Trífora S.C. Arqueología y Restauración de Edificios
Trífora S.C. Arqueología y Restauración de Edificios
Ofrecemos una reflexión sobre el estado de la cuestión de los métodos y sistemas que rigen los estudios tipológicos desde sus orígenes italianos hasta su llegada a la Península Ibérica en el contexto de Proyectos de Investigación, tesis y estudios específicos. Asimismo, presentamos el esquema de trabajo que venimos desarrollando aún de manera experimental en los recintos del Alcázar de Sevilla, cuyo objetivo es generar unas claves que sirvan para la caracterización, definición y determinación de técnicas constructivas a escala local.
This paper reflects on the state of the art of those methods and systems which rule the typological studies, from its Italian origins until its arrival in the Iberian Peninsula, thanks to the development of research projects, thesis and specific studies. The working scheme applied experimentally to analyse the areas of the Alcazar of Seville is besides here explained, with the aim of generating codes to characterise, define and determine the local building techniques.
Los estudios tipológicos han sido objeto en los últimos años de una revisión conceptual cuyo resultado ha sido la transformación de sus principios metodológicos así como su posterior incorporación a la órbita de lo elevado, trascendiendo el conocimiento que podía obtenerse de ellos hasta hace relativamente poco tiempo.
En este sentido, si nos retrotraemos al pasado, los primeros intentos de los que tenemos constancia a la hora de llevar a cabo una sistematización de fábricas y aparejos los encontramos en trabajos como los de Lugli
La eficacia de los estudios tipológicos ha sido una cuestión discutida desde el surgimiento de la Arqueología de la Arquitectura como disciplina; de hecho, en la actualidad sigue costando admitir en ciertos foros la idea de que los arqueólogos hayan asumido esta labor realizada anteriormente desde otras áreas de conocimiento, siendo diferentes los métodos de los que cada una se sirve para acometer sus investigaciones. La Arqueología de la Arquitectura, más que una herramienta de análisis, es un corpus de información que hace que todos los elementos que se integran en él tengan un significado, no como entes independientes, sino como un todo en el que cada parte está ligada a las demás de tal forma que si las separásemos no tendrían significado alguno y por lo tanto carecerían de valor. La "disección" de este "todo" tan sólo es una manera de optimizar la información buscando que sea comprensible, formando los estudios cronotipológicos parte de este sistema. En este sentido, siendo conscientes de la diversidad y complejidad conceptual que la tipología posee en según qué disciplinas, creemos conveniente hacer una breve digresión al respecto, ya que uno de los objetivos de nuestra reflexión es matizar la idea de que las tipologías en Arqueología de la Arquitectura guardan relación directa con la Teoría de los Estilos. No pretendemos decir con esto que los investigadores que se acercan a la realidad del patrimonio construido desde la perspectiva artística hagan mal uso de sus herramientas; sin embargo, al responder a aspectos únicamente formales y estéticos carecen de la precisión suficiente como para contextualizar el documento material, aislándolo de su realidad histórica, y por ende, cronológica.
Podemos citar como ejemplos el atribucionismo y el formalismo
Para conocer el germen de este tipo de estudios, debemos enfocar nuestra visión hacia Italia, y dentro de este marco geográfico buscar los arqueólogos especializados en el mundo postclásico. De esta manera, y teniendo muy presente la creación en 1970 del ISCUM bajo las directrices de Mannoni (Instituto de historia de la cultura medieval en Génova), comenzaron a surgir los primeros trabajos en los que se fijaron clasificaciones tipológicas relativas a elementos arquitectónicos concretos como vanos de puertas y ventanas (figs. 1, 2, 3). Su estudio fue satisfactorio a escala regional, ya que al ser modelos por lo general muy repetitivos y estar dotados en la mayoría de los casos de un epígrafe que indicaba la apertura de esa puerta o ventana, se convirtieron en elementos axiomáticos. Muestra de ello son los trabajos realizados por Mannoni, Gabrielli o Quirós (Mannoni,
El siguiente avance consistió en la ampliación del campo de estudio a los aparejos murarios, proponiéndose clasificaciones tipológicas de los mismos. De nuevo será Italia la pionera; no obstante en este punto debemos hacer una aclaración, ya que hay que tener en cuenta la notable heterogeneidad que caracteriza las distintas escuelas que operan en el ámbito de la "Arqueología de la Arquitectura" (Quirós,
Así pues, Mannoni (
Su labor por tanto es valiosa en cuanto a interés por la extracción de conclusiones cronológicas en la línea de análisis tipológico y de mensiodatación
En esta línea también podemos incluir posteriores trabajos en el contexto del ISCUM. Sus colaboradores, de la misma manera que sus predecesores, seguirán esta vía emprendida, poniendo en un lugar importante del análisis los contenidos sociales y técnicos que se desprenden de cualquier empresa arquitectónica reformulándolos en términos de la Historia de la Producción (Quirós,
Asimismo, también resulta obligado destacar el trabajo de Quirós (
En España, comenzarán a importarse a mediados de los años 90, discurriendo por diferentes derroteros epistemológicos, tomando una forma u otra en función de la disciplina a la que se asocie. Podemos hablar de los intentos por parte de la Historia y Arte medieval de crear verdaderos tratados de construcción
La Arquitectura también se verá implicada a través de las aportaciones de expertos interesados en el conocimiento de la Historia y de la Arqueología. Es el caso del análisis histórico-arqueológico realizado por Jiménez Martín (
Habrá que esperar a finales de los años 90 y principios del nuevo siglo para ver los primeros resultados de los análisis cronotipológicos relativos a Arqueología de la Arquitectura
Otro caso de estudio es el desempeñado en la Catedral de Santa María de Vitoria-Gasteiz (Azkarate,
La aportación de Quirós y Fernández resulta igualmente providencial, pues aborda el análisis cronotipológico incidiendo en los aspectos sociales y económicos de la producción arquitectónica. Ejemplo de ello es la investigación de la evolución de las técnicas constructivas en Asturias en la Edad Media
Centrándonos ya en el caso sevillano, resulta obligado hablar de la labor de Tabales con su protocolo de lectura paramental
Para montar las clasificaciones toma el modelo de Parenti, extrapolándolo a nuestro ámbito de actuación y haciendo algunas aportaciones tipológicas más
De esta forma, desde la puesta en marcha de la aplicación del sistema tipológico en Sevilla a comienzos de los años 90, no se ha parado de investigar sobre esta cuestión, en el empeño de obtener unas tipologías fiables susceptibles de caracterizar y datar el patrimonio arquitectónico de nuestro territorio. Una de las recientes contribuciones ha sido la caracterización cronotipológica
En definitiva, desde la vía iniciada por Mannoni en la década de los 80, la tipología ha sido en los últimos años objeto de trabajos de investigación que han potenciado a la par que justificado su presencia como parte fundamental e imprescindible de cualquier análisis arqueológico de un edificio. No obstante, las recopilaciones y clasificaciones hechas hasta la fecha sobre fábricas concrecionadas, mixtas, técnicas pétreas y ladrillos aún no cuentan con las claves suficientes como para que resulten válidas y extrapolables a otros territorios. Con esto no pretendemos decir en ningún caso que la metodología empleada no sea la idónea o esté obsoleta, sino que falta aún aplicar un "orden" en el contexto del "caos" que supone sistematizar la ingente variedad y diversidad de materiales y técnicas constructivas.
Nuestro objetivo es mejorar el sistema de lectura cronotipológica a través de unas claves que sirvan como referente para caracterizar, definir, contextualizar y determinar cronológicamente técnicas constructivas con unos niveles altos de certeza; también pretendemos que dichas claves resulten válidas y extrapolables tanto dentro del territorio como fuera de él, pero para ello hay que establecer una seriación que pasa por ordenar y codificar cada una de las variables que intervienen en el proceso productivo de un edificio histórico. La Arqueología de la Arquitectura ya tiene las herramientas, pero hay que optimizarlas a través de un ejercicio de recopilación y ordenación.
Los objetivos expuestos en líneas precedentes pueden resultar demasiado pretenciosos teniendo en cuenta la complejidad de la cuestión que queremos resolver, pues la variedad y diversidad de soluciones constructivas desarrolladas en los diferentes ambientes geográficos hace que este ámbito de estudio sea una especie de rompecabezas que se va resolviendo por partes (es decir, a escala local), pero sin posibilidad de extrapolar a un ámbito territorial más amplio. El mismo Mannoni, precursor de la cronotipología, refiriéndose a la misma declaraba que la consecución de unos cuadros bien definidos suponía una ardua y compleja tarea teniendo en cuenta el método inductivo del que partía su elaboración (Mannoni,
En esta dirección es en la que estamos trabajando actualmente
Hemos apostado por tanto por iniciar una vía de experimentación a través de la propuesta de unas claves que ayuden a la determinación futura de cronotipologías, siguiendo un esquema homologado y único que se rija inflexiblemente por los principios planteados desde la Arqueología de la Arquitectura. El éxito radica en seguir una estrategia de intervención sobre un fundamento lógico y científico. Partiendo de esta premisa, debemos buscar sistemas que proporcionen certezas, siendo el lenguaje científico el más adecuado, y dentro del mismo, los sistemas cognitivos. Teniendo en cuenta la amplitud de miras que proporcionan (estudio de sistemas inteligentes naturales, artificiales, elaboración de una teoría general a través de la llamada "ciencia cognitiva", etc.), creemos oportuno utilizar la llamada psicología cognitiva, que estudia los sistemas inteligentes del ser humano, y es que si aislamos el elemento producido del productor estaríamos incurriendo en un grave error, descontextualizando la información. Combinando pues condicionantes naturales, humanos y procesos constructivos con las herramientas de la AA, podremos llegar a una comprensión no total, pero sí lo más completa posible del proceso productivo de un edificio (fig. 22). El primer paso fue la elección de un sistema que nos guiara en el proceso; tomamos la psicología cognitiva y, dentro de ella, la metáfora computacional como instrumento auxiliar a la misma para procesar el comportamiento humano. El ser humano, gracias a su capacidad intelectual, puede representar el mundo como objeto de conocimiento, conceptualizarlo y operar con ese conocimiento, razonando, resolviendo problemas y tomando decisiones, dando lugar a la filosofía, ciencia, arte, tecnología y productos culturales (García,
El siguiente paso, una vez contemplados estos condicionantes previos, fue definir el modelo más idóneo para emprender el estudio del fenómeno constructivo. En nuestra opinión, cuanto más sencillo sea más inferencias podremos extraer, por lo que consideramos que éste no debía ser otro que la inteligencia como estrategia de intervención. Estamos de acuerdo con García en que la conducta inteligente es también una conducta estratégica, mediante la cual podemos resolver problemas siguiendo un procedimiento ordenado. Así pues, a partir de la teoría triárquica de la inteligencia de Sternberg (
Metacomponentes:
1. Definición de la problemática a resolver y del procedimiento más adecuado para resolverlo.
2. Selección de aquellas herramientas que van a ser utilizadas para resolver el caso planteado.
3. Selección de la estrategia que resulte más eficaz para combinar las herramientas de análisis.
4. Representar la información de manera clara y eficaz.
5. Localizar los medios y recursos necesarios para resolver el problema.
6. Controlar los procesos y resultados logrados.
Asimismo, los componentes de ejecución y de adquisición están resultando igualmente importantes, pues son estrategias de las que nos valemos para optimizar la información contenida en cada uno de los puntos anteriormente definidos. De esta forma, una vez hecha la toma de datos y posterior ordenación de los mismos con las herramientas descritas, estaríamos en condiciones de extraer conclusiones relativas al descubrimiento de nuevas relaciones y también seríamos capaces de extrapolar inferencias a nuevos casos, hacer comparativas, codificaciones y comparaciones selectivas. En definitiva, el modelo consiste en aplicar la inteligencia junto a unos instrumentos analíticos ordenados, sistematizados y coordinados.
Estos planteamientos de partida son los que estamos aplicando para el estudio cronotipológico y de la técnica constructiva de los recintos del Alcázar de Sevilla. Nuestra intención es generar un modelo interpretativo teniendo como soporte una base de datos que codifique las variables constructivas, dando lugar a una sistematización de las mismas a través de una terminología común que sirva para incentivar el empleo de un lenguaje universal que pueda extrapolarse al territorio. En este sentido, estamos de acuerdo con Quirós en que resulta imprescindible que las clasificaciones arquitectónicas partan de microanálisis en zonas con características geográficas e históricas comunes (Quirós,
Los estudios arqueológicos desarrollados en el Alcázar
Nuestra pretensión es desarrollar una propuesta de futuras estrategias de intervención relativas al estudio de las técnicas constructivas detectadas en los recintos del Alcázar, estableciendo unos parámetros que permitan generar una cronotipología del conjunto para, en un segundo momento, conocer la extensión a escala regional de cada tipo detectado. Este trabajo se basa en los estudios que llevan realizándose en el conjunto desde el año 1997 atendiendo a investigaciones previas de especialistas en la materia. Asumimos por tanto como válida la herramienta que ha venido empleándose; a saber, la Arqueología de la Arquitectura. En este sentido, además de la lectura estratigráfica del edificio, ya se contaba con una serie de instrumentos (ciencias auxiliares o fuentes directas e indirectas) que han posibilitado la comprensión de los elementos arquitectónicos en su vertiente constructiva. No obstante, estos indicadores no han satisfecho hasta el momento las necesidades que precisamos en el contexto de un edificio pluriestratificado y tipologizado, existiendo en algunos puntos tanto incoherencias en cuanto a adscripciones cronológicas como vacíos de conocimiento relativos a tipologías constructivas. Estas irregularidades son las que pretendemos subsanar con la revisión y renovación de los estudios como las analíticas iniciadas y/o llevadas a cabo con anterioridad, imbricando toda una red de disciplinas científicas implicadas en el ejercicio de la interpretación:
• Actualización y redefinición del sistema de representación gráfica.
- Planimetría ex novo de los tramos de muralla correspondientes a los recintos no estudiados con anterioridad.
- Planimetría actualizada de los recintos ya estudiados.
• Relectura de paramentos de los recintos reseñados. Descripción, secuencia, cronología relativa.
• Revisión de las tipologías edilicias detectadas a través del estudio de las fábricas murarias de los recintos.
- Revisión cronológica de las fábricas a fin de establecer cronotipologías fiables.
- Propuesta de nuevos sistemas de recogida de información (Informatización de los datos, fichas y gráficos creados a tales efectos).
- Elaboración de tablas cronotipológicas.
- Sistematización cronotipológica y de la técnica constructiva.
• Incorporación de datos que se desprenden de herramientas de análisis tales como:
- Dataciones radiocarbónicas.
- Mensiocronología.
- Termografía.
- Termoluminiscencia.
• Ciclos productivos.
• Interpretación de resultados obtenidos, poniéndolos en relación con la hipótesis de partida y resultados previos. Planteamiento y resolución de problemas. Nuevas dataciones y propuesta de nuevos modelos interpretativos.
El argumento teórico debe ser lo más dinámico y comprensible posible, es por ello que consideramos que debíamos tender a un discurso fluido en el que todos los datos que se desprendieran de la utilización de las herramientas no se trataran como entes dispersos e individuales sino que se integraran a lo largo de todo el discurso a través de un proceso de retroalimentación en virtud del cual la información obtenida se revisara y actualizara constantemente.
Llegados a este punto resulta fundamental poner en marcha el empleo de esas herramientas definidas en el punto número 2 de nuestra estrategia de intervención, estado en el que se enmarca actualmente nuestro análisis.
En este sentido, hemos partido de un trabajo que viene desarrollándose desde 1997, con una "biografía constructiva" generada pero no cerrada y con un alto nivel de complejidad en cuestiones evolutivas. Esta complicación de la que hablamos es especialmente conflictiva pues existen ciertas irregularidades estratigráficas aún no resueltas detectadas durante nuestro proceso de estudios previos
Podemos poner como ejemplos ilustrativos las fábricas mixtas de las cámaras superiores de las torres que coronan las murallas Occidental y Septentrional del Recinto I del Alcázar (figs. 23 y 24), cuya adscripción cronológica está actualmente en proceso de revisión
En definitiva, y considerando el punto en el que se encuentra nuestra investigación, resulta preciso finalizar la revisión estratigráfica para así proceder a la aplicación tipológica. Esta cuestión en la que nos hallamos inmersos actualmente sin embargo no suprime el desarrollo teórico de una herramienta metodológica cuyo fundamento se nutre de las experiencias de casos antes mencionados en combinación con la casuística local, y cuyos resultados creemos pueden ser muy útiles como base en nuestra búsqueda de una fórmula que resuelva el problema de la organización de las cronotipologías y la denominación de sus variables, cuyo fundamento pasamos a explicar a continuación siguiendo el esquema planteado.
En nuestro caso, el problema no radica en carecer de las herramientas adecuadas o emplearlas incorrectamente, sino en no optimizarlas lo suficiente. En otros ambientes geográficos es posible que las variables que hasta el momento hemos contemplado sirvieran para caracterizar, datar y definir las pautas constructivas, pero lo cierto es que hemos comprobado que siguen existiendo vacíos de conocimiento, máxime cuando estamos ante un panorama constructivo tan rico y variado que exige una revisión de la estrategia de intervención planteada hasta ahora. Es por ello que proponemos no una eliminación o subrogación del sistema empleado, sino una optimización del mismo a través de la incorporación de nuevas herramientas.
En este sentido, a la par que estamos analizando los recintos del Alcázar de Sevilla, hemos ido, conforme a nuestros planteamientos metodológicos, adelantándonos a los futuros problemas de interpretación. La complicación de la que partimos es evidente, y se resume en la incapacidad de hacer en nuestro ámbito clasificaciones con las variables contempladas hasta el momento, por lo que la respuesta resulta igualmente evidente: hemos de diversificar más aún esas variables. La pregunta que esta afirmación suscita puede ser: ¿hasta qué límite? No debemos caer en la obsesión de aplicar un "zoom" a las variables hasta llegar a niveles celulares y por tanto imperceptibles, sino por el contrario tratar de seleccionar las que sean necesarias y suficientes como para crear "variables diagnóstico".
Es por esta razón por la que estamos trabajando en la creación de una base de datos en la que se conjugan tres pilares fundamentales. Los dos primeros son caracterización (a través de la incorporación de un itinerario que sirva como guía para seleccionar nuestras variables) e identificación (con una serie de códigos alfanuméricos siguiendo un procedimiento que dote de nomenclaturas básicas y universales a esas tipologías de partida). En este punto del análisis tendríamos resueltas dos cuestiones: la caracterización (o descripción) y la nomenclatura (o identificación). Estaríamos pues en condiciones de pasar al último punto; el de la determinación. Éste sería el más relevante de los tres, pues valdría para fijar la tipología elaborada como representativa de un periodo cronológico concreto. Para ello nos valdríamos a su vez de dos instrumentos:
• Ciencias auxiliares, a través de analíticas específicas que tomáramos según el caso de estudio (carbono 14, termografía, termoluminiscencia, análisis de documentos, mensiocronología). Sirviéndonos de estas herramientas relacionaríamos, o mejor dicho, interrelacionaríamos la secuencias estratigráficas y sus elementos de datación con las tipologías documentadas, iniciando un proceso de constante retroalimentación que supondría un intercambio permanente de datos. Así, las tipologías irían cargándose de cronologías absolutas, reciclándose periódicamente con nuevos datos fruto de la estratigrafía y analíticas.
• Estadística descriptiva. La base de datos contiene un programa estadístico cuya misión fundamental es registrar la frecuencia con la que se repiten esos mismos códigos (tipologías) y en qué lugares. Estas sencillas operaciones nos resultarán especialmente prácticas para extraer conclusiones con cierto rigor, pues conforme vayamos llenando de experiencias nuestra base de datos a través de los diferentes casos de estudio podremos establecer las pautas de producción, primero, a escala local, y en un futuro, allá donde los condicionantes geográficos, sociales e históricos nos lo permitan.
Para ilustrar mejor nuestra propuesta pondremos una serie de ejemplos prácticos; en este sentido, hemos comentado que el primer paso de nuestro procedimiento sería la caracterización a través de un itinerario-guía de variables contenido en la Base de Datos, ¿cómo?; nuestra intención es que ésta sea lo suficientemente competente como para describir la totalidad de soluciones constructivas sensibles, al menos, a escala local. Para ello debemos hacer un ejercicio de "disección" que pasa por hacer una selección de variables. Como hemos dejado claro, nuestro objetivo no es obsesionarnos haciendo "colecciones" pero sí dar cabida en el sistema de información a todas las que puedan servirnos como indicadores. Es obvio que el ejercicio de ordenación es complejo, pero para ello nos valemos de la estrategia de intervención definida en el punto 3 de metodología: los sistemas inteligentes. Empleando estas pautas de organización iniciaríamos el proceso agrupando las variables dentro de tres grandes racimos o "cluster":
A. Funcionales.
B. Materiales.
C. Técnicas.
Dentro de cada grupo, irían incluidas todas las recogidas a escala local, siguiendo este esquema y signatura concretos (fig. 27).
Dentro del primer grupo (A) están contenidas indiscriminadamente las variables que responden a una función concreta; esto es, cimiento, muro, pilar, jamba, arco, etc. Cada una de esas variables está asociada a un código numérico de dos dígitos, quedando esta primera parte de la secuencia conformada por una letra y dos números. Esta elección no es caprichosa, sino que tiene una justificación lógica que parte de la idea de crear una signatura única e identificativa, generando "identidades constructivas". Por esta misma razón nuestra elección es matemática; al tratarse de combinaciones de letras y números cuyas posibilidades son infinitas no nos estamos cerrando a la posibilidad de que surjan nuevas soluciones constructivas, sino que por el contrario el propio sistema sería capaz de asumirlas naturalmente
Siguiendo este sencillo itinerario tendríamos una primera tipificación muy general compuesta de 10 dígitos, que responderían a una clasificación diferente en cada caso (o igual si estuviera compuesta por las mismas variables. Fig. 28).
El segundo paso sería orientar nuestro foco de atención hacia una de las variables técnicas, discriminando todas las demás. Siguiendo el mismo sistema de codificación empleado hasta ahora, se irían generando tipologías específicas atendiendo a criterios exclusivamente tecnológicos de cada tipo de material (ladrillo, piedra, fábricas mixtas y fábricas concrecionadas).
Cada variable técnica contendría a su vez más variables, (aparejos, herramientas, métrica…), las que fueran necesarias para marcar una pauta cronológica (fig. 29). El resultado sería una signatura dividida en dos bloques: uno general y otro específico como resultado de codificar cada grupo. Ni que decir tiene que la homologación que defendemos no la aplicamos sólo a la creación de signaturas; estaría presente desde el proceso mismo de selección a través del empleo de términos comunes como los ya efectuados para la cerámica (Roselló,
Una vez realizada esta operación de caracterización e identificación pasaríamos al tercer y último punto, el de la determinación, consistente en interrelacionar los datos estratigráficos y tipológicos. Para ello debemos partir de una necesaria y exhaustiva comprensión de la realidad evolutiva para de este modo datar las tipologías. Utilizaríamos pues las ciencias auxiliares, agrupándolas en:
• Medios escritos. Consulta de documentación en base a:
- Fuentes documentales.
- Fuentes bibliográficas.
- Fuentes inéditas.
• Medios científicos. Analíticas específicas de materiales (tapiales, morteros, cerámica) con métodos instrumentales determinados, tanto clásicos como novedosos:
- Análisis de materiales en base a dataciones absolutas:
Termoluminiscencia.
Radiocarbono.
Hidroxilación.
- Análisis mineralógicos-texturales mediante la difracción de rayos X, microscopio óptico, petrográfico o de barrido.
- Tests de tenoltaleina para analizar los morteros de cal y sus propiedades físicas (niveles de PH, densidad aparente, real, porosidad accesible al agua).
- Análisis de muestras de tapiales con el objeto de conocer su resistencia a compresión, índices de porosidad, estudios granulométricos para conocer el tipo de áridos (finos-medios-gruesos) que conforman esos tapiales, etc. (fig. 30).
- Mensiocronología como instrumento para la caracterización modular de materiales constructivos, con el objetivo de contextualizar cultural y cronológicamente las estructuras de las que forman parte (Jiménez Hernández,
En este apartado concluiríamos con la exposición de resultados tras el proceso de análisis combinado con los recursos descritos. En este último punto la base de datos jugaría de nuevo un papel significativo, pues generaría toda una red de información en la que podríamos consultar desde las cuestiones más básicas como la ficha de cada "tipo" detectado, caracterización, definición de las mismas, etc., a las más complejas como detectar su extensión en el tiempo y espacio, entendiendo así su peso específico en el contexto del ciclo productivo tanto del edificio como del ámbito geográfico objeto de estudio.
En este sentido, para ejemplificar de forma sencilla nuestra propuesta, podemos tomar el caso de la fábrica a soga y tizón correspondiente a la merlonatura de la torre noroccidental de la muralla septentrional del Recinto I, cuyas suspicacias en cuanto a cronología hemos evidenciado en páginas precedentes. Hasta ese momento, tan sólo nos valíamos de una variable, la tecnológica, indicando que estábamos ante una fábrica de ladrillos aparejada a soga y tizón tipo I.3 de Tabales. El resto de la caracterización (forma del merlón y sus elementos, tipo de ladrillo, tipo de mortero, etc.) lo teníamos en cuenta como complemento a esa caracterización inicial, pero no como variables susceptibles de convertirse en indicadores cronológicos, de ahí las dudas más que razonables referentes a su datación. Sin embargo, siguiendo nuestro sistema de lectura cronotipológica, tendríamos cubiertas desde el principio, a saber, caracterización e identificación (con metodología exclusivamente arqueológica) y determinación (a través de las ciencias auxiliares).
Para obtener las dos primeras, no tendríamos más que seguir el itinerario planteado generando una tipología concreta de merlón compuesta por un total de trece variables, es decir, una "identidad constructiva". Estaríamos pues ante un merlón (variable funcional cuyo código distintivo es A08), realizado en ladrillo (variable material con código, también único, el B1), con mortero de cal y barro (variable B´04), que responde a la tecnología del ladrillo (variable tecnológica C1) componiendo un código de identificación general de 10 dígitos (A08 B1B´04 C1). Esta primera clasificación es elemental, sin embargo resulta esencial para continuar con la codificación específica. Es aquí donde las variables se complican y ramifican exponencialmente, de ahí que hayamos tenido que agruparlas en función del tipo de tecnología empleada (tecnología del ladrillo, piedra, fábricas mixtas y concrecionadas), ya que de haber intentado concentrar todas las variables técnicas en un mismo bloque el itinerario marcado nos hubiera llevado a callejones sin salida (resultó imposible conjugar y codificar siguiendo una pauta lógica una bóveda de ladrillos, con una concrecionada, o con muro mampostería de tres hojas, por poner algún ejemplo).
Siguiendo con la explicación, para el caso del merlón, incluiríamos, además de las ya mencionadas, tres variables más: la técnica constructiva, el módulo del ladrillo y la forma de la albardilla, generando un código final de 13 dígitos.
Esta clasificación ya nos permite dos cosas: caracterizar de manera exhaustiva y con rigor a la par que sentar las bases para su inmediata definición. En este sentido, las variables específicas ya nos estarían marcando diferencias muy claras con respecto a otros tipos de merlón, poniendo de manifiesto su identidad como una tipología concreta en el contexto de una etapa determinada.
Lo siguiente sería el paso de "lo relativo" a "lo absoluto" a través de las ciencias auxiliares, analizando con arqueometría, o con las técnicas de las que dispongamos, las fábricas objeto de estudio.
El merlón estaba datado con Carbono 14, arrojando una cronología moderna (1788±35), encajando a la perfección con los argumentos arqueológicos, ¿Estaríamos pues en condiciones de presentar este tipo de merlón como un cronotipo?, es decir, ¿encuadrable en un momento histórico concreto debido a sus variables funcionales, materiales, técnicas y formales? Por lo pronto, los niveles de certeza serían muy elevados, pero además aquí es donde de nuevo la codificación toma protagonismo, pues al haber generado un código único en nuestra base de datos, podríamos conocer la extensión de ese tipo (comprobando simplemente si el código se repite, no se repite, si lo hace parcialmente (con lo cual estaríamos ante una variante del mismo tipo), etc., abriéndonos un mundo de relaciones e inferencias, siendo las experiencias en otras zonas el motor que guiara la futura determinación de esa tipología.
Resulta indiscutible la complejidad conceptual que encierra la palabra "tipo" en según qué disciplinas, siendo la Arqueología de la Arquitectura la impulsora de su salto cualitativo al imprimirle un carácter científico y potencialmente datante que no poseía en otros ámbitos de conocimiento. Sin embargo, a raíz de nuestra revisión hemos hallado ciertos desajustes que parten de la imposibilidad, hasta el momento, de encontrar una pauta susceptible de conjugar y relacionar fácilmente tipologías, exceptuando ámbitos geográficos reducidos. Dicho desajuste no implica en ningún caso que la metodología empleada hasta ahora sea errática; por el contrario, la carencia que detectamos tiene que ver con la necesidad de homologar terminologías y nomenclaturas, o dicho de otro modo, establecer un referente que nos permita llamar a las cosas por su nombre, aquí y en cualquier otro lugar. El estadio en el que ahora nos encontramos resulta muy inicial, y la complicación es alta debido a las dificultades de homologación dadas las implicaciones geográficas, técnicas, materiales y humanas. No obstante, el potencial instrumental que ofrece la Arqueología de la Arquitectura supera con mucho los escollos que podamos encontrar en el camino. ¿Cuál sería por tanto nuestra aportación? Incluir dentro del actual sistema de lectura cronotipológica una herramienta que conjugue las variables seleccionadas conforme a un lenguaje matemático generando códigos, de manera que no haya solapamiento de tipos o confusión a la hora de referirnos a una técnica constructiva determinada. Con esto habríamos logrado marcar las pautas en cuanto a la caracterización, una cuestión de por sí importante si consideramos el escaso manejo de vocabulario constructivo que en general se detecta en los arqueólogos así como la divergencia en cuanto a consenso de terminologías que hace que la misma cosa reciba nombres diferentes, algunos inventados en el peor de los casos. Pero esto es sólo el comienzo. Nuestro objetivo es que esas codificaciones se conviertan, en un futuro no muy lejano, en técnicas constructivas con nombres y apellidos, totalmente definidas a través de sus variables, encuadrables dentro de una tipología concreta, en una fase cronológica determinada y contextualizada en su ámbito geográfico y productivo. Esto sólo se podrá conseguir a través de la inclusión en la base de datos de experiencias en otros lugares que permitan saber la extensión efectiva de cada tipo (cada código) y la cadencia con la que se produce. Esperamos por tanto que el caso práctico en el que actualmente estamos aplicando el sistema propuesto sirva de motor impulsor para generar el modelo interpretativo que precisamos, contribuyendo a una mejora en la calidad y cientificidad de los análisis tipológicos en Arqueología de la Arquitectura.
Proyecto General de Investigación "Análisis Arqueológico del Alcázar de Sevilla", dirigido por el Dr. Miguel Ángel Tabales Rodríguez
Atribucionismo o “estilo”, donde se atribuye a cada objeto un estilo predeterminado.
Formalismo: se estudia la obra de arte como un ente independiente, no teniendo en cuenta su contexto.
No ponemos en duda la calidad de estos trabajos pero no obstante resultan carenciales; la utilización de la fuente escrita es la base del discurso, la cual resulta imprescindible pero como una herramienta auxiliar, es el medio, no el fin de la investigación. Las descripciones estéticas son excelentes aunque carecen de contextualización, y no vemos de qué manera se puede describir objetivamente un edificio “desde dentro a fuera” (Cómez, 1996:13) si no es mediante la aplicación de un instrumento más certero que el ojo humano capaz de depurar esas fuentes documentales que a veces, en un afán porque armonicen con la opinión de las grandes autoridades en la materia, son tomadas como verdades absolutas desembocando en erráticas interpretaciones.
Interesante destacar la labor de Mannoni en datación de ladrillos en Italia (Mannoni, 1994b), Jiménez Hernández para el caso español (Jiménez Hernández, 2009), o Quirós en ambos (Quirós, 1996).
Gracias a la combinación de herramientas de naturaleza científica con fuentes documentales ha podido desentrañar los aspectos sociales de estos “magistri Antelami”, identificándolos como canteros cuya presencia comienza a hacerse patente a partir del s.XII.
San Piero a Grado, San Zeno, Santa Cristina y San Matteo.
Estos tratados se llevarán a cabo desde los planteamientos previos a la revolución harrisiana, es decir, siguiendo la teoría de los estilos, siendo por tanto buenos trabajos en cuanto recopilación de técnicas constructivas pero discutibles en lo que concierne a cuestiones cronológicas.
Antes de la fecha tan sólo podemos destacar algún que otro estudio de ámbito regional, pero que tendrá pocas repercusiones a escala nacional debido a las particularidades tan concretas de los mismos, así como la existencia de ciertas incoherencias en sus planteamientos. Es el caso del estudio de Miyares sobre la identificación de las fases constructivas en el contexto del románico asturiano (Miyares, 1986: 425).
Por citar algunos de sus trabajos: (Caballero y Latorre, 1980; Caballero, 1995; Caballero y Arce, 1997; Caballero, 2000).
Se centra en la aplicación de nuevas herramientas de análisis basadas en la cronotipología con el objetivo de probar la existencia de iglesias altomedievales, analizarlas y contextualizarlas para, en un segundo momento, ampliar la investigación al conocimiento del poblamiento medieval.
Los intentos de datación no siempre se constatan, pues hay ocasiones en las que las variables no son lo suficientemente numerosas para ser representativas o bien pueden resultar confusas. No obstante, la cronología básica está conseguida desde el primer paso.
El estudio arqueológico se llevó a cabo con motivo de la ejecución de un Plan Director elaborado por un equipo multidisciplinar cuyos estudios históricos se encomendaron al Grupo de Investigación en Arqueología de la Arquitectura del País Vasco.
En este caso se seleccionaron tres tipos de variables; técnicas (tipo de aparejo, talla, acabado, material empleado), formales (dimensiones, plantas, tipologías de los pozos y almacenes) y espaciales (análisis de ubicación, estudio de las pendientes del terreno).
Su “Sistema de análisis arqueológico de edificios históricos” (Tabales, 1997) aunque ya estaba presente previamente a través de los trabajos realizados.
Denominado en su tesis “estructural”, pero posteriormente el nombre será sustituido por “constructivo” debido a discrepancias con la disciplina arquitectónica, cuyos especialistas consideraban que se incurría en una cierta simplificación del término.
Comenzará a incorporar esta clase de estudios a su sistema en el año 1993 (Tabales, Pozo, Oliva, 2002), consolidándose definitivamente en el año 1995 con la Intervención en el Palacio de los marqueses de Marchelina (Tabales, 1995).
Por citar algunos ejemplos: (Tabales, Pozo y Oliva, 2002; Tabales, 2001; Tabales, 2002b)
La clasificación de Parenti la completa con las aportaciones de Clairac y Sáenz, 1877
Previamente en Tabales, 2000.
Subrayamos en este punto el carácter científico de la Arqueología, pues no dista tanto de la manera de pensar y actuar de las ciencias exactas, la única diferencia existente es su nivel de desarrollo, siendo una muy superior a la otra. Consideramos que este debate está más que resuelto, pero eso no quiere decir que nos olvidemos de ello, si no que debemos seguir reivindicando la arqueometría como parte integrante y esencial del método arqueológico. Muestra de ello es una reflexión llevada a cabo recientemente que parte de la revisión bibliométrica de congresos de arqueometría así como de su presencia en proyectos de investigación de Universidades españolas y publicaciones en revistas y monografías, evaluando su grado de implicación (Martín de la Cruz, 2011: 113-120). Las conclusiones muestran unos resultados carenciales, pues a pesar de la revolución que el empleo de análisis de esta naturaleza supuso para el avance del conocimiento del registro arqueológico, el esfuerzo por emplearlas es aún escaso en términos generales, siendo alarmante la cierta aprensión que sigue existiendo en la actualidad en algunos círculos académicos; según palabras del autor “los investigadores académicos aún no hemos madurado en la percepción de las posibilidades de la Arqueometría” (Martín de la Cruz, 2012: 117).
Dentro del Proyecto General de Investigación: Análisis arqueológico del Alcázar de Sevilla 2 (2010-2015), dirigido por Miguel Ángel Tabales Rodríguez, financiado por el Patronato del Alcázar y autorizado por la Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía.
Tanto a nivel de investigaciones como de intervenciones arqueológicas: (Valor, 1991; Amores, Rodríguez y Campos, 1987; Campos, Gómez y Carmona, 1993; Tabales y Jiménez, 1998; y diversas publicaciones de Tabales Tabales desde el año 1997)
Este esfuerzo por homogeneizar la terminología ya está presente en trabajos como los de Azkarate (1996 y 2001b), o Sánchez (2007).
Materializados en el Proyecto General de Investigación denominado "Análisis Arqueológico del Alcázar de Sevilla 2000-2005"
Trabajo de investigación denominado “Cronotipologías en Arqueología de la Arquitectura. Estudio de la técnica constructiva en los recintos primitivos del Alcázar de Sevilla”.
El análisis estratigráfico ejecutado por Tabales, 1997, arrojó una primera hipótesis evolutiva que situaba las cámaras dentro de una fase almohade, argumento que cuadraba perfectamente con el discurso tipológico (fábricas mixtas irregulares, realizadas con ladrillo, sillarejo y mampuesto con una cierta tendencia a la horizontalidad, muy frecuentemente empleada en muros de época almohade, Tabales, 2000: 1080). Sin embargo resulta preciso realizar una revisión estratigráfica pormenorizada de sus paramentos, ya que si bien podrían corresponder en origen a una etapa norteafricana, también resulta probable que hubieran sufrido refacciones en momentos posteriores, razonable si tenemos en cuenta los resultados del examen del Carbono 14 practicado en lo que se creía era una fábrica original en la torre de la esquina noroccidental del recinto I, o los resultados, aún inéditos, del análisis arqueológico de la torre occidental de la Puerta del León del Alcázar.
Se trata de la extrapolación del mismo sistema de registro empleado para otros fines como puede ser la clasificación de sustancias farmacológicas y medicamentos (código ATC, Anatomic, Therapeutic, Chemical classification system), cuyas variables recogen, a saber; el sistema u órgano sobre el que actúa, el efecto farmacológico, las indicaciones terapéuticas y la estructura química del fármaco sobre el que interviene, estructurado en cinco niveles.