zona 1. Puerta del Cómpeta y casa nº 20 de la calle Torres
La zona 1 (Fig. 5) se corresponde con una torre-puerta medieval en recodo simple, a la cual se adosa una vivienda en fechas posteriores. Al inicio de la intervención, y ante la inexistencia o desconocimiento del nombre real de la puerta por parte de los propios arcenses, decidimos referirla como "del Cómpeta" en alusión al barrio en el que se ubica.
Figura 5. Zona 1. Emplazamiento de la Puerta del Cómpeta y planta baja de la casa situada en la calle Torres nº 20, adosada por el sureste a la muralla y a dicha puerta. Numeración de sectores (en negro) y de los muros (en rojo) para la asignación de unidades estratigráficas paramentales |
Esta puerta en recodo presenta fábrica pétrea y es de modestas dimensiones, de lo cual dan buena prueba los 11 m2 de superficie que posee. La portada está compuesta por un arco de ladrillo de medio punto tendente a la forma de herradura (Fig. 3, arriba izquierda), con 2,52 m de luz. Actualmente este vano se encuentra cegado por un aparejo constituido por fragmentos de piedra arenisca y ladrillo tomados con un mortero pobre, accediéndose al interior por una puerta metálica. Una vez dentro, la torre se compone de dos estancias delimitadas por un arco diafragma. Un segundo arco de descarga se emplaza una vez efectuado el recodo, tras el cual debió ubicarse la puerta que daría acceso a la ciudad. Estos dos arcos, ambos con roscas de ladrillo y jambas que alternan este material con la piedra, soportan sendas bóvedas de cañón, construidas mediante lajas de arenisca. Hacia la cara de la puerta que se ofrecería a la ciudad, se adosa un muro con una nueva entrada correspondiente a una vivienda.
Este inmueble de la calle Torres nº 20 constituye prácticamente un rectángulo en cuyo extremo suroeste, a modo de apéndice, se encuentra la puerta en recodo. La vivienda cuenta con patio y siete estancias en su planta baja, presentando la particularidad una de ellas —a la cual se accede desde el patio— de que es el acceso a un aljibe que se encuentra soterrado en el frente oeste de la casa.
3.2. Zona 2. Arco de Matrera (calle Matrera Arriba nº 5)
La intervención en esta segunda zona (Fig. 6) se ha desarrollado sobre el inmueble sito en calle Matrera Arriba nº 5. Se trata de una casa que se adosa intramuros a la cerca medieval, en el arranque de la misma junto al precipicio formado por el río Guadalete. Por otra parte la vivienda es colindante con el Arco de Matrera, un paso recto a través de la cerca sobre el que se encuentra un camarín que acoge una imagen de la Virgen del Pilar. Este arco monumental permite el tránsito de vehículos desde el centro histórico de la población al Barrio Bajo, ubicado extramuros.
Figura 6. Zona 2. Restos de la muralla conservados en torno del Arco de Matrera y planta baja de la casa situada en la calle Matrera Arriba nº 5, adosada por el oeste a la muralla entre el Arco y la Torre de Matrera. Numeración de sectores (en negro) y de los muros (en rojo) para la asignación de unidades estratigráficas paramentales |
El solar, que cuenta con un área de 155 m2, se asienta sobre "la peña" y limita al norte con los cortados que caen hacia el río. La casa cuenta con cinco habitaciones más un patio y en la actualidad presenta dos accesos: desde la calle Matrera Arriba y desde la calle Cardenal Espínola, que es un callejón ciego que discurre paralelo al precipicio. Este segundo acceso —referido en el texto como paso de la calle Cardenal Espínola (Fig. 3, abajo)— consta en nuestros días de una puerta adintelada, engrosada por un arco de medio punto con rosca de ladrillo. Está flanqueado por un muro que, a la manera de una coracha, se encuentra unido a una torre albarrana de factura claramente medieval.
Junto a la puerta, en esta misma fachada de la calle Cardenal Espínola, hallamos otra torre (a la que nos referiremos como de Matrera), parcialmente desaparecida hacia el patio del inmueble aunque claramente apreciable desde el exterior, ya que se encuentra restaurada. No obstante, desde el interior sí que se intuye el alma de dicha torre, compuesto de tierra y piedras sobre zócalo pétreo. Precisamente en la cota desde la que arranca este alzado terroso existe un pseudo-adarve[40] estanco sobre la puerta de la calle (Fig. 7).
Figura 7. Zona 2. Estructuras conservadas en el extremo septentrional de la muralla sureste de Arcos de la Frontera (sector 1, muro A). Vista desde la terraza de la vivienda situada en la calle Matrera Arriba nº 5 |
Desde el patio se puede subir a la azotea, y desde ésta a su vez acceder a la torre albarrana a través de la coracha, así como transitar unos pocos metros por el camino de ronda de la propia muralla, aunque éste último se encuentra tapiado debido a la presencia del camarín con la imagen mariana.
Debemos señalar un singular fenómeno documentado en Arcos de la Frontera, consistente en una serie de desmontes practicados en el terreno natural a lo largo de la historia. Asociado a la expansión del tejido urbano y motivado por el deseo de suavizar la topografía y hacer las calles más accesibles, se han venido produciendo rebajes en algunas zonas de "la peña", cuyo componente fundamental es una arenisca dúctil y fácilmente erosionable. Estos rebajes son bien palpables en el casco histórico del municipio, donde con frecuencia se aprecia un considerable desnivel entre las cotas de las actuales calles y los umbrales de ciertas viviendas. Para el estudio de esta zona 2 y, en general, de los aledaños del Arco de Matrera (Fig. 4), esta circunstancia ha resultado fundamental.
3.3. Proceso de trabajo
El sistema de trabajo adoptado no ha variado sustancialmente del que se viene aplicando a edificios históricos en proceso de rehabilitación[41]. En cuanto al análisis tipológico murario, nos ha parecido oportuno seguir la sistematización para fábricas de tapial en Andalucía Occidental establecida por Graciani García[42]. Las dos zonas de trabajo se han dividido en sectores que han sido numerados atendiendo fundamentalmente a la propia compartimentación de los inmuebles. Por otra parte a los muros se les ha asignado una letra a partir de la A y siguiendo un sentido dextrógiro en cada sector. De este modo 5A aludiría al muro A en el sector 5.
En la zona 1, la casa junto a la Puerta del Cómpeta ha sido dividida en 10 sectores de trabajo y uno más correspondiente a un aljibe subterráneo (Figs. 1 abajo y 5). Mientras que en esta zona solo se ha excavado el interior de la puerta en recodo, la intervención muraria, aparte del interior de la torre, se ha hecho extensiva a buena parte del inmueble, donde se han practicado once sondeos parietales. Finalmente, y ante la carencia de cronologías absolutas para la casa, decidimos efectuar un pequeño corte en el pavimento del aljibe de cara a obtener materiales procedentes de un depósito sellado.
La intervención arqueológica en la zona 2 (Figs. 1 abajo y 6) ha supuesto el picado completo de los paramentos del inmueble y de la cara interna de la Torre de Matrera, así como el planteamiento de cinco catas murarias en la azotea, el adarve de la cerca y la coracha. Asimismo, en subsuelo se han practicado tres sondeos que han demostrado una potencia mínima de los depósitos arqueológicos. Toda esta zona 2 de intervención se ha dividido en otros 10 sectores que comprenden las habitaciones de la casa, el adarve de la muralla junto al camarín, la coracha y la torre albarrana.
4. ANÁLISIS ESTRATIGRÁFICOTop
El análisis nos ha permitido distinguir, al menos, ocho procesos edificatorios o subfases, que agrupamos a su vez en tres grandes ciclos históricos o fases (andalusí, bajomedieval y moderna).
FASE |
SUBFASES |
Andalusí |
1,2,3,4 |
Bajomedieval |
5 |
Moderna |
6,7,8 |
4.1. Fase Andalusí
A esta primera etapa de la evolución constructiva pertenece la fundación del tramo sureste de la muralla de Arcos de la Frontera con las seis torres conservadas, la Puerta del Cómpeta, la torre albarrana y la Torre de Matrera. Dentro de ella distinguimos cuatro subfases que localizamos principalmente en la zona 2.
Durante esta fase existe un claro predominio del tapial con un uso puntual del ladrillo. Asimismo podemos hablar de una evolución tecnológica, constatada en el enriquecimiento gradual de los encofrados con cal en detrimento de la tierra.
4.1.1. Subfase 1
Figura 8. Zona 1. Restos andalusíes conservados en la Puerta del Cómpeta (sector 1, muro A) |
Figura 9. Ataifor de paredes abiertas con borde recto y redondeado, melado al exterior y chocolate al interior |
Figura 10. Zona 2. Alma de la muralla, consolidada por revoco de cal y trozos de ladrillo, apreciable en el extremo sur del pseudo-adarve existente en la calle Matrera Arriba nº 5 (sector 1, muro B) |
La coracha y la torre albarrana también se inscriben en esta subfase (Fig. 11). Aunque la zona de contacto con la muralla es mínima, ambas obras son coetáneas dado que se encuentran trabadas. La información aportada por la torre albarrana (sector 10) fue fundamental, ya que sus características formales y materiales resultaban claramente apreciables. Este cubo avanzado se adosa a la coracha y su fábrica es de tapias como las descritas en el párrafo anterior. Los hilos tienen algunas características idénticas a la obra fundacional de la muralla (0,84 m de altura y mechinales dobles) y los materiales que componen el tapial son también similares a los lugares en los que se ha podido constatar la obra fundacional de esta muralla de tierra[44]. A diferencia de ellos, la albarrana muestra cintas de mortero simulando un falso despiece de sillares[45].
Figura 11. Zona 2. Sección longitudinal por la calle Cardenal Espínola, con el análisis paramental y la materialidad del alzado norte de la torre Albarrana, la coracha y la vivienda de calle Matrera Arriba nº 5 adosada a la muralla |
4.1.2. Subfase 2
Este proceso supone la reparación de la muralla mediante encofrados de cal y arenisca, procedente de "la peña". Quizás entre ellos podría encontrarse el cuerpo inferior de la coracha (sector 0, muro B), que es una fábrica encofrada que contiene, al menos, dos hiladas horizontales de sillarejo de arenisca tomado con mortero de cal. A pesar de que no intervinimos directamente sobre este paramento y su superficie no se encontraba limpia, las piedras escuadradas parecen disponerse a soga y tizón.
4.1.3. Subfase 3
4.1.4. Subfase 4
4.1.5. Datación de la muralla: argumentación
En cuanto a la cronología de la muralla, tenemos, por un lado, indicios que apuntarían hacia una datación pre-almohade, aunque otros elementos permitirían adscribirla a la labor constructiva desarrollada por los Unitarios en la Península Ibérica.
Las características de esta muralla andalusí de Arcos de la Frontera permitirían identificarla como una obra de módulo bajo y tapias simples o comunes, según la terminología empleada por Tabales Rodríguez y Graciani García, y que encajaría con la tipología establecida por dichos investigadores para época taifa/almorávide en la cercana ciudad de Sevilla y su territorio próximo[46]. La sencillez constructiva y material de la muralla (Fig. 12) —carente de basamento pétreo y con rollizos de poco diámetro por agujas, probablemente pasantes— el protagonismo de la tierra como principal componente —conjugada con piedras— y por ende, el hecho de que las obras de tapial que se vienen atribuyendo a los almohades parezcan conformarse, generalmente, mediante hormigón de cal[47], apuntarían a momentos previos a la presencia de esta dinastía norteafricana en al-Andalus.
Figura 12. Zona 2. Restos de la muralla sureste de Arcos de la Frontera aparecidos en el paramento este (muro A) del sector 4 de la casa de la calle Matrera Arriba nº 5, con la presencia de mechinales dobles |
Por el contrario, otras evidencias apuntarían hacia una datación almohade, como la existencia de estructuras defensivas de este período en Garb al-Andalus carentes de ladrillo y con solución de agujas dobles[48]. Mención aparte merecen la puerta en recodo situada en el barrio del Cómpeta, así como la torre albarrana y el falso despiece en sillares que ésta presenta[49]. Y es que tradicionalmente las torres albarranas, al igual que el falso despiece en sillares, se han asociado a la edilicia de los Unitarios, aunque el caso más antiguo documentado por el momento en al-Andalus parece encontrarse en Calatayud[50]. Esta premisa es aplicable también a la puerta en recodo[51], cuya cronología más temprana se ofrece en Calatrava la Vieja, fechada al igual que la torre albarrana aragonesa en el siglo IX[52].
4.2. Fase bajomedieval
Esta etapa se caracteriza por dos importantes hechos constatados en sendas zonas de trabajo: la reconstrucción de la Puerta del Cómpeta y el gran rebaje de la roca natural documentado en la casa de la calle Matrera Arriba nº 5.
En cuanto a los materiales y técnicas documentados, en esta fase aparece la piedra más o menos tallada —procedente de la misma "peña"— en, al menos tres variantes distintas: sillarejo, mampostería y lajas irregulares. Asimismo el ladrillo se combina con la piedra en jambas y roscas de arcos, aunque no se abandona la tradición de la tapiería.
4.2.1. Subfase 5
A partir de la fábrica pétrea que presenta la Puerta del Cómpeta, tanto en los alzados como en la bóveda, podemos establecer un claro paralelismo con la Torre del Homenaje del cercano castillo de Matrera[54] (Fig. 13), cuya construcción se produce a partir de 1341[55].
Figura 13. (Izquierda) Interior de la Puerta del Cómpeta (zona 1, sector, muro C). (Derecha) Torre del Homenaje del castillo de Matrera, estado previo a los desperfectos sufridos como consecuencia de las lluvias del invierno de 2013 (fotografía cortesía de Alejandro Pérez Ordóñez) |
Figura 14. Zona 2. Cara oeste de la muralla entre la Torre de Matrera (izquierda) y el Arco de Matrera (derecha). En el mismo se observan restos de la cota original de "la peña" de Arcos de la Frontera sobre la que asentaría la muralla medieval de tapias de tierra, de la que quedan indicios y restos conservados en este alzado. Se ha marcado la línea que presumiblemente definiría el terreno natural en el momento en el que se construyó la muralla sobre ella |
En esta fase también podríamos incluir la construcción de un peto de tapias hormigonadas en la parte superior de la coracha (Fig. 11). Éstas asientan sobre doble verdugada de ladrillo de acarreo, y su paramento denota la presencia del barzón de la horma, lo que nos demuestra que este muro se hizo mediante dos encofrados continuos.
4.3. Fase moderna
En este período se producen dos grandes momentos constructivos que transforman notablemente la fisonomía urbana del sureste de Arcos de la Frontera.
Afortunadamente, para esta etapa los muros nos proporcionaron dos dataciones absolutas, una para cada zona de intervención, lo cual facilitó enormemente la interpretación de la secuencia cronoestratigráfica. Podemos afirmar que los dos inmuebles objeto de nuestro estudio se datarían en esta fase, en la cual se produce también el abandono de la Puerta del Cómpeta y la ruina paulatina de la propia muralla. Durante esta etapa surgen nuevas casas que invaden zonas de la muralla, se adosan a ella y reaprovechan sus materiales constructivos, unas circunstancias que se reflejan bien en las dos zonas de intervención.
En la zona 1 constatamos hasta cinco fábricas diferentes asociadas a procesos de construcción-destrucción, en los cuales se redefinen espacios y aparecen nuevos cuerpos en altura (Fig. 15). En la zona 2 se produce un nuevo rebaje de "la peña", se amortiza definitivamente el adarve de la muralla, debido a la presencia del camarín con la imagen de la Virgen del Pilar, y se produce el crecimiento en altura de la casa de la calle Matrera Arriba nº 5 (Fig. 16).
Figura 15. Zona 1. Estudio evolutivo de la Puerta del Cómpeta y de la vivienda adosada a la misma por el norte |
Figura 16. Zona 2. Estudio evolutivo del lienzo murario existente en torno al actual Arco de Matrera en su alzado este |
Referente a los materiales empleados, podemos afirmar que se mantiene en ámbitos domésticos el uso de la arenisca procedente de "la peña" en diversas variantes (mampuestos de piedra, relleno de las tapias o conglomerante para morteros y revestimientos). Sin embargo, lo más destacable es el mayor protagonismo del ladrillo, que, aparte de en vanos y jambas, aparece en estos momentos conformando aparejos mixtos con fábricas encofradas, ya sean de tierra o de mampostería.
4.3.1. Subfase 6
Zona 1: La moneda[56] aparecida en un enfoscado del interior de la Puerta del Cómpeta, nos indica que, en algún momento a partir de 1598, la torre ya funcionaba como vivienda (Fig. 15), contando con una compartimentación tripartita. Pensamos que este momento hubo de ser tardío, ya que durante los siglos XVI y al menos gran parte del XVII, la puerta estuvo abandonada, o al menos no tuvo un uso doméstico claramente definido, lo cual se justifica por la poca cantidad de cerámica moderna aparecida en la excavación del interior.
Este abandono explicaría la presencia del alzado postizo (sector 2, muro C) (Fig. 13, izquierda) que actualmente separa la propia puerta en recodo de la vivienda de la calle Torres nº 20, cuya existencia supone también la destrucción de la muralla en esta zona. Este alzado presenta un notable interés porque refleja perfectamente el reaprovechamiento de los materiales de la cerca, ya que es una obra de tapial que contiene tierra negra y piedras de considerable tamaño, reparadas por alzados de mampostería irregular tomada con mortero de arenisca y poca cal.
A partir de la información ofrecida por la cerámica hallada bajo el pavimento del aljibe, podemos sostener que la casa de la calle Torres 20 se erige en algún momento del siglo XVI[57]. A pesar de las reparaciones hemos documentado la fábrica de las medianeras de la casa, formadas por tapias sobre basamento pétreo, compuestas por tierra y algo de grava. A estas medianeras se encastran en un primer momento los muros transversales (6A, 6C, 7A y 7C) que definen los sectores 4, 5, 6, 7 y 9.
Especial importancia presentan los sectores 2 y 3, que suponen el nexo entre la vivienda y la puerta en recodo. Aunque la intervención no lo ha aclarado completamente debido a que no se ha excavado el interior de la casa de la calle Torres nº 20, barajamos la hipótesis de que en época bajomedieval existiese una calle paralela a la muralla por su cara interna, preservando de ese modo su finalidad defensiva. Si aceptamos esta propuesta, la cual no es desmentida por los contactos murarios, esta calle medieval habría quedado fosilizada en los sectores 2 y 3 (Figs. 5 y 15 centro).
Zona 2: La vivienda intervenida en la calle Matrera Arriba nº 5 se data a partir de inicios del siglo XVII. Esta propuesta la basamos en la moneda[58] aparecida en el interior del muro (1B) en su fachada hacia el patio, que podría adscribirse a esta subfase.
Al contrario que la casa de la calle Torres nº 20, esta vivienda, cuyos enfoscados fueron completamente retirados, presenta pocas reparaciones y bastante homogeneidad en cuanto a sus fábricas. Es por ello por lo que consideramos que la actividad edilicia se concentró en un arco cronológico no excesivamente amplio, que comprendería los siglos XVII y XVIII, a pesar de lo cual los contactos murarios nos permiten distinguir tres subfases. Pertenecientes a la primera, contamos con el muro perimetral 4B-5A que linda con la calle, de algo más de grosor que el resto, y formado por un vasto aparejo de piedra arenisca sin ninguna disposición ni regularidad.
4.3.2. Subfase 7
Figura 17. Zona 1. Doble arco de ladrillo (sectores 5 y 6, muros A). El acceso al aljibe se encuentra en la parte inferior del arco de la derecha |
4.3.3. Subfase 8
Zona 2: Documentamos, por último, una tercera subfase dentro de la fase moderna, fechable probablemente hacia la segunda mitad del siglo XVIII. Vendría representada por la construcción de una bóveda de arista (Fig. 18) asociada a un vano de medio punto realizado con ladrillo (muro 3C). Esta relación estratigráfica la observamos en el sector 3, donde las tapias de arenisca y cal del muro 3B fueron cortadas en su parte superior para insertar los ladrillos a panderete (30x15x4 cm) que conforman la bóveda.
Figura 18. Zona 2. Bóveda en el sector 3 (al frente, muro B) en la vivienda de la calle Matrera Alta nº 5 |
Este proceso constructivo de la vivienda fue inversamente proporcional a la ruina y amortización de la muralla y de la Torre de Matrera. Una enorme interfaz de destrucción, generada por el afán de obtener piedra para alzar y reparar muros, justifica la existencia del pseudo-adarve (sector 1, muro A, Fig. 7); en realidad equivale al alma de tierra de la Torre de Matrera, la destrucción de la muralla en esta zona y la consiguiente aparición de la actual portada de la calle Cardenal Espínola. El ladrillo presente en el aparejo mixto de la misma coincide con el que se encuentra en la bóveda del interior de la casa (30x15x4 cm). A su vez el mortero de la portada es el mismo que hallamos en los muros de la terraza y azotea de la casa, los cuales se corresponden con el cegado del adarve ante la presencia del camarín (sector 8, Fig. 14).
Por último, se produce un segundo rebaje de "la peña" bajo el Arco de Matrera, alcanzándose las cotas de uso que observamos actualmente en esa calle (Fig. 16).
5. CONCLUSIONESTop
Iniciamos este último epígrafe señalando algunos aspectos que nos han parecido importantes a la hora de tratar de comprender la evolución de las estructuras analizadas:
En primer lugar, el fenómeno local de los desmontes y rebajes efectuados en "la peña" (Figs. 4, 14 y 16), al menos, desde época medieval, lo que supone la alteración de los depósitos estratigráficos.
Por otra parte, la presencia de las usuales reparaciones de las fábricas de tierra en edificios históricos con un uso dilatado en el tiempo. Como es sabido, con bastante frecuencia la tierra fue el material elegido para construir murallas[60], aunque debido a su propia naturaleza, la fábrica fundacional de muchas de estas cercas ha desaparecido, habiendo sido sustituida completa o parcialmente por fábricas más consistentes, o bien se encuentra enmascarada por revestimientos de piedra, ladrillo, etc[61]. Esta premisa ayudó a comprender la presencia de tierra en contextos secundarios y a explicar momentos de destrucción en los restos emergentes, ante la dificultad que puede suponer el tratar de identificar discontinuidades sobre estructuras terrosas.
En función de lo expuesto en páginas precedentes y respecto a la atribución a una dinastía o entidad estatal de unos determinados patrones constructivos, hemos de tener siempre presentes algunas variables que nos obligan a ser prudentes, como los más de 80 años de poder almohade en la Península Ibérica[62], la disponibilidad de materiales locales, la capacidad económica del promotor de la obra, etc. A partir de lo cual, y no sin cierta cautela debido al mínimo aporte de los materiales arqueológicos, proponemos una datación para el tramo sureste de la cerca arcense en torno a los siglos XI-XII.
En estos momentos Arkus se nos presenta como una población andalusí de modesta superficie[63] definida mayoritariamente como hisn por las fuentes islámicas[64], y que por dos veces será cabeza de efímeros estados independientes, alcanzando su período de máximo esplendor hacia el siglo XIII[65] (Fig. 19).
Figura 19. Plano con la hipótesis del perímetro amurallado de Arcos de la Frontera y las estructuras emergentes constatadas (en negro) |
En cuanto a la configuración de la población en estos siglos, aunque la toponimia urbana podría remitirnos a un perímetro murado previo de superficie más reducida[66], carecemos de datos concluyentes para afirmar que el frente amurallado que hemos estudiado pudiera corresponderse con un posible arrabal. La prospección urbana apenas aportó información al respecto, debido a la existencia generalizada de enjalbegados en las fachadas. No obstante pudimos identificar un par de torres de la muralla: los restos de una de gran tamaño sobre un espolón en el frente norte de la localidad[67], y otro cubo de fábrica muy similar a la documentada en la muralla suroriental, situada en la calle Juego de Padilla (Fig. 20).
Figura 20. Restos de la torre albarrana de San Antón (izquierda) y de la torre situada en la calle Juego de Padilla (derecha) |
Por último, concluimos nuestro trabajo dedicando unas líneas al origen del Arco de Matrera, uno de los objetivos que establecimos al inicio de la investigación. La respuesta a esta cuestión pasa por comparar la contradictoria información ofrecida por las fuentes escritas y la arqueología, para exponer a continuación una hipótesis razonada que pueda explicar tal discordancia. Recordemos cómo la historiografía solo menciona una puerta para el frente suroriental de Arcos de la Frontera (Puerta de Matrera), mientras que el estudio revela que en realidad hubo tres, aunque creemos que nunca llegaron a funcionar simultáneamente: Puerta del Cómpeta, Arco de Matrera y paso de la calle Cardenal Espínola (Fig. 3).
Inicialmente, es necesario señalar que los datos extraídos a partir de la documentación escrita son parcos y poco esclarecedores. Por un lado, tan solo podemos afirmar que la alusión más antigua que hemos hallado, emitida hacia 1630[68], nos habla de una Puerta de Matrera hacia 1514, siendo difícil determinar a qué apertura sobre la muralla sureste se estaría refiriendo.
Por otra parte la intervención demostró que la Puerta del Cómpeta estuvo en uso durante época medieval para caer en el olvido tras este período.
Aunque carecemos de datos objetivos y el actual acceso se dataría en época moderna tardía, creemos que el paso de la calle Cardenal Espínola pudo corresponderse con una poterna existente desde época andalusí en un punto discreto y relativamente recóndito de la muralla, lo que justificaría la construcción de la torre albarrana en esa ubicación concreta, la cual junto al precipicio norte de "la peña", constituirían un paso previo a la poterna en forma de estrecho corredor fácilmente defendible. Además, tampoco debemos olvidar que una de las razones de ser principales de estas torres lo constituye la defensa avanzada de puertas[69].
En función de lo expuesto, barajamos la hipótesis de que, durante la Edad Media, Arcos de la Frontera podría haber contado con dos accesos por su frente sureste, la Puerta del Cómpeta y el paso de la calle Cardenal Espínola. Ante ello planteamos que el actual Arco de Matrera, realizado picando "la peña" bajo la muralla medieval, pudo haberse erigido a partir del siglo XVI, viniendo a sustituir a la Puerta acodada del Cómpeta, evitándose por tanto que la villa careciese de un acceso por este frente oriental en todo momento.
Una vez olvidada la realidad de la frontera, pensamos que la amortización de la puerta en recodo pudo deberse a su propia naturaleza quebrada y defensiva. Ésta resultaba ya ineficaz y obsoleta en unos tiempos en los que nuevas necesidades debían atenderse, en especial el paso de carros que facilitase el comercio y el abastecimiento al interior de la villa. Este hecho llevó a construir un acceso directo más transitable y cómodo que permitiese el crecimiento extramuros del caserío medieval[70]. Ante la ausencia de fuentes escritas para aquella época que seguro hubieron de reflejar tan importante hecho[71], pensamos que la apertura del nuevo paso a través del recinto se produjo en una coyuntura general de expansión urbana, que por ejemplo, y entre otras ciudades, sí que está atestiguada en Sevilla hacia 1560. Así lo refirió Hernán Ruiz el Joven, maestro mayor de obras del cabildo sevillano por entonces: "… entre las puertas de Macarena, de Córdoba, de la Trinidad, del Sol, de Osario, de la Carne, de Jerez se abran otras puertas de nuevo y se cierren las que ahora están, porque por ellas se va rodeando para salir de la ciudad y será más el ornato de la misma si se abren las puertas aludidas en derecho de las calles, como está la de Triana, y si se derriban de todo punto o se descombran los revellines (barbacanas) que se vienen abajo…"[72].
A partir de su posible construcción en el siglo XVI, el actual Arco de Matrera será protagonista, como eje vertebrador, de un segundo gran momento de desarrollo de la ciudad acontecido en el siglo XVIII, acorde con las medidas ilustradas de saneamiento, higiene y expansión urbana. Será entonces cuando definitivamente se consolide el caserío extramuros y se configure el actual Barrio Bajo, tal como ha llegado hasta nuestros días[73] (Fig. 2).
En cuanto al topónimo de Puerta de Matrera, cabría preguntarse si éste ya existía en el Medievo asociado a la Puerta del Cómpeta o al paso de la calle Cardenal Espínola, y por tanto se trasladó al abrir la nueva puerta de trazado recto, o se acuñó ex profeso para el mismo a partir del siglo XVI.
AGRADECIMIENTOS/ACKNOLEDGEMENTS Top
Esta actuación fue desarrollada durante el verano de 2011 por encargo del Ayuntamiento arcense, como paso previo a la posterior consolidación y puesta en valor de la muralla. El equipo técnico ha estado formado por D. Manuel María Alonso Ruiz y el Dr. Luis José García Pulido. Por su parte los doctores D. Antonio Almagro Gorbea y D. Antonio Orihuela Uzal han ejercido de asesores científicos. Agradecemos sinceramente las aportaciones del Dr. Pedro Jiménez Castillo y D. Manuel Pérez Asensio. Nuestra gratitud se extiende a D. José Manuel Durán y D. Rafael Rossetti, por el material gráfico y textual que nos facilitaron durante nuestra estancia en Arcos de la Frontera.
NOTAS Top
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