Arqueología de la Arquitectura 20
enero-diciembre 2023, e144
ISSN: 1695-2731, eISSN: 1989-5313
https://doi.org/10.3989/arq.arqt.2023.011

ESTUDIOS / STUDIES

Arqueología morisca: las bases materiales del Paraíso cerrado para muchos, jardín abierto para pocos de Pedro Soto de Rojas

Moorish Archaeology: the material bases of “Paraíso cerrado para muchos, jardín abierto para pocos”, by Pedro Soto de Rojas

Ángel Rodríguez Aguilera

Gespad al-Andalus SL

https://orcid.org/0000-0001-6820-5342

Julia Rodríguez Aguilera

Gespad al-Andalus SL

https://orcid.org/0000-0002-4416-8169

Carmen Jódar Hódar

Gespad al-Andalus SL

https://orcid.org/0000-0002-1207-3595

RESUMEN

En este trabajo presentamos los resultados de la excavación arqueológica del solar donde estuvo ubicado el jardín de Pedro Soto de Rojas, habiendo documentado las estructuras de un conjunto de casas moriscas que fueron adquiridas por el poeta tras la expulsión para su demolición de forma previa al diseño del jardín. El buen estado de conservación de los restos arqueológicos nos permite reconocer un sector urbano del Albaicín en época morisca, entre 1500 y 1571: la estructura urbana, las técnicas constructivas, y la organización de los espacios domésticos. Son las bases materiales que condicionaron en cierta medida el mitológico Paraíso cerrado para muchos, jardín abierto para pocos al que también podemos aproximarnos desde la arqueología, resultado de la transformación de un sector urbano en espacio de solaz.

Palabras clave: 
Granada morisca; arqueología morisca; técnicas constructivas de arquitectura doméstica; urbanismo.
ABSTRACT

In this paper we present the results of the archaeological excavation of the site where the garden of Pedro Soto de Rojas was located, having documented the structures of a set of Moorish houses that were acquired by the poet after the expulsion for demolition prior to the design of the garden. The good state of conservation of the archaeological remains allows us to recognize an urban sector of the Albaicín in the Moorish period, between 1500 and 1571: the urban structure, the construction techniques, and the organization of domestic spaces. They are the material bases that conditioned to some extent the mythological “Paraíso cerrado para muchos, jardín abierto para pocos”, which can be also approached from archaeology, the result of the transformation of an urban sector into a space of solace.

Key words: 
Moorish Granada; Moorish archaeology; construction techniques of domestic architecture; urbanism.

Recibido: 01-06-2023. Aceptado: 02-11-2023. Publicado: 18-12-2023

Cómo citar este artículo/Citation: Rodríguez Aguilera, Á., Rodríguez Aguilera, J. y Jódar Hódar, C. 2023: "Arqueología morisca: las bases materiales del Paraíso cerrado para muchos, jardín abierto para pocos de Pedro Soto de Rojas", Arqueología de la Arquitectura, 20: e144. https://doi.org/10.3989/arq.arqt.2023.011

CONTENIDO

1. INTRODUCCIÓN1Todas las imágenes y figuras utilizadas en este trabajo proceden de Gespad al-Andalus SL.

 

Uno de los representantes de la poesía barroca culteranista, de la esfera de Luis de Góngora, fue el poeta granadino Pedro Soto de Rojas. De toda su producción literaria sobresale un extenso poema, Paraíso cerrado para muchos, jardín abierto para pocos, que vio la luz en 1652, causando una profunda influencia en los ambientes cultos de Granada. En 1927, Federico García Lorca lo rescató y suscitó un interés renovado por la poesía de Soto de Rojas en la Generación del 27. El paraíso como figura literaria no era otra cosa que su jardín, que había ido diseñando y levantando en sus años granadinos, tras un periodo en la corte. Inspiración que, según las palabras introductorias de Francisco de Trillo y Figueroa, le vino de su propio jardín2Usamos la edición de 1652 de la Biblioteca Nacional de España. Pedro SOTO DE ROJAS, Parayso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos [Texto impreso]: con los fragmentos de Adonis, Granada, 1652. Signatura R/5325 [http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000202114&page=1] (consultado 14/05/2021).. Para poder materializarlo, adquirió una serie de propiedades que habían pertenecido a moriscos, expropiadas por el Consejo de Población tras su expulsión de Granada después de la Guerra de las Alpujarras (1568-1571).

Mitificada la casa y el jardín a través de figuras literarias, siempre se conservó la memoria de su existencia. A pesar de la difusión y relevancia que tuvo la obra en los años posteriores, a finales del siglo XIX pocos restos se conservaban del afamado jardín, según el testimonio de Manuel Gómez Moreno (1892)Gómez Moreno, M. 1892: Guía de Granada. Imprenta de Indalecia Ventura, Granada. [Ed. Facsímil, 1998, Universidad de Granada].. Desapareció por completo en el siglo XX. O quizás no del todo. La arqueología a veces nos brinda la oportunidad de aunar lo material con lo lírico e indagar en las bases materiales que dieron sustento a la creación literaria, que casi siempre queda camuflada por la exaltación de la imaginación. Este es el caso que nos concierne porque de forma casi casual, sin que existiera una voluntad premeditada, hemos podido conocer las bases materiales sobre las que se sustentó el mítico jardín, y a la postre, el “paraíso cerrado para muchos”.

2. EL JARDÍN DE PEDRO SOTO DE ROJAS Y SU RELACIÓN CON LA PARCELA EXCAVADA. LOS DATOS HISTÓRICOS

 

Pedro Soto de Rojas nació en Granada en 1584, de familia oriunda de Antequera y sobrino del poeta Luis Barahona de Soto. Se graduó en 1610 como bachiller en Cánones, Humanidades y Teología por la Universidad de Granada y pronto entró en contacto con círculos literarios y cortesanos. En 1614 publica Desengaño de amor en rimas. Su participación en la vida literaria de Madrid fue intensa y le dio cierta notoriedad, trabando amistad con Góngora, Lope y Paravicino. A su vuelta a Granada consiguió una canonjía en la iglesia del Salvador, en 1616. Sus aspiraciones nos son conocidas por la documentación de los libros de actas de la colegiata del Salvador. La primera vez que la solicitó fue en 1615, mencionando su limpieza de sangre y los servicios prestados por sus familiares a la corona como principales méritos (Gallego Morell s. f.: 513-514Gallego Morell, A., s. f.: Nuevos documentos para la biografía de Soto de Rojas, Separata del Boletín de la Real Academia Española. Madrid.). No satisfecho con su puesto en la colegiata aspiró a otras canonjías, mejor dotadas económicamente, como la de la Iglesia Metropolitana o la de la Capilla Real, que no le fueron concedidas. Este fracaso le provocó cierta frustración que le llevó a alejarse de nuevo del Albaicín, volviendo a Madrid, siendo nombrado abogado del Santo Oficio en 1626. Las disputas con sus compañeros de la colegiata del Salvador fueron constantes y desde 1632 abandonó definitivamente sus visitas a la corte para centrarse en sus asuntos locales, quedando recluido en su casa del Albaicín. En 1652 publicó uno de sus poemas más conocidos, Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos, inspirado en la estructura de su jardín, que alcanzó gran fama y renombre en Granada. El diseño del jardín fue obra del propio poeta y una descripción precisa que sirve de guía interpretativa del poema se la debemos a su amigo Francisco de Trillo y Figueroa. La casa con el jardín que mandó construir Pedro Soto de Rojas es la conocida como Casa de los Mascarones, descrita por Manuel Gómez Moreno en 1892Gómez Moreno, M. 1892: Guía de Granada. Imprenta de Indalecia Ventura, Granada. [Ed. Facsímil, 1998, Universidad de Granada]. de la siguiente forma:

Cierra por el frente esta calle la casa llamada de los Mascarones, por los que adornan su fachada; es también de origen morisco, pero su importancia proviene de haber sido morada del poeta D. Pedro Soto de Rojas, celebrado por Lope de Vega y Cervantes, que fue canónigo del Salvador, donde está sepultado. Una de sus obras, titulada “Paraíso cerrado” etc., se reduce a describir en cultísimo estilo el jardín de esta casa, adornado por él con flores, frutales, estatuas, pinturas, etc., de lo que aun resta algún vestigio. Después vivió muchos años y murió aquí el célebre discípulo de Cano, José Mora (Gómez Moreno 1892: 487Gómez Moreno, M. 1892: Guía de Granada. Imprenta de Indalecia Ventura, Granada. [Ed. Facsímil, 1998, Universidad de Granada].).

La importancia alcanzada por el poeta hizo que se mantuviera en la memoria colectiva el emplazamiento del célebre jardín. De hecho, los mascarones que adornan la fachada podrían proceder de las fuentes que formaban parte del que, si atendemos a las palabras de Manuel Gómez Moreno (1870)Gómez Moreno, M. 1870: Breves noticas sobre las moradas de algunos hombres ilustres en las ciencias, en las letras y en las artes que han vivido en Granada. Imprenta de Paulino Vetura, Granada., algunos vestigios aún se reconocían a finales del siglo XIX (Moya Morales 2004: 247-252Moya Morales, J. 2004: Obra dispersa e inédita. Manuel Gómez Moreno. Instituto Gómez-Moreno de la Fundación Rodríguez-Acosta, Granada.). Aparte de esta referencia concreta hasta los trabajos de Antonio Gallego Morell (1948)Gallego Morell, A. 1948: Pedro Soto de Rojas. Universidad de Granada, Granada. poco más se conocía de la historia del inmueble, salvo un escueto artículo de Francisco de Paula Valladar (1917)Valladar, F. de P. 1917: “Granada antigua. Hablemos del Albaicín”, La Alhambra, 456. publicado en la revista La Alhambra.

La Casa de los Mascarones, hoy mutilada por el trazado de la actual c/ Pagés, es el resultado de la suma de varios edificios, siendo el principal el que se articula en torno al patio central. Tiene cuatro crujías, doble la que ocupa el lado norte. En el extremo este encontramos los restos de la antigua calle del Agua, hoy como un adarve, que da paso a un zaguán que distribuye el acceso a otra doble crujía. Está rodeada por un patio de transición a los restos de un huerto en la zona noreste, con acceso desde la calle San Gregorio Alto. El núcleo organizado a partir del zaguán tiene en la parte trasera un pequeño patio que podría haber sido en origen otro adarve. Finalmente, desde este conjunto de edificaciones hasta la calle de la Estrella, que cierra la manzana por el este, se encuentra una zona de huerta y arbolado que es donde se supone que existió el jardín. Joaquín Prieto Moreno en 1974 preparó un proyecto de restauración de la casa, haciendo un detallado levantamiento3Archivo Patronato Alhambra y Generalife, 1974, enero. Albaicín. c/ Pagés, casa de los mascarones, Proyecto de consolidación y reforma. APAG/colección de planos/P-005332, http://hdl.handle.net/10514/5372 (consultado 10/05/2019)..

Pero como decimos, la mayor parte de la información sobre el inmueble la proporcionó Gallego Morell (1948)Gallego Morell, A. 1948: Pedro Soto de Rojas. Universidad de Granada, Granada. en su trabajo sobre Pedro Soto de Rojas. Cuenta el autor en la biografía del poeta, que, tras unos años de idas y venidas a la corte, con no pocos conflictos con sus compañeros de la colegiata del Salvador por su ausencia, decidió afincarse definitivamente en Granada, comprando en 1629 cinco casas

“que fueron de moriscos”, solares en su mayor parte, que junto con otras adquiridas en 1619 y otra más en 1634, constituyen solar suficiente en el que edificar “una de las quintas de mayor ingenio, sutileza y artificio desde paraíso español” según testimonio de Jorquera, y tras grandes reformas, de las que tenemos noticia a través de sucesivas peticiones del poeta al juzgado de aguas y de los informes de éste, levanta el paraíso que cantará más tarde, y los jardines que a tan pocos franqueaba, para andar por los cuales, Trillo, su gran amigo, escribió la guía-introducción (Gallego Morell 1948: 22-23Gallego Morell, A. 1948: Pedro Soto de Rojas. Universidad de Granada, Granada.).

Quizás para nuestro propósito, lo más interesante del trabajo de Gallego Morell es el magnífico apéndice documental que recoge no solo la transcripción de los documentos de la compra de las casas moriscas, hechas solares, sino que en uno de los apéndices reconstruye parcialmente la evolución de la propiedad del inmueble. El problema que plantea es que su fuente principal es un libro recopilatorio de escrituras que en 1948 se encontraba en propiedad de José Ladrón de Guevara. Anteriormente había pertenecido a Joaquín Leyva y en un momento que no hemos podido determinar, entre 1917 y 1948, el primero compró al segundo la finca. Hemos intentado localizar el original, porque estamos convencidos de que puede aportar más información, pero ha sido imposible. No se encuentra en ningún archivo público y consultados miembros de la familia recuerdan su existencia, pero no dónde puede hallarse hoy día o qué pudo suceder con dicha documentación. Así que tenemos que contentarnos con las transcripciones ya conocidas.

Según los documentos mencionados, en 1629 Pedro Soto de Rojas adquirió del Consejo de Población del reino de Granada

unas casas en esta ciudad en la misma collacion de San Salvador que fueron de Moriscos linde con casas de S.M. y con las calles que tenia de sitio la entrada de la puerta de la calle siete varas en cuadrado y mas adentro una entrada al patio tenía tres varas y media de largo y dos y media de ancho y el patio trece varas en quadro donde está descubierta la acequia, y un corral de doce varas de largo y diez de ancho y tiene otro patio con una puerta a la calle Real de San Gregorio, y unos aposentos con 16 varas de largo y 10 de ancho en precio de 50 ducados a pagar (Gallego Morell 1948Gallego Morell, A. 1948: Pedro Soto de Rojas. Universidad de Granada, Granada.).

En 1631 documentamos un Pedro Soto, vecino en la calle del Agua que, junto con otros vecinos, pleitea por el uso y disfrute del agua de la acequia de Aynadamar4 Archivo Histórico Municipal de Granada, 1631. C.03425.0065.. Probablemente se trata de nuestro poeta que ya había generado las condiciones necesarias para la construcción del carmen, para lo cual necesitaba garantizar el suministro del agua, algo que no debió de resultar fácil porque las servidumbres de la acequia estaban muy consolidadas. De hecho, unos años antes, en 1626, solicitó permiso para anular un antiguo estanque, posiblemente de época nazarí, y construir otro nuevo, que debe ser el que hoy ocupa un extremo del solar que hemos excavado. Unos años más tarde, en 1632, adquirió nuevas propiedades para ampliar su huerto y configurar definitivamente el jardín, coincidiendo su descripción con la manzana compacta en la que se inserta la Casa de los Mascarones, delimitada en uno de sus extremos por el callejón actual de La Estrella:

Y aviendo sido por nos obedecida la dicha cédula real de su Magestad dezimos que por quanto el licenciado Soto de Roxas, canónigo de la colegial del Señor San Salvador y abogado de la inquisición y bezino desta dicha ciudad de Granada, se presentó ante nos una peticion suplicandonos que conforme a la dicha cedula de su magestad le mandasemos dar y diesemos en propiedad un solar de casas caydas en esta dicha ciudad, en la collacion de San Gregorio que fue de moriscos y pertenece a la real hacienda y por nos visto fue mandado que los alarifes della, presente el beedor biesen el dicho solar de casas y lo midiesen y declarasen zerca dello y aviendolo visto por la declaracion que hicieron consta ser de los dichos moriscos, en esta dicha ciudad en la collacion de Señor San Grerorio que alinda con la calle que baxa de San Gregorio y ba a San Bartolome y otros linderos y tiene de sitio por la dicha calle que baxa de San Bartolome veinte y siete baras de largo tomando al postigo de la casa del dicho canonigo Soto, y por otra parte de la calle que atraviesa a la calle del agua tiene diez y siete baras y bolviendo a las espaldas de la casa del canonigo Trebiño tiene veinte y quatro baras dexando una calle en medio de seis baras de ancho para entrar por el postigo que tiene el dicho canonigo (Gallego Morell 1948Gallego Morell, A. 1948: Pedro Soto de Rojas. Universidad de Granada, Granada.).

En 1637 vuelve a pedir licencia para construir un tomadero en la acequia que llenaba el estanque para evitar que se ensuciasen de barro las conducciones de atanores, obstruyendo dos fuentes que tenía en el jardín:

En el año de 1637 el dicho doctor Soto dió petizión al juzgado diziendo posehia en las casas principales de su morada, collacion de san Salvador, dos fuentes que gozavan el agua que corría por dos tomaderos, estos demás del tomadero del estanque que estava en uno de los jardines y respecto de que el agua que venía fuera muy turbia y con el barro que traía cegaba las cañerías para escusar este daño quería que toda el agua entrase en la maceta para que se sentase, por lo que pidió que se mandase dar licencia para que toda el agua entrase en la maceta del dicho estanque (Gallego Morell 1948: 102Gallego Morell, A. 1948: Pedro Soto de Rojas. Universidad de Granada, Granada.).

El 4 de febrero de 1658 falleció Pedro Soto de Rojas, siendo heredera de sus bienes su hermana Juana de Rojas y albacea Francisco de Trillo y Figueroa, quienes vendieron la casa y el jardín en 1660 a Pedro Fajardo. El escultor José de Mora la adquirió en 1684 (Gallego Morell 1948: 128Gallego Morell, A. 1948: Pedro Soto de Rojas. Universidad de Granada, Granada.). A partir de esta fecha la historia de la transmisión del inmueble sugiere que ya empezaron a producirse segregaciones de la finca original, algo ya consumado en el siglo XIX. Un buen ejemplo del estado en el que había llegado la casa de Soto de Rojas lo tenemos en la documentación generada a raíz del conflicto suscitado en 1917 entre Joaquín Leyva Bravo, propietario desde 1916, y José Ladrón de Guevara, que se opuso a la intención del primero de vallar un solar que formaba parte de la Casa de los Mascarones por la parte de la placeta de los Muñoces, hoy de las Estrellas. Los argumentos son muy interesantes y los datos recogidos en el expediente del archivo son muy significativos para conocer algunos detalles de la evolución de la parcela original. Pero también para confirmar y dar veracidad a los documentos que utilizó Gallego Morell en 1948. Lamentablemente el expediente del Archivo Histórico Municipal solo conserva la relación de documentos utilizados, pero no los originales. Según Joaquín Leyva, en 1916 compró la Casa de los Mascarones que incluía los solares traseros. Otros por la parte de la entrada por la plaza de Los Muñoces que estaban sin vallar. Según su testimonio eran visibles las zarpas de unas antiguas construcciones de los edificios que los ocuparon y que probablemente fueron derribados en una operación de ensanche de los viales públicos, no conocida documentalmente. En 1917, pidió licencia para cercar el solar a lo que se opuso José Ladrón de Guevara, por entonces propietario del Carmen de las Tres Estrellas, recopilando la firma de un buen número de vecinos que afirmaban que siempre había sido plaza pública y ofreciendo a la vez costear la expropiación de un saliente de la Casa de los Mascarones para alinear mejor la plaza. El informe del arquitecto municipal Ángel Casas se pone de lado del demandante acogiéndose al plano de Contreras de 1853 y al del Instituto Geográfico y Estadístico de 1909, pero sobre todo a la “generosidad” de don José para financiar la mejora urbanística de la zona5 AHMGR. 1917. C.02238.0189.. Las pretensiones no eran del todo altruistas porque el demandante, como propietario del Carmen de las Tres Estrellas quería evitar que se le privase de la plazoleta que se había creado a la puerta de su propiedad. En el escrito de alegaciones de Joaquín Leyva se expresa de forma clara la existencia de indicios claros e inequívocos sobre el antiguo edificio que ocupaba esa parcela y las artimañas de su vecino para aparentar que siempre fue espacio público6Ibidem.. Para justificar que ese terreno formaba parte de la finca original de Los Mascarones presentó una colección de escrituras que enlazan de forma directa esta manzana con la casa de Soto de Rojas. Al final, D. José Ladrón de Guevara compró la propiedad de D. Joaquín Leyva Bravo y tal como se puede ver en el parcelario actual, dicho solar fue cercado y edificado. En 1948, casi toda la manzana era de su propiedad. En 1951, pidió licencia para realizar obras menores7 AHMGR, 1951. C.03150.0464. y luego pasó por herencia a sus descendientes.

De los datos históricos se deduce que el aspecto actual de la finca dista mucho del que tuvo en origen. Su relación con la casa del poeta Pedro Soto de Rojas es evidente por la documentación que en su día recopiló siendo propietario José Ladrón de Guevara, que luego publicó Antonio Gallego Morell y por las referencias que hemos encontrado en el Archivo Histórico Municipal de Granada. En el momento actual la parcela de mayor dimensión era utilizada como aparcamiento en superficie.

3. LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA

 

El solar objeto de estudio se encuentra en la parte alta del Albaicín (Fig. 1), delimitado por la calle San Gregorio Alto, el callejón de las Estrellas y Placeta de las Estrellas, conectando con la calle Pagés. Está formado por dos parcelas: una orientada de noroeste a sureste, de forma alargada con 1139,32 m2; y otra en el extremo noreste con 116,21 m2, hoy solar trapezoidal, lindando al este y norte con calle San Gregorio Alto y sur con el callejón de las Estrellas, en cuyo interior existe una antigua alberca rodeada de cipreses. La excavación arqueológica se centró en la primera (Fig. 2). A finales del siglo XIX (1880), la finca era descrita de la siguiente forma:

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Figura 1.  El Albaicín morisco. Localización de la zona de intervención.1: Solar y zona del jardín de Soto de Rojas. 2: Puerta de Fajalauza; 3: Puerta de San Lorenzo; 4: trazado del ramal principal de la acequia de Aynadamar; 5: aljibe de San Gregorio; 6: Baño de la calle del Agua; 7: Colegiata del Salvador; 8: San Luis de los franceses; 9: San Gregorio Alto; 10: San Bartolomé.
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Figura 2.  Planta general de la excavación.

Casa demarcada con el número once antiguo y primero moderno, situada en la calle de las Estrellas, barrio del Albaicín, parroquia del Salvador, de esta ciudad de Granada, sin que conste el número de la manzana; que consta de tres cuerpos de alzado por la parte de Poniente, y dos cuerpos por los demás vientos. Con dos mil cuatrocientos treinta y seis pies cuadrados de solar, con inclusión de un pequeño patio, tinajas para aguas limpias y cuyo huerto sin respecto a medida. Dividida en dos viviendas y con tres puertas de entrada que dan a la calle, lindando por levante o izquierda entrando con la placeta de los Muñoces, por la derecha con huerto de la propiedad de Don Juan Jogueras Sillero, por la espalda con casas de Don Juan Rivero Polo y por su frente con la calle de las Estrellas.

Se colige de la misma las relaciones de linderos con la Casa de los Mascarones, la existencia de dos viviendas hoy desaparecidas, zonas de huerto y jardín colindantes al actual que podrían haber formado parte de una misma unidad en su origen. A partir de 1922 parte de la casa y huerto que allí había se convirtieron en el solar que ha llegado hasta nuestros días.

Las dos parcelas se insertan hoy en una manzana compacta conservando un resto fosilizado de la terminación de la calle del Agua que es el acceso a la Casa de los Mascarones. La forma del callejón de la Estrella sugiere un trazado antiguo, condicionado en cierta medida por la evolución del entorno. También es un elemento determinante en la configuración urbana la existencia del aljibe de San Gregorio y la red de derivación de agua que de este se ramificaba.

3.1. Sector I: Sector meridional. Casa 1

 

Extremo oriental (Fig. 3), de forma triangular en donde los restos están arrasados, siendo difícil identificar los diferentes espacios. Debajo de la capa de tierra de relleno aparecen los restos del suelo de losas de barro dispuestas en espiga, cortado en su extremo sur por un nivel de derrumbe formado en su mayor parte por fragmentos de tejas y ladrillos. Presenta dos fases, la primera de losas y la segunda con reparaciones hechas con pequeñas piedras y algunas piezas de cerámica procedentes probablemente de pruebas de vidriados de algún horno cercano. Se relaciona con la base de un muro que probablemente era el cierre de la vivienda. Solo conserva la cimentación, de pequeños cantos y en el centro queda un espacio ocupado por fragmentos de ladrillo que interpretamos como posible vano de acceso, tanto por la discontinuidad en el basamento como por su posición centrada. Al norte la vivienda está delimitada por otro muro de mampostería creando un pequeño espacio rectangular por medio de una alineación de cantos que creemos que formaba parte del cierre. Entre el suelo y esta estructura apareció una marmita nazarí junto con otros restos de cerámica de cocina y algunas cenizas. Por tanto, dado lo reducido del espacio y la presencia de este tipo de cerámica, planteamos la hipótesis de que se tratara de la cocina. El muro de fachada de la casa fue levantado sobre la propia roca, cortada a plomo lo cual facilita el reconocimiento de su trazado. En el centro hay un vano de acceso con los restos de dos jambas de ladrillo. La del lado norte conserva la mitad aproximadamente, conectando con el basamento de piedras del cimiento del muro, y la del lado sur se identifica por la disposición de dos piezas de ladrillo. Esta puerta da acceso a un espacio muy arrasado donde solo se ha podido documentar sobre la roca un potente derrumbe de tejas y un pilar de ladrillo que queda delimitado por el noroeste por otro muro en el que se abre la puerta de acceso desde el exterior, con una única mocheta. El paso estaba tapiado. En el interior, junto a la puerta se diferencia otro estrato de derrumbe de tejas y ladrillos con algunas piezas de cerámica de los siglos XV y XVI, sellando el zaguán y el acceso al patio, que es el suelo de barro anteriormente descrito.

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Figura 3.  Ortofotografía de la excavación con identificación de los sectores de excavación.

3.2. Sector II: Hornos, adarve y casas 2 y 3

 

3.2.1. Hornos

 

En la zona central del solar debajo de las capas de tierra vegetal y escombro que regularizan toda la parcela aparecieron dos hornos.

El horno 1 está construido sobre los restos de estructuras de época morisca, tiene fábrica de ladrillo y dos ámbitos bien diferenciados. El primero es la cámara de combustión, de planta circular con 1,30 m de diámetro; la boca de entrada es de solo 30 cm de anchura con arco de medio punto, al que se adosa una cámara rectangular (1,33 × 0,92 m) delante de la boca del horno. El relleno de este horno contiene el derrumbe de la bóveda de arcilla/alpañata roja y debajo una capa de cenizas. En el exterior aparecieron cerámicas de finales del siglo XVIII y principios del XIX.

En la parte situada más al norte del Sector II, se excavaron los restos de un segundo horno (horno 2) adosado a un muro que divide la parcela de este a oeste, pero su estado de conservación es peor que el del horno 1. La parte superior tiene un diámetro de 1 m y la base de 1,20 m. Está recubierto exteriormente por una capa de piedras y mortero de cal, mientras que la cámara interior es una rosca de ladrillo y alpañata muy rojiza. En el interior se excavó un derrumbe de fragmentos de ladrillos y la propia alpañata que formaría la bóveda, pero no aportó ningún otro material de interés desde el punto de vista de su cronología, salvo un pequeño jarrito con defectos de cocción en el vidriado.

Ambas estructuras de combustión, sin restos de parrillas, cámara de cocción y bóvedas, se relacionan con un uso de tipo artesanal de este espacio desarrollado a finales del siglo XVIII, aspecto que no ha dejado ningún rastro documental para poder definirlo como mayor precisión. Sí es interesante destacar que el muro de mampostería que divide en dos la parcela, que es más antiguo, estaba aún visible cuando están funcionando los hornos. Por las dimensiones, ciertamente reducidas, cabe preguntarse por su producción. Parece claro que están vinculados a la fabricación de piezas de cerámica, por la presencia de abundantes restos de atifles de pequeñas dimensiones, pero no han aparecido ni espacios de testar ni deshechos de cocción lo suficientemente significativos como para aclarar este aspecto. Lo cierto es que sí se documentan algunos fragmentos de figurillas de barro, tipo belén, algún otro de campanillas y el citado jarrito por lo que suponemos que estarían dedicados a la producción de piezas de pequeño tamaño, como estas que acabamos de citar. Cerca de este solar, en la calle Blanqueo Viejo se excavaron unos hornos muy parecidos a los nuestros destinados precisamente a la producción de figuras de barro (Gallegos Castellón 2003Gallegos Castellón, L. 2003: “Actuación arqueológica en el solar de la calle Blanqueo Viejo nº19 y plaza del Conde nº1 (Granada)”, Anuario Arqueológico de Andalucía 2000, T. III, pp. 582-590.).

Se asocian a los hornos varias capas de tierra y escombro contemporáneas a aquellos, destacando la existencia de tierra anaranjada con cal que forma parte del derrumbe de antiguos muros de tapial. Debajo del nivel de implantación de estos hornos aparece otro estrato con abundante cerámica morisca8Con el término de “cerámica morisca” nos referimos a las producciones del siglo XVI, alboradas por artesanos moriscos, que presentan unas características formales muy concretas y que fueron sustituidas en el siglo XVII, a partir de su expulsión, por alfareros procedentes de otras zonas de la Península Ibérica. Sobre la cerámica de este periodo, Rodríguez Aguilera y Revilla Negro (1996) y Rodríguez Aguilera y Bordes García (2001). que al excavarlo permite apreciar por primera vez una organización compleja apuntando la existencia de varias casas, de las que teníamos referencias por los datos históricos, y una cierta organización urbana por la presencia de un adarve y una calle.

3.2.2. Adarve

 

Se trata de un vial excavado en la roca (Fig. 4), con una anchura que oscila entre 1,10 y 1,20 m orientado de suroeste a noreste en sentido ascendente. Parte de su superficie de paso es la misma roca, pero en otros puntos conserva un pavimento de fragmentos de losas de barro con recuadros de empedrado. Uno es de cantos pequeños y otro de lajas medianas colocadas en espiga, formando un curioso damero (Fig. 5). Es un ejemplo muy temprano del uso de este tipo de pavimentos en espacios públicos que no se usan hasta el siglo XVII. Destaca también la existencia de una canalización hecha con alizares, adosada al lateral sur del adarve que lo recorre en la mayor parte de su trazado. Recoge el agua de lluvia y también la procedente de varios canales excavados en roca que recogían las bajantes de las fachadas que daban al adarve para conducirla a un pozo excavado en la calle.

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Figura 4.  Vista del adarve excavado en la roca.
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Figura 5.  Detalle del pavimento del adarve y del sistema de recogida de agua.

3.2.3. Posible espacio público (plazoleta)

 

El adarve desemboca en un espacio de planta trapezoidal, delimitado por muros en tres de sus lados, pavimentado con losas de barro de 0,29 × 0,22 m dispuestas en espiga, y en el centro un alcorque de planta cuadrada, de 0,60 m de lado (Fig. 6). En el lado norte hay una puerta con el escalón de acceso expoliado, que daba paso a una estancia con un pavimento de ladrillo, situado a una cota superior a la del exterior, conectada en algún momento con la casa 2, tal como veremos seguidamente. En el extremo sur, el horno 1 monta encima de un pequeño murete que cierra este espacio. La conexión con el callejón de la Estrella se hacía por un vano de 0,80 m abierto en el muro de delimitación por el norte, conservando los restos de un escalón con un alizar mientras que el resto se ha perdido.

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Figura 6.  Vista general del espacio identificado como plaza, conectado al fondo con el adarve. Amortizado por el horno.

Aparentemente parece un patio de casa, pero la conexión directa con el adarve, que se hace a través de un vano que no tiene cierre, y la conexión con otro que parece relacionarse con el callejón de las Estrellas, nos lleva a proponer la hipótesis de que se trata de un espacio abierto, a modo de pequeña plaza interior, usada por los miembros de las casas que la delimitan (Fig. 7). Otro aspecto interesante es que, en el cierre por el sur, también en la zona de contacto con la crujía este de la casa 2, existen los restos de un vano, marcado por una fila de bordillos de barro vidriado en verde, que podría formar parte de una ventana que daba a este ámbito.

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Figura 7.  Vista general de la posible plaza y su relación con la casa 2.

Esta posición con respecto al viario es lo que nos hace plantear su funcionalidad como espacio abierto de tránsito, a modo de plaza de uso público o privativo de los habitantes de las viviendas con las que se relaciona.

3.2.4. Casa 2

 

Edificio de planta trapezoidal de tendencia triangular. El acceso se encuentra conectado directamente con el adarve por medio de una puerta con una única jamba de ladrillo con mocheta (0,30 m de anchura y mocheta de 0,12 cm), lo cual nos indica que sería de una sola hoja que se abría hacia el interior, quedando alojada en la cara del pilar de ladrillo. El hueco, con una anchura de 0,78 m, estaba parcialmente sellado con alizares del canal del adarve que habían sido reutilizados para tapiarla. Da paso a un zaguán de planta casi rectangular, delimitado hacia el este por un muro de fábrica mixta en el que se abre una puerta de acceso al patio, enfrentada con la de la calle. Interiormente conserva un banco de fábrica y restos de un pavimento de ladrillo colocado en espiga que está parcialmente hundido porque se construyó sobre un relleno poco compactado (Fig. 8).

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Figura 8.  Vista general en perspectiva de la casa 2, identificando los principales espacios.

La puerta de paso al patio es ligeramente más estrecha que la de la fachada, con 0,70 m, sin mocheta ni quicialera para poder ser cerrada. El patio, también de planta trapezoidal, es muy interesante por varios aspectos: el primero tiene que ver con el sistema de acceso a la casa ya que, si bien ambas puertas están enfrentadas -algo inusual en la arquitectura andalusí- para salvaguardar la intimidad del interior, una vez franqueado el acceso al patio se crea un corredor de 0,74 m de anchura, acotado por un murete de ladrillo que obligaba a hacer un quiebro, ocultando el interior del patio de las miradas desde la calle (Fig. 9). Tiene un pavimento de losas rectangulares (de 0,29 × 0,22 m) colocadas en espiga (Fig. 10), existiendo un espacio ligeramente más elevado en el lateral sur, a modo de galería cubierta de 0,88 m de anchura por 3,20 m de longitud, con un bordillo vidriado en verde y un suelo de ladrillos más finos (0,29 × 0,13 m), con un engobe rojizo. También conserva un desagüe para la recogida de aguas pluviales, colocado en una posición excéntrica, cubierto por dos fragmentos de cerámica. Al levantarlos, comprobamos que conecta con un pozo excavado en la roca y que tiene aproximadamente 1 m sin relleno hasta alcanzar la cota del patio. El agua se filtraría de forma natural por este punto.

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Figura 9.  Casa 2. Acceso al patio desde el zaguán, creando una entrada en recodo.
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Figura 10.  Fachada del salón principal de la casa 2.

Al este se encuentra la crujía principal, formada por un muro de 4 m de longitud, 0,46 de anchura y un alzado máximo conservado de 1,20 m. La puerta de acceso es de 1 m de paso, conservando dos piezas de piedra caliza de color pardo en el extradós con sendos quicios (Fig. 11), las jambas son dos pilares de ladrillo y la del lado norte conserva la base de una taca, con un alizar vidriado en verde. Interiormente queda enmarcada por una almatraya cuadrada de 1 m, delimitada por bordillos también vidriados en verde y olambrillas renacentistas. La crujía tiene 2 m de anchura y pavimento de ladrillo en espiga, con dos espacios diferenciados en los extremos: una alhanía o espacio para una cama en el lado sur, y en el norte un ámbito de mayor tamaño, otra posible alhanía, que probablemente en un momento dado fue tabicado para separarla del salón principal, donde se señala un umbral con cinco ladrillos colados a tizón. Queda cerrada por el norte con un muro de tapial rojizo. En un momento dado debió existir una conexión con la estancia contigua, a la que se accede desde el patio o plaza porque se aprecia un hueco, posteriormente sellado con piedras. Este muro de tierra monta sobre la facha interior, de modo que es posible que pertenezca a una fase de reformas. Destaca también que el cierre por el sur es otro muro de tapial si bien este parece que es más antiguo, por lo menos de época nazarí. Por tanto, se intuyen al menos tres fases diferentes.

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Figura 11.  Detalle de quicialeras exteriores y almatraya de acceso al salón principal de la casa 2.

Al norte del patio existe otra crujía orientada de este a oeste que en origen era un pórtico con tres pilares de ladrillo, cuadrados (0,30 m de lado), que fueron cegados para formalizar el nuevo espacio. El vano central se selló con fábrica de ladrillo en distintos aparejos, mientras que el más próximo a la crujía oriental se hizo con tapial y un murete de ladrillos a panderete por el intradós. En el interior, debajo de un derrumbe, y sobre un pavimento de ladrillo, se encontró en la esquina una cocina delimitada por un bordillo a sardinel (Fig. 12) y en el interior un espacio para las brasas. Junto a esta, adosado al muro del fondo, quedan los restos de un banco corrido, de 2 m de longitud y 0, 30 m de anchura. El tercer pilar -el más occidental- se encuentra desmontado en su totalidad por la incorporación de una caja de escalera. En la esquina, y embutido en el muro, hay una tinaja con el cuerpo roto, que pudo funcionar como espacio de almacenamiento doméstico, a modo de alhacena (Fig. 13).

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Figura 12.  Hogar de la cocina en esquina de la casa 2.
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Figura 13.  Vista general del patio de la casa 2, desde el interior del salón principal.

3.2.5. Casa 3

 

La casa 3 es el complejo estructural que aparece en la esquina suroeste, al que se adosa la casa 2. Es una vivienda de planta casi cuadrada, más antigua que la casa 2 (Fig. 14).

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Figura 14.  Casa 3. Patio con alcorque central y pilares del pórtico.

El muro de fachada da al adarve, construido con una fábrica mixta de mampostería y ladrillo, intentando regularizar algunas hiladas, pero con bastante imprecisión. De hecho, se aprecian al menos dos fases, siendo la más antigua más ordenada, mientras que la segunda es una reconstrucción que añade un forro a la anterior, donde se utiliza un aparejo muy heterogéneo. Existe un hueco abierto que no es la puerta original ya que realmente se trata de una apertura en el momento de la demolición definitiva, a principios del siglo XVII, cuando es adquirida por Soto de Rojas. De hecho, en este punto, e invadiendo en parte el ámbito del adarve, se han excavado estratos con abundante cerámica de época morisca. Se accede a un espacio rectangular, de 3,06 × 1,84 m, con un pavimento de ladrillo en espiga, donde se aprecia una reparación importante que sustituye ese aparejo por otro de dos tizones y soga. En la esquina que hace con el muro, medianero con la casa 2, existe una zona quemada, donde además han aparecido algunas piezas de cerámica completas que apuntan a que en este punto pudo estar la cocina. Queda cerrado por el oeste con un tabique de ladrillos dispuestos a sardinel con otros de forma horizontal calzados con mampuestos. Realmente recuerda al cegamiento del pórtico del patio de la casa 2, y en este caso también termina en un pilar que además delimita el acceso al patio. Este pilar está alineado con otro y entre ambos, además del vano de la citada puerta, existe un cierre que al menos en una parte pudo estar abierto hacia el norte en una fase anterior. En el segundo pilar se conservan unos clavos insertados en las llagas de los ladrillos, quizás el anclaje de algún elemento adherido al paramento.

El siguiente ámbito es el patio (Fig. 15), que ocupa el centro de la casa, y tiene unas dimensiones de 3,2 por 4,5 m. Está pavimentado con losas de barro en espiga (0,29 × 0,22 m), apreciando alguna reparación importante, quedando ordenado de la siguiente forma:

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Figura 15.  Vista general del patio de la casa 3.

Al norte se encuentra la crujía principal, con 2 m de profundidad, y un vano de ingreso de 1,50 m, delimitado por dos jambas de ladrillo. El escalón de ingreso estaba decorado con alizares vidriados con una trama de rombos blancos, verdes y negros. Está precedido por un pórtico con dos pilares de ladrillo con unas dimensiones poco habituales (0,23 × 0,14 y 0,06-0,07 m de grosor), separados entre sí unos 2,15 m, creando un corredor de 1,15 m.

El espacio sur es el que conectaba con el acceso original, es decir, con el zaguán (Fig. 16). En frente, en el adarve, hay un pozo ciego. El interior del zaguán pudo estar conectado en origen con la primera sala que hemos definido como cocina, aunque también pudo tener un uso polivalente, quedando segregadas con el cegamiento del espacio entre pilares. Lamentablemente, lo mismo que se demolió la totalidad del muro, también fueron eliminados los pavimentos, habiendo quedado la base o arranque de un muro de mampostería, orientado de norte a sur y transversal a la fachada, que bien pudo ser una división original -lo cual descartaría que ambos espacios hubieran estado comunicados, al menos de forma diáfana- o el basamento de un banco corrido. Esta segunda propuesta nos parece más apropiada, debido a la poca consistencia de la fábrica.

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Figura 16.  Zaguán y posible cocina de la casa 3.

En el lateral este existe una estructura muy interesante: se trata de una crujía de 3,30 m de longitud ligeramente elevada de la cota del patio, delimitada por tabiques de ladrillo, que tiene dos accesos: uno junto a la puerta de entrada desde la cocina, marcado por medio de un escalón con cinco ladrillos dispuestos a tizón, y otro centrado, con una almatraya de 1,18 × 1 m. En origen tuvo algunas olambrillas nazaríes intercaladas que fueron sustituidas por piezas de barro. El resto del pavimento también es de losas de barro (0,30 × 0,23 m). Solamente en las jambas del acceso central aparecen los muros reforzados y en el cierre por el norte hay un pequeño vano de 0,50 m que conecta con un corredor trasero. Realmente, de su análisis parece que en origen fue una especie de pabellón cuadrado, rodeado por un pasillo al norte y sur que lo dejaba exento en uno de los frentes del patio, a modo de sencilla qubba. En una segunda fase se incorporó el pasillo meridional, conformando entonces una crujía rectangular (Fig. 17). Este tipo de estructura también se documentó en la casa nazarí excavada en calle San José n.º 27 (Castillo y Gallegos 2004Castillo Rueda, M. A. y Gallegos Castellón, L. 2004: “Intervención arqueológica de urgencia realizada en c/ San José 27 (Albaicín, Granada)”, Anuario Arqueológico de Andalucía 2001, T. III, pp. 352-362.), con una organización muy parecida a la nuestra.

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Figura 17.  Pabellón del lado oeste del patio de la casa 3.

Finalmente, el lado oeste es el que presenta mayores dificultades. En primer lugar, porque el muro medianero de la casa parece haber sido reconstruido en gran parte en una época más reciente. Esto no significa que no guarde la alineación del de la casa original, pero el cambio en el aparejo es notable: en este caso se trata de una fábrica de cajones de mampostería bien definidos entre machones y verdugadas de ladrillo, con morteros de árido y cal, algo que tal como hemos ido viendo, no se da en los aparejos descritos. En cualquier caso, en el frente occidental encontramos las trazas de otro pórtico, que tenía tres puertas, la central de mayores dimensiones, con 1,31 m de longitud, enmarcada con un escalón de almatraya de piezas romboidales, queda separada de las otras dos -una a cada lado- por un murete de ladrillo de medio pie, tomado con argamasa anaranjada. Las del extremo norte tiene la misma solución decorativa en el escalón, mientras que la del extremo opuesto, situada enfrente de la ampliación de la crujía este, tiene un acabado muy similar, con cinco ladrillos dispuestos a tizón y una quicialera de piedra. El pavimento aparece cortado y debajo se aprecian los restos de un empedrado que podría ser parte de un patio más antiguo.

  • Al norte de la crujía este, y junto al salón principal, queda un espacio muy reducido que posiblemente pudo estar al aire libre, a modo de patio trasero. Se accede a través de un corredor que conecta con el pórtico norte y en este lugar encontramos una tinaja de agua que amortiza un arco de ladrillo, quizás de un pilar anterior.

  • Por último, con respecto al patio en el centro hay un alcorque de 1,23 × 1,14 m. Al excavar en su interior comprobamos que está construido sobre los restos de una pequeña alberca de tapial. Para transformarla se rompió la base, evitando de esta forma que se embalsase del agua, facilitando su filtración para poder plantar un árbol, y en el lado sur se encuentra el desagüe. Conecta con un canal que lleva el agua hasta el pozo ciego excavado frente al espacio de la fuente.

De la excavación de la casa 3 se deduce que esta, de planta mucho más regular, es la más antigua, fundada en época nazarí y reformada en época morisca. De la primera fase conserva la estructura original, con patio central y tres crujías. El patio tenía una pequeña alberca de tapial en el centro y es muy posible que la casa estuviera decorada con paños de alicatados en las paredes porque han aparecido un buen número de piezas en los rellenos (Fig. 18). A esta misma época pertenece el sistema de abastecimiento y el de evacuación de la alberca hasta el pozo ciego que hay en la zona de la puerta. No hemos encontrado evidencias que nos permitan situar las letrinas. La cocina podría estar situada en la sala contigua al zaguán. Teniendo en cuenta que falta un perímetro de 2 m por excavar, desconocemos las características del salón principal y la posible existencia o no de escalera que de existir debería encontrarse en el ángulo suroeste del patio, a la salida del zaguán.

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Figura 18.  Conjunto de alfileres, dedales y tronco de hilos de seda, procedentes de la casa 3.

3.2.6. Espacio exterior de la casa 3

 

Al norte del muro de cierre de la casa, que ya hemos apuntado su cronología, se produce un descenso de la cota de ocupación apareciendo una serie de estratos y estructuras de época más reciente y que no tienen nada que ver con la casa 3. Desde el punto de vista estratigráfico, existe un potente relleno de época contemporánea, caracterizado por la presencia de escombro. Alcanza un nivel en el que aparece abundante ceniza, restos de hierro y parte de la estructura de una “gloria”: tiene un pavimento de guijarros de tamaño medianos, muretes de ladrillo separados entre sí unos 16 cm aproximadamente de media, conservando cada fila un alzado de tres piezas. Se introduce por el perfil norte, donde se aprecia que existía una cubierta, también de ladrillo y en el fondo de cada canal un objeto de barro -olla o jarro principalmente- sellando la finalización.

Esta estructura, que probablemente haya que relacionar con un uso artesanal, se encuentra a 1,50 m por encima de un pavimento de ladrillo relacionado con el propio muro medianero y con un brocal para una tinaja de cuya base sale un atanor para distribuir agua a la casa que hay por debajo (Fig. 19).

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Figura 19.  Planta de las casas 1, 2 y 3.

3.3. Sector III

 

Tomando como referencia el muro medianero por el norte que comparten las casas 1 y 2 y que estuvo emergente no solo en el momento de trazar el jardín de Soto de Rojas, sino también en el periodo de funcionamiento de los hornos, se produce un salto topográfico muy importante, elevándose la cota del terreno natural. En este caso las estructuras arqueológicas comparten dos características: que se encuentran muy superficiales, y consecuentemente, que están muy arrasadas. Englobamos en este sector todos los restos que existen hasta otro muro, paralelo al principal situado más hacia el norte y que marca un cambio importante en la organización espacial en la excavación, en donde también se excavaron restos de varias viviendas, si bien la definición de su planta es más compleja.

El sector queda acotado por el norte con un muro de mampostería de cierre del conjunto de estructuras. La roca aflora muy superficialmente con buzamiento hacia el sur, produciéndose un salto acusado a la altura del muro medianero. A este se le adosan en su extremo oeste una tinaja, con brocal y un suelo de ladrillo a sardinel. Recibe el agua por medio de dos sistemas de atarjea, una más antigua y otra más reciente que pasa por encima del suelo, formada por una conducción de tejas cubiertas con ladrillos. Todo este conjunto es de cronología tardía, posterior al jardín de Soto de Rojas, por tanto, de finales del siglo XVIII en adelante, si bien con seguridad reutilizan otras de época medieval, como por ejemplo la tinaja que conecta con la de la casa 3 y que también debió de estar en uso en el jardín.

El suelo a sardinel se vincula con otro grupo de estructuras también adosadas al muro medianero, pero ocupando la parte central de la parcela. Son varios muros de mampostería muy heterogéneos, de difícil interpretación, pero que crean un espacio acotado, rectangular, al que llegaban al menos dos canales de agua, uno excavado en la roca, y otra de atanores, que fue utilizado como vertedero o muladar.

El centro de la plataforma lo forma el afloramiento de la roca, sin apenas estructuras, cubierto por un estrato generado tras las demoliciones de Pedro Soto de Rojas a partir de 1629 alcanzando un escalón picado en la roca, al que se le une otro de mampostería y dos pozos excavados en el sustrato natural, posiblemente de captación de agua a través de una bolsada en la Formación Alhambra, y luego reaprovechados como pozos ciegos.

Queda acotado hacia el este por parte un muro orientado de norte a sur y que parece delimitar un ámbito doméstico. Es de mampostería, conserva parte de un vano y un escalón para acceder a una plataforma superior formada por un relleno de cal que es la huella de expolio de un suelo de losas de barro, similar al de las casas 2 y 3. Tiene un alcorque lo cual es un claro indicio de que era una zona al aire libre -el patio- y al sur los restos de otra crujía. Dentro de este espacio, en una de sus esquinas, aparece un hogar, con algunas piezas completas de mediados del XVI en su posición original. Queda cerrada hacia el este por el muro de fachada de lo que pudo ser la crujía oriental. El patio se proyecta hacia el norte como ámbito de transición, conectado con la crujía oriental, con un pavimento de ladrillo, salvando el desnivel con dos escalones y accediendo a un segundo patio. Es de planta rectangular, de 4 × 5 m y aunque está totalmente arrasado, se aprecia que en el centro existía otro alcorque cuadrado (de 0,62 m de lado), un pavimento de losas de barro en espiga y dos andenes laterales, ligeramente elevados. El del lateral este tiene 1 m de anchura y el oeste es ligeramente más ancho, con 1,10 m.

Existe una fase anterior identificada por los restos de otro alcorque que no está centrado con el patio, seccionado por los muros de la casa. Es posible que formara parte de una casa de época nazarí remodelada de forma importante en el siglo XVI.

Además de estas estructuras, en la zona central documentamos un suelo a sardinel más reciente que monta por encima del muro de la casa morisca que delimita el Sector III. En el extremo meridional conserva un canal de alizares de barro que vierten agua a uno de los pozos. Está cubierto por una capa de tierra y escombro que permite fechar su construcción en el siglo XVIII, cuando ya había desaparecido el jardín. Apoya en los restos de un muro de una casa nazarí o morisca que se encuentra muy destruido. Se le adosa transversalmente el escalón de conexión con un ámbito a una cota inferior -posiblemente otro patio- marcado por una fila de alizares y un pavimento de ladrillo en espiga, donde se conserva una quicialera de piedra de la puerta. En la zona exterior, adosado al muro aparece un banco de 0,75 × 0,32 m, construido en mampostería y rematado por losas en la coronación.

El Sector III queda acotado al norte por el antiguo muro medianero de las casas moriscas y recapitulando, dentro de la complejidad interpretativa de este espacio, queda clara la existencia de al menos una casa (casa 4), distribuida en dos niveles en planta baja y con dos patios, además de un pozo.

3.4. Sector IV

 

El Sector IV es la estrecha franja de 1,60 m de anchura que ocupa la acequia que deriva el agua desde el aljibe de San Gregorio Alto, es decir, la propia acequia de Aynadamar.

En este espacio observamos como el canal más antiguo está excavado en la roca, con una anchura y profundidad de 0,30 m de media, orientado de noreste a sureste (Fig. 20). Esta primera conducción debió estar visible hasta mediados del siglo XVII y tras la desaparición del jardín de Pedro Soto de Rojas, fue reconstruida, con laterales de fábrica de mampostería y cubierta en la que utilizan algunas piezas procedentes del jardín. Esta reconstrucción estuvo en uso hasta bien entrado el siglo XX, siendo sustituida primero por un tubo de cemento, y finamente por una canalización, también de cemento que no debió de estar en uso mucho tiempo hasta que fue derivada por la actual calle San Gregorio. En cualquier caso, estas dos reconstrucciones cortaron la primitiva canalización. Lo importante es que la antigua acequia se vincula a una plataforma recortada en la roca, creando una superficie plana descendente en dirección suroeste, sellado por un estrato con cenizas y cerámica nazarí que podría ser el antiguo trazado de una calle que desapareció con la formalización del jardín. En tal caso sería el trazado nazarí de la calle del Agua.

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Figura 20.  Trazas antiguas de la calle del Agua y de la acequia de Aynadamar, excavada en la roca.

3.5. Sector V

 

Finalmente, la excavación termina en su extremo norte en el Sector V, definido desde la cara norte de la acequia hasta el límite de la excavación. Se caracteriza, como los anteriores, por un afloramiento de la roca y un arrasamiento de las estructuras anteriores, destacando únicamente la presencia del basamento de cinco muretes de ladrillo que parecen conformar dos parterres rectangulares, de 1,94 × 3,30 m, separados por un pasillo o andén de 1 m de anchura. Sin duda son las únicas evidencias arqueológicas de la organización del jardín de Soto de Rojas.

4. ANÁLISIS Y DISCUSIÓN DE LOS RESULTADOS

 

Los resultados de la intervención arqueológica muestran unos restos arqueológicos muy acotados en el tiempo, en concreto desde finales del siglo XV hasta finales del siglo XVII. Su inserción en el conocimiento que actualmente tenemos sobre el sector septentrional del arrabal de Albaicín lo convierte de gran interés para analizar desde una perspectiva arqueológica el proceso histórico que tiene que ver con los acontecimientos de la Granada morisca y la expulsión definitiva de sus pobladores. Junto con la excavación realizada en la Cruz de la Rauda, en 1989 (Burgos, López y Rosales 1991Burgos Juárez, A., López Salmerón, J. y Rosales Romero, J. 1991: “Excavación de urgencia en el solar situado en la cruz de la Rauda del Albaicín. Granada”, Anuario Arqueológico de Andalucía 1989, T. III, pp. 196-198.), es la que más puede aclarar todo el proceso de desarrollo urbanístico e histórico de la zona.

Partimos del conocimiento que tenemos hasta la fecha, sustentado en otras intervenciones arqueológicas y su interpretación, si bien no siempre han aportado restos de interés. Como decimos, la más interesante sin duda es la de Cruz de la Rauda, donde en una zona actualmente sin ocupación urbana, los cinco sondeos que se excavaron muestran una cierta organización espacial en torno a un eje este-oeste, descendente por la ladera que articula varios edificios. Según los arqueólogos, esta zona tiene su origen en época nazarí, pero fue abandonada a finales del siglo XVI (Burgos, López y Rosales 1991: 198Burgos Juárez, A., López Salmerón, J. y Rosales Romero, J. 1991: “Excavación de urgencia en el solar situado en la cruz de la Rauda del Albaicín. Granada”, Anuario Arqueológico de Andalucía 1989, T. III, pp. 196-198.). Este espacio se construyó amortizando un cementerio islámico, lo que nos lleva a pensar que se trata de una extensión de época morisca, no necesariamente de época nazarí. Sería por tanto un caso muy parecido al que hemos excavado, pero con la salvedad de que su desaparición no se hizo por su agregación a una parcela privada, sino que se quedó en el espacio público. La existencia del cementerio nazarí también fue confirmada en Cruz de la Rauda, n.os 17, 19 y 21 (Cárdenas y Gallegos 2005Cárdenas Garrido, A. y Gallegos Castellón, L. 2005: “Intervención arqueológica de urgencia realizada en la c/ Cruz de la Rauda, 17, 19 y 21 (Albaicín). Granada”, Anuario Arqueológico de Andalucía 2002, T. III, pp. 386-398.), en este caso un conjunto de 8 enterramientos de ritual islámico, dispuestos sobre el terreno natural que aparece a poca distancia de la superficie, siguiendo la orientación de la pendiente. Sobre estos restos se excavaron los cimientos de una vivienda de época actual y en otra parte del solar una capa de arcilla virgen sobre la roca.

Muy cerca, en la calle San Luis n.º 15 apareció parte de una casa, también de época moderna con tres niveles diferentes de suelo en una parte y en otra el afloramiento de la roca (Burgos 1991Burgos Juárez, A. 1991: “Excavación de urgencia en el solar situado en la calle San Luis nº15 del Albaicín (Granada)”, Anuario Arqueológico de Andalucía 1989, T. III, pp. 199-201.). En esta misma calle también se excavaron los n.os 20 (Mancilla y Román 2005Mancilla Cabello, M.ª I. y Román Punzón, J. 2005: “Intervención arqueológica de urgencia en c/ San Luis nº20”, Anuario Arqueológico de Andalucía 2002, T. III, pp. 400-407.) y 52, con resultados parecidos.

Tomando como eje la propia calle de San Gregorio, que es uno de los viales principales que estructuran el barrio desde su amurallamiento por su conexión entre la Puerta de Fajalauza y su prolongación por la calle del Agua, hasta el Arco de las Pesas, contamos con excavaciones en el n.º 22, n.º 42 y en la esquina con la calle Blanqueo Viejo, todas con resultados muy pobres, destacando únicamente la red de atanores.

En sus proximidades, en la calle Pagés los resultados han sido más productivos desde el punto de vista histórico. Así en el n.º 7 (Puerta y Cevidanes 2001Puerta Torralbo, D. y Cevidanes Pedrajas, S. 2001: “Intervención arqueológica de urgencia realizada en la c/Pagés nº7 (Albaicín, Granada)”, Anuario Arqueológico de Andalucía 1998, T. III, pp. 310-317.) en la fase más antigua, fechada entre el siglo XI y el XIII, se excavaron dos enterramientos con ritual islámico. Sobre este nivel fueron construidas una serie de estructuras utilizando aparejo de sillarejos de piedra arenisca. Se fechan en época nazarí, lo mismo que un braserillo de piedra tallada. Nuestros conocimientos actuales permiten plantear como hipótesis la posibilidad de rebajar considerablemente la cronología de todos estos restos: los primeros, el cementerio, podría ser del siglo X o anterior, contemporáneo al documentado en la calle Panaderos9Este cementerio con una fase romana sobre la que se dispone la islámica, ha podido ser fechada por medio de C14 entre el siglo IX y finales del siglo X (Bonet García 2010). por su ubicación extramuros y su relación espacial con las vías de acceso a la primera medina; y las estructuras domésticas del siglo XI-XII a partir de la descripción de su fábrica y al propio desarrollo experimentado a partir del siglo XI (Orihuela 2013Orihuela Uzal, A. 2013: “Granada, entre ziríes y nazaríes”, Arte y culturas de al-Andalus. El poder de la Alhambra, pp. 47-57. TF Editores & Interactiva S.L.U, Granada.). De época moderna quedan restos de una casa, posiblemente morisca.

En la placeta Carniceros n.º 11 esquina con calle Pagés (Puerta, Burgos y Cabrera 2010Puerta Torralbo, D., Burgos Juárez, A. y Cabrera Jiménez, E. 2010: “Intervención arqueológica preventiva: control de movimiento de tierras en ‘Bar Casa Torcuato’ situado en la Plaza Carniceros nº11 esquina c/ Pagés, en el Albaicín de Granada”, Anuario Arqueológico de Andalucía 2006, pp. 1500-1506.) existía un aljibe construido en los años 30 del siglo XX que ya había vaciado parcialmente el subsuelo. En el análisis del perfil norte se documentan siete unidades estratigráficas, las tres últimas de época medieval, sobre la roca. En este caso aparece a una profundidad de 1,30 m desde la rasante. En el perfil sur aparecen elementos vinculados con el paso del agua, posibles restos de un aljibe y del trazado histórico de la acequia de Aynadamar, cuestión planteada solo como hipótesis y que a tenor de los resultados de nuestra excavación debemos descartar.

Sistemas de conducción de agua excavados en la roca también aparecieron en Plaza de la Vieja n.º 7 (Muriel y Gallegos 2005Muriel Rodríguez, M. y Gallegos Castellón, L. 2005: “Informe sobre la intervención arqueológica de urgencia realizada en c/ Plaza Aljibe de la Vieja nº7, Albaicín (Granada)”, Anuario Arqueológico de Andalucía 2002, T. III, pp. 393-399.), sin que las arqueólogas propusieran ninguna cronología relativa para el mismo. Desconocemos además si esta canalización tenía relación directa con el citado aljibe.

Es de especial interés, por la similitud en el registro arqueológico con nuestra excavación, la ejecutada en calle Blanqueo Viejo n.º 19 y plaza del Conde n.º 1 (Gallegos 2003Gallegos Castellón, L. 2003: “Actuación arqueológica en el solar de la calle Blanqueo Viejo nº19 y plaza del Conde nº1 (Granada)”, Anuario Arqueológico de Andalucía 2000, T. III, pp. 582-590.). Aunque la autora define una fase de ocupación nazarí a partir de unos restos de patio excavados, por su semejanza a los que hemos excavado también podrían tratarse de casas moriscas del siglo XVI. Destaca también por la existencia de varios hornos similares a los excavados por nosotros, en este caso con una fecha también muy parecida (finales del siglo XVIII y principios del XIX).

Lo mismo podemos apuntar acerca de los resultados de la excavación en el callejón de la Alberzana n.º 2 (Mancilla, Román y Rivas 2003Mancilla Cabello, M.ª I., Román Punzón, J. y Rivas Antequera, M.ª J. 2003: “Intervención arqueológica de urgencia en el callejón de la Alberzana nº2 (Albaicín, Granada)”, Anuario Arqueológico de Andalucía 2000, T. III, pp. 560-565.), donde la fase de época moderna, del siglo XVI con estructuras bien organizadas, dan paso a un abandono y reordenación en el siglo XVIII.

De forma resumida, nos encontramos en un espacio extramuros hasta bien avanzado el siglo XIV, cuando queda protegido por la construcción de la muralla del Albaicín. Hasta esta fecha el arrabal del Albaicín se encontraba sin defensas y su desarrollo urbano era polinuclear, organizado en torno a distintos ejes (calle del Agua y su prolongación por la calle San Gregorio hasta la Puerta de Fajalauza), centros con capacidad de fijar población como la rábita Al-Baida u otras que fueron muy frecuentes en este sector del Albaicín o la mezquita aljama (Colegiata del Salvador). La presencia de la acequia de Aynadamar y los aljibes que se surten de ella también jugó un papel importante en la ordenación urbana de este espacio periférico del arrabal que se fue colmatando desde finales del siglo XV, aumentando tras la conquista de 1492, hasta 1571, momento en el que empieza una rápida despoblación de la que no se recuperará en varios siglos.

Otro de los ejes fundamentales, relacionados con la Puerta de Fajalauza, es la calle de San Luis que discurre hacia el sur hasta la yami’ al-Safà (mezquita de la Pureza; Seco de Lucena 1975: 147-148Seco de Lucena, L. 1975: La Granada nazarí del siglo XV. Patronato de la Alhambra, Granada.). Cerca de este lugar, en época nazarí hubo al menos otros dos centros de culto: en la calle Blanqueo Viejo, de nombre desconocido al que se asociaba una escuela (mahdara) de “enseñanza primaria”, utilizando un concepto actual, y la rábita de al-Hadif, posiblemente en la misma calle de San Luis o muy próxima a ella. De la antigua mezquita al-Safà solo se conservan los restos del aljibe que se ve en la misma calle. Es un depósito muy sencillo, de planta rectangular, construido en ladrillo y parcialmente excavado en la roca, sin solería alguna. Posiblemente era un aljibe de paso o de decantación del agua de un ramal secundario de la acequia de Aynadamar que abastecía a este sector del barrio (Orihuela y Vílchez 1991: 140Orihuela Uzal, A. y Vílchez, C. 1991: Aljibes públicos de la Granada islámica. Ayuntamiento de Granada, Granada.).

En definitiva, el trazado de la muralla engloba en origen espacios de expansión urbana, como el arrabal de al-Baida, lugares de enterramiento, espacios artesanales, los grandes espacios de la Xarea que resultaron incorporados y protegidos, además de otros muchos que fueron en origen zonas de huerta.

4.1. Los restos materiales del jardín de Pedro Soto de Rojas

 

Uno de los principales aspectos de la intervención era la documentación de los posibles restos del jardín de Pedro Soto de Rojas. Su estructura, descrita en el poema publicado en 1652Soto de Rojas, P. 1652: Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos. Imprenta Real, Granada. Disponible en Biblioteca Digital Hispánica, http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000202114&page=1 (consultado 25/03/2019). se organiza en siete mansiones, que coinciden en gran media con las siete casas moriscas adquiridas con anterioridad. Por tanto, ocupó una superficie mayor a la del solar que hemos podido excavar. Las referencias sobre la orientación de cada una y la mención a ciertos elementos que pueden ser identificados -como la acequia descubierta en la mansión quinta o el estanque de la cuarta- nos ayudan a localizar estos espacios en la excavación. De la excavación deducimos que los desniveles que se deducen del poema, con la subida y bajada de gradas, se corresponden con la diferencia de cotas que existía en la topografía original, con una zona amesetada y ligeramente más elevada en el centro dando paso a una depresión, que fue aprovechada para el trazado del adarve, y otra zona también plana, pero a una cota intermedia. No obstante, algunos puntos que presentaban un desnivel más acusado fueron rellenados con escombro para generar superficies más o menos horizontales como sectores independientes del jardín, es decir, las mansiones.

Los elementos que se identifican con claridad son el estanque de la mansión cuarta, descrito por Francisco de Trillo Figueroa de la siguiente forma:

Hacia el norte se sube con cinco gradas a la quarta mansión, donde ay un espacioso estanque lleno de pezes, con dos estatuas de jazmin que representan a Neptuno con un tridente en la mano, arrojando por sus tres puntas tres arroyos al estanque, y a Anfitrite, que haze lo mismno con un grande y dorado caracol que tiene en la diestra mano: en medio está una graciosa fuente que arroja muy alto la agua (Soto de Rojas 1652Soto de Rojas, P. 1652: Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos. Imprenta Real, Granada. Disponible en Biblioteca Digital Hispánica, http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000202114&page=1 (consultado 25/03/2019).).

Hoy día se conserva el estanque rodeado de cipreses y para acceder hay que salvar el desnivel existente con tres escalones. Conecta directamente con el Sector V de la excavación donde se excavaron dos parterres rectangulares (1,94 × 3,30 m) separados por un pasillo o andén de 1 m de anchura que es coincidente con la mansión quinta:

Baxase hazia el Poniente a la quinta mansion por entre dos mesas de arraijanes y murtas,// al derecho lado árboles, presidio de musicos pajarillos, al siniestro la cristalina azequia, que tropezando ruydosa, corre asombrada de unos ricos, abundantes parrales, que la acogen en su alvergue, entre dilatados mazeteros (Soto de Rojas 1652Soto de Rojas, P. 1652: Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos. Imprenta Real, Granada. Disponible en Biblioteca Digital Hispánica, http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000202114&page=1 (consultado 25/03/2019).).

Más complejo es determinar la disposición del resto de las mansiones. La primera y segunda son difíciles de situar porque desconocemos por dónde se accedía al jardín desde la casa, y por tanto el inicio del recorrido. La tercera parece corresponderse con la plataforma central, donde se excavaron los restos de la casa 4. La sexta se encuentra por debajo de la anterior, hacia el oeste, de modo que debió ocupar el espacio lateral de la Casa de los Mascarones, hoy ya edificado con construcciones actuales. Salvo los restos citados, restos de la taza de una fuente de mármol con unas garras de león (Fig. 21), y algunos elementos de barro, como fragmentos de friso, parte de una basa de columna (Figs. 22 y 23), también de cerámica, y no nos han llegado más evidencias de los elementos ornamentales del Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos.

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Figura 21.  Detalle de fragmento de taza de fuente de mármol con garras de león, procedente del jardín de Soto de Rojas.
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Figura 22.  Base de columna de barro cocido. Elemento decorativo del jardín de Soto de Rojas.
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Figura 23.  Fragmento de friso de barro cocido. Elemento decorativo del jardín de Soto de Rojas.

4.2. Las casas moriscas

 

Sin embargo, uno de los aspectos más sobresalientes de la excavación ha sido la posibilidad de excavar un conjunto de viviendas moriscas completas, bien fechadas en el momento de su abandono, ya que normalmente en las intervenciones arqueológicas solo se documentan aspectos muy fragmentarios o, cuando se trata de inmuebles que aún se conservan en pie, son edificios de mayores dimensiones sobre los que se han producido importantes reformas. En este caso, estamos ante un conjunto de casas modestas, de pequeñas dimensiones, que nos dan una visión arqueológica diferente de la arquitectura doméstica morisca.

Antes de entrar a analizar las casas excavadas, ya descritas en las páginas anteriores, es necesario hacer una reflexión sobre la investigación arqueológica de las casas moriscas de Granada. Algunas de ellas, las más singulares -Horno del Oro o casas de la Cuesta del Chapiz, por ejemplo- fueron objeto de restauraciones antiguas en la que la presencia de la arqueología fue tangencial. No obstante, en las últimas décadas el número de intervenciones en casas moriscas se ha multiplicado de forma importante.

El estudio de la casa morisca presenta una larga tradición, entendida en parte como proyección de la tradición nazarí y los cambios introducidos por la influencia cristiana. La investigación se ha abordado desde las fuentes escritas y desde el análisis arquitectónico, con apoyo en menor medida de la arqueología.

Entre los primeros trabajos de este tipo destaca el de C. Argente del Castillo, quien en 1994Argente del Castillo, C. 1994: “La vivienda granadina. Una aproximación a su tipología (1492-1516)”, Cuadernos de estudios medievales y ciencias y técnicas historiográficas, XVIII-XIX, pp. 137-157. realizó una primera reflexión acerca de la vivienda granadina en el periodo comprendido entre 1492 y 1516, partiendo de datos precedentes en su mayor parte de los inventarios de bienes habices y las ordenanzas de la ciudad (Argente del Castillo 1994Argente del Castillo, C. 1994: “La vivienda granadina. Una aproximación a su tipología (1492-1516)”, Cuadernos de estudios medievales y ciencias y técnicas historiográficas, XVIII-XIX, pp. 137-157.). En primer lugar, aporta el dato de que, tras analizar una veintena de casas en la documentación, la superficie media de la vivienda tipo era de 50,3 m2 de solar y 38,9 m2 construidos, generalmente en dos plantas.

En su trabajo hace un recorrido por distintos aspectos, intercalando datos arqueológicos de yacimientos de distintas épocas, con problemáticas distintas no solo por su cronología sino también por su funcionalidad (espacios urbanos, rurales, artesanales, aristocráticos, palaciegos etc.) por lo que no siempre se puede establecer una correcta equivalencia a la hora de contrastar los datos. Sin embargo, hace una primera propuesta tipológica a partir de la documentación:

  • Casas con patio. En el muestreo realizado, estas suponen el 48,9 % de la superficie de la parcela (Argente del Castillo 1994: 151Argente del Castillo, C. 1994: “La vivienda granadina. Una aproximación a su tipología (1492-1516)”, Cuadernos de estudios medievales y ciencias y técnicas historiográficas, XVIII-XIX, pp. 137-157.), aunque hay ejemplos en los que ocupan más del 70 % y en otros solo el 10 %. En torno al patio se organiza el acceso (casa puerta o zaguán) y las habitaciones (palacios cuando es planta baja y cámara en planta alta).

  • Viviendas sin patio, que eran muy frecuentes, definidas como almacerías, algorfas y cámaras10Almacerías, o casa almacería cuando aunaba la función comercial y habitacional, una superficie variable entre los 12,43 m2 y los 49,28 m2, con varias plantas, normalmente mayor en superficie la superior, lo cual es un indicio del fenómeno de engalaberno. Las algorfas no se definen con el sentido que tradicionalmente lo hemos identificado en arqueología (cámara superior accesible), si no con funciones comerciales y de vivienda. Podían tener también dos plantas. En cuanto a la cámara queda descrita como vivienda de una única habitación, probablemente segregada de una propiedad mayor (Argente del Castillo 1994: 153)..

Sobre esta información ha vuelto recientemente A. Orihuela para hacer un ejercicio de plasmar gráficamente las descripciones de los inmuebles en forma de planos arquitectónicos, tanto para Granada (Orihuela 2015Orihuela Uzal, A. 2015: “Casas andalusíes en el libro de las mezquitas de Granada del año 1527”, en E. Díez Jorge y J. Navarro Palazón (eds.), La casa medieval en la Península Ibérica, pp. 465-485. Sílex, Madrid.) como Málaga (Orihuela 2022Orihuela Uzal, A. 2022: “Análisis arquitectónico de las casas y otras posesiones del cabildo de Málaga, según las descripciones del Quaderno del año 1527”, en M. E. Diez Jorge y A. Orihuela Uzal (eds.), Abierta de par en par. La casa del siglo XVI en el Reino de Granada, pp. 45-103. CSIC, Madrid.).

Otro trabajo que reflexiona sobre el carácter de lo mudéjar, lo morisco y el análisis material de los restos de la vivienda que, emergentes o soterrados, existen en Granada, lo hizo García Granados (2000)García Granados, J. A. 2000: “Vivienda y vida cotidiana en Granada (s. XVI). Entre la tradición y la ruptura”, en V. Salvatierra y P. Galera (eds.), De la Edad Media al siglo XVI, pp. 97-134. Universidad de Jaén, Jaén., destacando las contradicciones de los análisis arqueológicos realizados hasta el momento.

La casa morisca está directamente relacionada con la tradición de la casa andalusí (Almagro y Orihuela 2001Almagro, A. y Orihuela, A. 2001: “De la casa andalusí a la casa morisca: la evolución de un tipo arquitectónico”, en J. Pasini, J. (coord.), La ciudad medieval: de la casa al tejido urbano. Actas del primer curso de Historia y Urbanismo Medieval organizado por la Universidad de Castilla-La Mancha, pp. 51-70. Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca.). Una de sus características elementales es la de un edificio cerrado hacia el exterior, con pocos vanos hacia el interior, con patio central, normalmente de tendencia alargada orientado de norte a sur, como disposición preferente, con uno o varios zaguanes que permitían el acceso desde la calle hasta una de las esquinas del patio (Almagro y Orihuela 2001: 51Almagro, A. y Orihuela, A. 2001: “De la casa andalusí a la casa morisca: la evolución de un tipo arquitectónico”, en J. Pasini, J. (coord.), La ciudad medieval: de la casa al tejido urbano. Actas del primer curso de Historia y Urbanismo Medieval organizado por la Universidad de Castilla-La Mancha, pp. 51-70. Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca.). Los salones principales suelen ubicarse en los lados menores, con pórticos delanteros, mientras que en las crujías laterales ocasionalmente podía existir una planta alta o algorfa, albergando en planta baja el resto de dependencias auxiliares (cocina, letrinas, estancias secundarias etc.).

La casa morisca en cierta medida tiende a mantener este esquema, con un desarrollo importante en altura, siendo la consecuencia lógica la aparición de galerías. Este elemento, del que ya se tienen evidencias arqueológicas de su existencia desde época almohade (Siyasa; Navarro y Jiménez 2007Navarro Palazón, J. y Jiménez Castillo, P. 2007: Siyasa. Estudio arqueológico del despoblado andalusí (s. XI-XIII). Fundación El Legado Andalusí, Murcia.) y su presencia en algunos ejemplos de arquitectura tardo-nazarí (Almagro y Orihuela 2001: 61Almagro, A. y Orihuela, A. 2001: “De la casa andalusí a la casa morisca: la evolución de un tipo arquitectónico”, en J. Pasini, J. (coord.), La ciudad medieval: de la casa al tejido urbano. Actas del primer curso de Historia y Urbanismo Medieval organizado por la Universidad de Castilla-La Mancha, pp. 51-70. Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca.) se generalizó a partir del XVI, realizando reformas para ganar espacio en altura.

También se identifican cambios importantes en los patios nazaríes, especialmente en aquellos inmuebles aristocráticos (Almagro y Orihuela 2001: 59-60Almagro, A. y Orihuela, A. 2001: “De la casa andalusí a la casa morisca: la evolución de un tipo arquitectónico”, en J. Pasini, J. (coord.), La ciudad medieval: de la casa al tejido urbano. Actas del primer curso de Historia y Urbanismo Medieval organizado por la Universidad de Castilla-La Mancha, pp. 51-70. Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca.).

El proceso de aculturación en el que desemboca la casa morisca tuvo menos influencia en la arquitectura doméstica que en otros ámbitos culturales (Orihuela 2002Orihuela Uzal, A. 2002: “La casa morisca granadina, último refugio de la cultura andalusí”, VIII Simposio internacional de mudejarismo. De mudéjares a moriscos: una conversión forzosa, pp. 753-763. Instituto de Estudios Turolenses, Teruel.), conservando dos de los valores más importantes heredados de la casa nazarí: la privacidad y el carácter introvertido de su desarrollo.

Uno de los aspectos sobre los que incidirá la política castellana sobre la minoría morisca tiene que ver precisamente con estos aspectos, obligando en distintos momentos a mantener las puertas abiertas y visible el interior desde la calle. Esto no implica solamente la necesidad de “mantener la puerta abierta”, con el fin de evitar congregaciones de hombres que pudieran formar conspiraciones de tipo violento, sino también un cambio en la configuración del zaguán como espacio de transición entre lo público, a través de la puerta, y lo privado, que tenía como pieza central el patio de la casa. En el memorial de D. Francisco Núñez Muley se expresa el malestar que esta disposición originó entre los moriscos (García Arenal 1975: 53García Arenal, M. 1975: Los moriscos. Editorial Nacional, Madrid.).

Este fenómeno se ha documentado arqueológicamente en algunas casas moriscas, como por ejemplo en la calle Almez 2 y 4 (Rodríguez Aguilera 2004Rodríguez Aguilera, A. 2004: “Informe-memoria de la excavación arqueológica de urgencia c/Almez nº2 y 4, Albaicín, Granada”, Anuario Arqueológico de Andalucía 2001, vol. III, pp. 371-382.) o en la Casa Yanguas 2 (Orihuela 2002: 756Orihuela Uzal, A. 2002: “La casa morisca granadina, último refugio de la cultura andalusí”, VIII Simposio internacional de mudejarismo. De mudéjares a moriscos: una conversión forzosa, pp. 753-763. Instituto de Estudios Turolenses, Teruel.).

También hay varios factores para tener en cuenta para su análisis en el conjunto urbano: aún existen pocos datos para conocer el parcelario medieval, a pesar de la abundancia de intervenciones arqueológicas, aunque hay algunos indicios que apuntan a un rápido crecimiento a partir de principios del siglo s. XV (Orihuela 2001Orihuela Uzal, A. 2001: “La casa andalusí en Granada. Siglos XIII-XVI”, La casa meridional. Correspondencias, pp. 299-314. Consejería de Obras Públicas y Transportes, Sevilla.), ocupando nuevos espacios y aprovechándolos mejor, ganando en altura o segregando parcelas a partir de otras mayores. El proceso a la inversa se produjo en dos momentos: tras la conquista de Granada en 1492 y muy especialmente tras la Guerra de las Alpujarras (1568-1571) y la posterior expulsión de los moriscos, que afectó especialmente al barrio del Albaicín, provocando una despoblación importante (Orihuela 2001: 302Orihuela Uzal, A. 2001: “La casa andalusí en Granada. Siglos XIII-XVI”, La casa meridional. Correspondencias, pp. 299-314. Consejería de Obras Públicas y Transportes, Sevilla.), tal como comprobamos en el caso de la excavación del antiguo jardín de Soto de Rojas.

En cuanto a las características formales de la casa morisca, que mantiene partes importantes de la estructura nazarí (opacidad de las fachadas para garantizar seguridad e intimidad en el interior, zaguán con acceso en recodo, crujía principal en el lado norte, presencia de agua en el patio etc.), se le sumó la influencia de la arquitectura castellana identificada por la incorporación de elementos de madera tallada y de galerías alrededor de los patios para facilitar la circulación (Orihuela 2001: 306Orihuela Uzal, A. 2001: “La casa andalusí en Granada. Siglos XIII-XVI”, La casa meridional. Correspondencias, pp. 299-314. Consejería de Obras Públicas y Transportes, Sevilla.). La variedad tipológica permite soluciones distintas, adaptándose a cada caso, como por ejemplo en Casa Yanguas 2, Cuesta de las Tomasas 12, San Luis Alto 9 o San Buenaventura 7 (Orihuela 2001: 307-310Orihuela Uzal, A. 2001: “La casa andalusí en Granada. Siglos XIII-XVI”, La casa meridional. Correspondencias, pp. 299-314. Consejería de Obras Públicas y Transportes, Sevilla.).

4.2.1. Análisis arqueológico de las casas moriscas del jardín de Soto de Rojas

 

La excavación arqueológica ha permitido recuperar un conjunto de estructuras en las que se identifican varias casas y dos calles, una secundaria (adarve) y otra que parece ser el trazado de la primitiva calle del Agua. Es una de las pocas ocasiones que podemos tener una visión de conjunto como la que ofrece esta intervención.

Estructura urbana y parcelario

Un aspecto que es difícil de analizar es el del parcelario. En Granada rara vez puede rastrearse arqueológicamente, salvo en los casos en los que se puede hacer una lectura de la estructura urbana actual para reconocer las huellas del trazado que subyace. En el caso del solar excavado concurren varios factores que a priori invalidaban esta posibilidad: las casas nazaríes -luego moriscas- adquiridas por Pedro Soto de Rojas fueron unificadas en una única parcela que sirvió para la implantación del jardín. La finca resultante con el tiempo sufrió segregaciones importantes, habiendo llegado hasta nuestros días como un solar alargado, delimitado al noreste por el callejón de las Estrellas, y al este por la calle de San Gregorio. En ambos casos se trata de viarios antiguos, el segundo reconocido en la documentación como la “calle real” y el segundo se rastrea en la planimetría histórica. Hay otro elemento que confirma la antigüedad del callejón de las Estrellas: los restos de la tapia original que cerraba el jardín, mandada construir por el poeta en 1629. La obra la hizo Alonso de Antequera, maestro de albañilería, vecino del Salvador, cercando “de tapias el corral de las casas de campo del canónigo Pedro Soto de Rojas, linde con las huertas de la dicha casa y la calle Real [es decir, San Gregorio] que va junto a san Gil” (Gila Medina 2000: 327Gila Medina, L. 2000: Maestros de cantería y albañilería en la Granada Moderna, según los escribanos de la ciudad. Ilustre Colegio notarial de Granada, Granada.). El contrato estipula que pondría la mano de obra, herramientas y agua, a 2,5 reales por cada tapia.

En la excavación destaca la existencia de dos ejes viarios: uno de carácter principal, que es la proyección de la propia calle del Agua por la que discurre el antiguo cauce de la acequia de Aynadamar. El trazado de la calle se vio seccionado a mediados del siglo XX por la apertura de la calle Pagés. Los restos aparecidos demuestran que la perdida de importancia de esta calle en su sector noreste que ya quedó en parte anulada en el siglo XVI, incorporándola a las viviendas existentes. Este fenómeno de apropiación de un tramo de la calle, que supone su sustitución como eje principal en favor de la calle San Gregorio, donde se había levantado la iglesia parroquial entre 1526 y 1529 (Barrios 1998: 488-489Barrios Rozúa, J. M. 1998: Reforma urbana y destrucción del Patrimonio Histórico en Granada. Junta de Andalucía y Universidad de Granada, Granada.), ya se había consumado en 1619, cuando Soto compra la casa por lo que deducimos que ya se había producido bien en época nazarí -algo poco probable por la servidumbre de paso que supondrían el paso de la acequia de Aynadamar- o a lo largo del siglo XVI como parte de los cambios que afectaron a la estructura urbana de la antigua ciudad islámica. La aparición de este tramo de calle conecta con la salida del callejón de las Estrellas hacia la calle San Gregorio porque en origen también formó el trazado medieval de la calle del Agua.

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Figura 24.  Trazado de los ejes viarios en base a los datos arqueológicos, superpuestos sobre el parcelario de 1939, previo a la apertura de la calle Pagés, identificando los límites de las casas y jardín de Pedro Soto de Rojas.

El otro eje es el adarve, que tiene una anchura de 1,10-1,20 m, orientado de norte a sur con una ligera variación, y que permitía acceder al interior de la manzana. En el extremo norte existe un espacio abierto que interpretamos como pequeña plaza que conecta con el callejón de Las Estrellas, por tanto, de carácter público, aunque también podría ser el “fondo de saco” del viario que termina en este punto y que tendría su acceso por el sur, aprovechando una pequeña vaguada natural, siendo de uso privativo de los habitantes de las casas a las que daba acceso.

Entre ambos existe un muro, también orientado de norte a sur, que crea dos terrazas, más alta la que tiene acceso por calle San Gregorio y más deprimida el resto. Con estos dos elementos -viales y muro- podemos intuir en gran medida la división en parcelas antes del siglo XVI reconociendo cuatro:

  • Parcela I: situada en la zona occidental, en la plataforma superior, delimitada por la propia calle del Agua y la calle Real. Se ha excavado una superficie de 60,34 m2, aunque en origen pudo alcanzar casi los 400 m2.

  • Parcela II: Al sur de la calle del Agua, en la zona central del solar, en la plataforma superior, con 192 m2.

  • Parcela III: ocupa la terraza inferior y queda delimitada entre el muro y el adarve, en la que hay dos casas producto de una segregación posterior. Aquí se encuentran las casas 2 y 3, pero la segunda es más antigua. Tiene una superficie de 160 m2.

  • Parcela IV: También en la terraza inferior, al este del adarve. Excavada solo parcialmente tiene 55,66 m2, aunque si la ponemos en relación con el parcelario pudo alcanzar algo más de 150 m2.

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Figura 25.  Propuesta de ordenación parcelaria de la zona excavada.

Distribución de los espacios

De todo el conjunto solo se ha conservado la planta completa de las casas 2 y 3, y en menor medida las de las casas 1 y 4, aunque en este caso es más difícil proyectar una planta hipotética. En cualquier caso, el patio es la pieza central a partir del cual se distribuyen el resto de las estancias. El acceso desde el exterior se hace por medio de puertas que dan unas al adarve y otras lo harían a la calle San Gregorio. En ningún caso las puertas se encuentran enfrentadas: la puerta de la casa 1 no coincide visualmente ni con la de la casa 2 ni con la casa 3. Solamente identificamos con claridad la existencia de zaguán en las casas 2 y 3: se trata de piezas de planta rectangular o trapezoidal, con un espacio interior relativamente amplio, como por ejemplo en la casa 1, que podría tener un uso polivalente (acceso, espacio de almacenamiento, cuadra o incluso tienda), y en los dos casos el acceso al patio se encuentra frente a la puerta de la calle, evitando el característico recodo de la arquitectura andalusí, ajustándose a la normativa castellana impuesta a los moriscos. Sin embargo, observamos que existe un recurso arquitectónico que si bien cumple con esta obligación permite reproducir el recodo, salvaguardando la intimidad del patio de las miradas exteriores mediante la construcción de un tabique en el intradós de la puerta generando un corto corredor que obligaba a realizar el recodo de ingreso, pero ya en el interior del espacio abierto.

En cuanto a las crujías, alargadas y con una achura media de 2,5 m, se sitúan en los laterales norte, este y oeste preferentemente, dando una planta final en U o en L. En algunos casos se trata de salones que reproducen de manera esquemática el sistema de división tripartita interior, con dos alhanías laterales (casa 2), y en otros aparecen como piezas aisladas por sus laterales, a modo de pabellón (casa 3).

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Figura 26.  Planta de la casa 1.
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Figura 27.  Planta y evolución de la casa 2.
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Figura 28.  Planta esquemática de la evolución de la casa 3.

En la parcela II encontramos restos muy fragmentarios pero que nos permiten intuir la existencia de una casa -la casa 4- organizada en dos niveles y con dos patios, uno inferior y otro a una cota ligeramente superior al que se accedía por medio de un pórtico, ascendiendo dos peldaños. Ambos son de planta irregular y en origen estuvieron pavimentados con losas de barro, con un alcorque en el centro cada uno de ellos.

Otro aspecto importante es el abastecimiento y saneamiento de las viviendas. No hemos encontrado sistemas de atanores que llevaran el agua hasta el interior, salvo en la casa 3 donde existe un brocal y tinaja en la esquina noreste. El hecho de que en el patio hubiera una pequeña alberca de tapial de la fase nazarí (s. XV) implica que necesariamente debió tener un sistema de abastecimiento directo para su llenado. No se ha podido documentar, bien porque despareció en las reformas del siglo XVI o bien porque permanece oculto debajo de los pavimentos. En el resto de las casas no hay evidencias de este tipo de redes de abastecimiento por lo que deducimos que debía transportarse desde un punto de toma de agua por medio de acarreo.

Llama la atención este hecho y la proximidad a la acequia de Aynadamar, de la que no se documenta ninguna derivación para las casas. Esto puede ser debido a que cuando se urbaniza todo este sector y se construyen las viviendas, las servidumbres de agua ya están muy consolidadas y no es posible dotar de agua a las nuevas. Esto explicaría la existencia de dos pozos, en la zona central de la terraza superior, en la parcela 2, que, excavados en la Formación Alhambra11Con el término Formación Alhambra identificamos el sustrato geológico que predomina en el cerro de la Sabika (Alhambra) y Albaicín. Se trata de un conglomerado de origen aluvial, con distinta granulometría y nivel de cementación variable, depositados durante el Mioceno., llegarían hasta una bolsa de acuífero intercalada en el conglomerado para su aprovechamiento. Cuando dejaron de ser útiles fueron utilizados como pozos ciegos. Esta situación con respecto a la acequia cambió sustancialmente a finales del siglo XVI, consiguiendo Soto de Rojas aprovechamiento de esta.

Con respecto al saneamiento, el sistema más característico es la recogida de aguas pluviales en el adarve, que se canalizan por medio de una pequeña acequia situada en el borde sur y que desciende hasta un pozo situado en el centro. En la casa 2 existe un sumidero en el patio que da directamente a un pozo, y en la casa 3 el desagüe de la antigua alberca conectaba con una canalización que conducía el agua fuera de la casa por la puerta, hasta la calle, uniéndose de nuevo con un pozo excavado en la roca. Todo parece indicar que el agua se evacuaba por filtración.

En cuanto a las parcelas I y II, en la parte alta del solar, aunque aquí el registro se encuentra francamente mermado, la presencia de algunos sistemas de atanores y atarjeas indican que las aguas sobrantes se condujeron a un pozo negro que había por encima del muro de aterrazamiento. En los restos del patio inferior de la casa 4 quedan los restos de un registro de barro -una maceta- conectada con una canalización de atanores que sacaban el agua de lluvia al exterior por el callejón de Las Estrellas.

Técnicas constructivas

Muros

La mayor parte de los muros eran de tapial de tierra sobre un zócalo de mampostería, pero el resto del alzado no se ha conservado salvo en algún punto de forma excepcional. No obstante, también documentamos en dos casos fábricas exclusivamente de tapial, uno desde la base, con una hilada de piedras como cimiento. Se trata de una tapia de argamasa terrosa de color rojizo que servía de división interior del salón norte de la casa 2, pero se encuentra tan deteriorado que no ha conservado enlucido exterior ni huellas de mechinales. El otro tipo de tapial se corresponde con la tradicional tabiya nazarí, utilizada en la alberca de la casa 3.

Los zócalos tienen una anchura media de 0,40 m, con oscilaciones entre 0,46 y 0,48 m. Predomina la fábrica mixta, de mampostería y ladrillo, ordenada en hiladas que, si bien no son totalmente regulares, tienden a ello. En otro caso se aprecian reparaciones solo en ladrillo y/o mampostería.

Los muros más cuidados son los del salón norte de la casa 2 que tiene una longitud de 6,30 m, un alzado de 0,96 m y un grosor de 0,46 m. Se aprecian claramente cajones de mampostería encintada, con cajones de 0,46 m en la base y 0,29 m en alzado. Las verdugadas son dos hiladas de ladrillo colocadas a soga la inferior y a tizón la superior. Otros cierres se hicieron con ladrillo colocado en panderete o en hiladas en espiga.

Los pilares son siempre de ladrillo, con 0,40 m de lado, tomados con mortero de tierra y cal, salvo los que se utilizan en los pórticos que presentan otras dimensiones: los pilares del patio de la casa 3 son de 23 × 14 cm, y los del pórtico de la casa 2, que fueron macizados para construir la cocina, de 30 × 30 cm.

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Figura 29.  Detalle de la fábrica de los pilares del pórtico del patio de la casa 2 y su cegamiento.
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Figura 30.  Olambrillas de arista procedentes de las casas moriscas.
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Figura 31.  Restos de piezas de alicatados procedentes de la casa 3.

Pavimentos

La mayor parte de complejos estructurales excavados conservan parcial o totalmente restos de pavimentos. Los espacios de tránsito -especialmente el adarve- presenta un suelo mixto de empedrado y losas de barro, aunque el tratamiento mayoritario es la roca picada y mejorada con una capa de tierra apisonada.

En el interior de las viviendas encontramos varias soluciones. En el patio de las casas 1, 2, 3 y 4 se utilizan losas rectangulares de 0,29 x 0,20, colocadas en espiga, cubriendo la totalidad de la superficie. Los espacios laterales -pórticos existentes en las casas 2 y 3- quedan separados del patio por una fila de ladrillos colocados a tizón. En la casa 3 se mantiene el mismo tipo de losa intercalando pequeñas olambrillas cuadradas vidriadas en negro y blanco, otras en verde, y utilizando una pieza de cerámica alargada, a modo de escalón de transición con el espacio del pórtico oeste, vidriada en cuerda seca imitando una composición de alicatado romboidal bicolor (blando y negro) enmarcado en una franja verde.

En la casa 2 se utilizaron ladrillos colocados en espiga, salvando el pequeño desnivel con el patio con piezas de bordillo vidriadas en verde. Esta misma solución la encontramos también en el espacio identificado hipotéticamente como una posible plazoleta y en los patios de la casa 4.

El interior de las salas también presenta pavimentos de ladrillo, mayoritariamente colocado en espiga, con algunas reparaciones evidentes en las que se han colocado dobles hiladas, como por ejemplo en la cocina de la casa 3 o en el zaguán de la casa 2. Aquí los únicos elementos decorativos son la colocación de almatrayas, una ligeramente rehundida, enmarcada con bordillos vidriados en verde, con olambrillas de trazas renacentistas en damero en el acceso al salón norte de la casa 2, y otras únicamente marcadas en el pavimento con piezas de barro de diferente tamaño, como en el pabellón este de la casa 3.

También se han documentado pavimentos de ladrillo colocados a sardinel, especialmente en el Sector III, donde aparece un espacio alargado, orientada de este a oeste, con este tipo de suelo. Por sus características podría formar parte de la cuadra o corral de una de las casas adquiridas por Soto de Rojas en 1619.

Puertas

Las puertas exteriores son de una sola hoja, conservando una única mocheta en uno de sus laterales para alojarla. Sus dimensiones medias son de 0,80-1 m, lo mismo que las interiores, aunque en algún caso son de 1,20 m en el exterior. En los espacios interiores encontramos ejemplos de una sola hoja y de dos, de 0,40 m cada una. Los ejes se encajan en quicialeras de piedra caliza muy blanca en la que está labrado el hueco para fijarlos, con un diámetro medio de 0,10 m. En otros vanos no hemos encontrado huellas de que hubiera puerta alguna por lo que suponemos que se mantuvieron abiertos o cubiertos con algún tipo de elemento textil.

No se han conservado elementos de madera, pero por la disposición de los pilares y la existencia de escaleras podemos reconstruir la imagen de al menos la casa 2, con galería en el lado este y oeste.

En cuanto a la decoración, no han aparecido restos de yeserías, ni en los restos de los muros ni en los derrumbes producidos con la demolición, por lo que deducimos que no tuvieron este tipo de elemento. Sin embargo, sí se han documentado numerosas piezas de alicatados vidriados en verde, negro y blanco con distintas formas.

5. CONCLUSIONES

 

Recapitulando, la excavación ha permitido estudiar con detalle el proceso de saturación urbana de la parte alta del Albaicín tras la conquista castellana. A partir de una serie de viviendas y estructuras de época nazarí que se dividieron en unidades menores para dar respuesta a la presión demográfica que experimentó el barrio en el segundo cuarto del siglo XVI, podemos analizar el proceso de segregación de la población morisca en Granada que se concentró en este sector. Este fenómeno se mantuvo hasta la década de los 70 del siglo cuando tras la Guerra de las Alpujarras (1568-1571) la expulsión de la mayor parte de la población y la expropiación de los inmuebles de moriscos por parte del Consejo de Población provocó el fenómeno inverso, caracterizado por una despoblación masiva.

De todo el conjunto el que presenta un mayor interés es el formado por las casas 1, 2 y 3, ya que el resto se encuentran muy arrasadas, siendo difícil determinar con claridad los límites de cada una de las viviendas o el carácter funcional de algunos de los ámbitos, salvo aquellos que se relacionan con espacios abiertos y ajardinados con alguna plantación en alcorque. En esta zona queda claro que sobre las edificaciones nazaríes se produjeron cambios drásticos a partir del siglo XVI, empezando por la propia casa 3 que quedó configurada a partir de ahora como elemento central de todo el desarrollo posterior. En primer lugar, la estancia abierta al patio en la crujía de fachada se cierra parcialmente y se define un nuevo acceso al patio. Es precisamente en este lugar -en el patio- donde se perciben los cambios más importantes: la alberca se amortiza, destruyendo su vaso, y se convierte en un alcorque, mientras que el pavimento original se sustituye por uno de losas rectangulares de cerámica. El pabellón del lado este se amplía convirtiéndolo en una crujía más amplia. A partir de esta casa se construye la casa 2 que aprovecha los muros de la anterior para adosarse a ellos y formalizar una planta casi triangular. Ya hemos visto que se caracteriza por tener un zaguán con puerta de conexión con el patio enfrentada a la calle, evitando de esa forma el recodo tan característico de la casa islámica debido a las prohibiciones impuestas a los moriscos a partir de 1526, pero se solventa con la construcción de un muro construido inmediatamente una vez que se accedía. De esta forma se recuperaba la intimidad del patio. Este espacio es el centro de la casa 2 y tiene un pavimento de losas rectangulares, idénticas a la casa 3 y a los restos de las casas 1 y 4, sin alberca ni alcorque, solamente con un sumidero que ocupa una posición excéntrica. Tiene un andén en el lado oeste y un pórtico con tres pilares en el este. El salón norte, que es el principal, tiene 2 m de anchura, conserva las jambas de la puerta, de ladrillo, los restos del arranque de una taca en la de la derecha, y en el pavimento exterior dos quicialeras de piedra. El acceso al interior se hace por medio de una almatraya con olambrillas renacentistas, del siglo XVI, y su distribución muestra una pequeña alanía en el lateral occidental, para una cama, y otra más ancha en el oriental. A este mismo momento pertenece la construcción del espacio abierto de conexión entre las distintas casas y los viales, lo que hemos identificado como una placeta, en este caso con pavimento idéntico al de los patios y con alcorque central. El uso de este tipo de pavimento y la presencia de alcorques de unas dimensiones parecidas, salvo el de la casa 3 que es mayor, apuntan a una homogeneización en el diseño o al predominio de un gusto por plantar un elemento vegetal, quizás un arbusto o árbol, en el centro del patio de la casa frente a la tradición anterior de colocar un elemento de agua (fuente o alberca). Esta constante en San Gregorio también se ha documentado en calle Blanqueo Viejo n.º 19 y Plaza del Conde n.º 1 (Gallegos 2003Gallegos Castellón, L. 2003: “Actuación arqueológica en el solar de la calle Blanqueo Viejo nº19 y plaza del Conde nº1 (Granada)”, Anuario Arqueológico de Andalucía 2000, T. III, pp. 582-590.), con idénticos pavimentos en el patio y alcorque central.

Las casas moriscas presentan una fase de reformas muy evidentes en unos casos, y de gran calado, y en otros más tenues. Estos cambios se manifiestan normalmente en varias reparaciones de los pavimentos (casas 1 y 3), cegamiento de algunos vanos y reconstrucción de muros. Este último aspecto es interesante porque si bien las fábricas utilizadas no son de mucha calidad ni presenta un orden reconocible, sí se aprecia la reconstrucción de algunas estructuras, como por ejemplo el cierre por el norte del zaguán de la casa 2.

La finalización de la Guerra de las Alpujarras y el fenómeno de la confiscación de todos los bienes de los moriscos tiene en esta excavación una prueba arqueológica: las puertas fueron tapiadas tras la expulsión, para evitar su reocupación, y así aparecen en la excavación, con todos los accesos cegados. Cuando Pedro Soto de Rojas las compró para demolerlas se abrieron nuevos huecos, desde la calle y entre casas. Por los depósitos excavados hemos de suponer que en primer lugar fueron retirados todos los elementos susceptibles de ser reutilizados, como por ejemplo las carpinterías o elementos que pudieran tener algún valor. Luego se procedió al derribo. Las casas situadas en la parte más alta -casas 1 y 4- fueron demolidas hasta los cimientos y sus escombros echados sobre la vaguada que forma el adarve y las casas 2 y 3. Esto es lo que provocó la conservación de este conjunto.

NOTAS

 
1

Todas las imágenes y figuras utilizadas en este trabajo proceden de Gespad al-Andalus SL.

2

Usamos la edición de 1652 de la Biblioteca Nacional de España. Pedro SOTO DE ROJAS, Parayso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos [Texto impreso]: con los fragmentos de Adonis, Granada, 1652. Signatura R/5325 [http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000202114&page=1] (consultado 14/05/2021).

3

Archivo Patronato Alhambra y Generalife, 1974, enero. Albaicín. c/ Pagés, casa de los mascarones, Proyecto de consolidación y reforma. APAG/colección de planos/P-005332, http://hdl.handle.net/10514/5372 (consultado 10/05/2019).

4

Archivo Histórico Municipal de Granada, 1631. C.03425.0065AHMGR, 1631. Querella y denuncia puesta por Pedro de Soto contra Juan y Diego Lázaro sobre la propiedad del agua de una casa en la calle del Agua. C.03425.0065..

5

AHMGR. 1917. C.02238.0189AHMGR. 1917. Joaquín Leiva pide licencia para cercar un solar de su propiedad en Lacalle de la Estrella y placeta de los Muñoces (Casa de los Mascarones). Oposición de José Ladrón de Guevara y López y los vecinos del Albaicín. C.02238.0189..

6

Ibidem.

7

AHMGR, 1951. C.03150.0464AHMGR, 1951, Entretenimiento en San Gregorio Alto 4. José Ladrón de Guevara López, C.03150.0464..

8

Con el término de “cerámica morisca” nos referimos a las producciones del siglo XVI, alboradas por artesanos moriscos, que presentan unas características formales muy concretas y que fueron sustituidas en el siglo XVII, a partir de su expulsión, por alfareros procedentes de otras zonas de la Península Ibérica. Sobre la cerámica de este periodo, Rodríguez Aguilera y Revilla Negro (1996)Rodríguez Aguilera, A. y Revilla Negro, L. 1996: “La cerámica cristiana de los siglos XVI-XVII de la ciudad de Granada”, en Transferències i comerç de ceràmica a l’Europa mediterrània (segles XIV-XVII), pp. 146-168. Institut d’Estudis Baleàrics, Palma. y Rodríguez Aguilera y Bordes García (2001)Rodríguez Aguilera, A. y Bordes García, S. 2001: “Precedentes de la cerámica granadina moderna. Alfareros centros productores y cerámica”, Cerámica Granadina. Siglos XVI-XX, catálogo de la exposición, pp. 51-116. Caja Granada, Granada..

9

Este cementerio con una fase romana sobre la que se dispone la islámica, ha podido ser fechada por medio de C14 entre el siglo IX y finales del siglo X (Bonet García 2010Bonet García, M. T. 2010: “Intervención arqueológica preventiva en la calle Panaderos nº21-23 Albayzin, Granada”, Anuario Arqueológico de Andalucía 2006, pp. 1715-1723.).

10

Almacerías, o casa almacería cuando aunaba la función comercial y habitacional, una superficie variable entre los 12,43 m2 y los 49,28 m2, con varias plantas, normalmente mayor en superficie la superior, lo cual es un indicio del fenómeno de engalaberno. Las algorfas no se definen con el sentido que tradicionalmente lo hemos identificado en arqueología (cámara superior accesible), si no con funciones comerciales y de vivienda. Podían tener también dos plantas. En cuanto a la cámara queda descrita como vivienda de una única habitación, probablemente segregada de una propiedad mayor (Argente del Castillo 1994: 153Argente del Castillo, C. 1994: “La vivienda granadina. Una aproximación a su tipología (1492-1516)”, Cuadernos de estudios medievales y ciencias y técnicas historiográficas, XVIII-XIX, pp. 137-157.).

11

Con el término Formación Alhambra identificamos el sustrato geológico que predomina en el cerro de la Sabika (Alhambra) y Albaicín. Se trata de un conglomerado de origen aluvial, con distinta granulometría y nivel de cementación variable, depositados durante el Mioceno.

FUENTES

 

Archivo Histórico Municipal de Granada:

AHMGR, 1631. Querella y denuncia puesta por Pedro de Soto contra Juan y Diego Lázaro sobre la propiedad del agua de una casa en la calle del Agua. C.03425.0065.

AHMGR. 1917. Joaquín Leiva pide licencia para cercar un solar de su propiedad en Lacalle de la Estrella y placeta de los Muñoces (Casa de los Mascarones). Oposición de José Ladrón de Guevara y López y los vecinos del Albaicín. C.02238.0189.

AHMGR, 1951, Entretenimiento en San Gregorio Alto 4. José Ladrón de Guevara López, C.03150.0464.

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