El Agdal es una finca real situada al sur de Marrakech y anexa a la kasba, fundada en época almohade. El perímetro amurallado actual contiene 340 ha que en su mayor parte son huertas que se han mantenido cultivadas ininterrumpidamente. En su interior se han estudiado más de 40 edificios conservados y numerosos restos arqueológicos; los más significativos han permitido identificar el recinto de Dar al-Hana como el área residencial de la finca almohade y saadí. Al sur de este recinto se han localizado los restos de un gran palacio saadí de patio central, edificado sobre otro más antiguo de época almohade. La prospección arqueológica origen de la presente investigación ha documentado el proceso de expansión del Agdal hacia el norte, que acabó transformando lo que era una finca aislada (una almunia) en un apéndice de la kasba. La prospección arqueológica de la llanura de Tasltante, inmediata al Agdal, ha permitido definir un modelo de finca y un patrón de implantación al que pertenece también esta finca real. Esta información arqueológica y el análisis exhaustivo de las fuentes cronísticas han hecho posible el primer intento de reconstrucción del Agdal y del paisaje periurbano, con anterioridad a la restauración alauí de la capitalidad imperial en Marrakech en el siglo XVIII.
The Agdal is a royal country estate located to the South of Marrakech and annexed to the kasba, founded in the Almohad period. The current enclosure is an area of 340 ha and consists mainly of orchards farmed uninterruptedly for centuries. Over 40 preserved buildings and numerous archaeological remains have been catalogued in its interior. Among these remains, the enclosure of the Dar al-Hana has been identified with the residential area of the Almohad and Saadian periods. In the southern area of this complex, the remains of a large central court Saadian palace, built on a previous Almohad one, have been identified. The enlargement of the Agdal northwards, which converted an isolated country estate (an almunia) into an appendix of the kasba, has been also recorded. The archeological prospection of the Tasltante plain, close to the Agdal, has allowed defining a model of country state and a settlement pattern, which is also followed by this royal property. The archaeological information and the analysis of the written sources have made possible to reconstruct the Agdal and the peri-urban landscape previous to the Alaouite restoration of the imperial capital status to Marrakech in the eighteenth century.
Reciben el nombre de Agdal
El Agdal está situado al sur de la ciudad de Marrakech, como anexo de la kasba, a la que está estrechamente vinculado (
No deja de sorprender que el Agdal, a pesar de su gran notoriedad, valor histórico y atractivo turístico, no hubiera sido objeto de un estudio en profundidad hasta la campaña de prospección arqueológica realizada en 2012 por la Escuela de Estudios Árabes de Granada, dependiente del CSIC. Un estudio de El Faïz (1996)
Llegar a conocer en detalle una realidad que se extendió por más de 500 ha y cuya evolución abarca ocho siglos requería mucho más: era necesario hacer planos actualizados y precisos de la finca, elaborar un catálogo de su patrimonio, documentar gráficamente de manera pormenorizada sus elementos más notorios, llevar a cabo, en fin, una indagación sistemática sobre su estado actual y sobre su pasado. Resultaba imprescindible realizar una encuesta exhaustiva que describiera adecuadamente lo que había, aunando la exploración de las fuentes escritas y arqueológicas con el análisis comparativo de otras realidades similares.
La prospección realizada en 2012 permitió inventariar y documentar gráficamente, por primera vez, unos 400 elementos de interés arquitectónico y arqueológico, entre los que destacan unos 40 edificios que conservan sus alzados (Figs.
Los primeros trabajos hidráulicos de Marrakech fueron obra de los almorávides, fundadores de la ciudad en 1070. Es necesario remontarse brevemente a esta época para entender el contexto de las actuaciones almohades posteriores. ´Ali Ibn Yusuf (1106-1143), el segundo emir almorávide, aprovisionó de agua la residencia palatina de Qasr al-Hadjar y la medina mediante jattara/s
Será bajo la dinastía almohade cuando se generalicen los grandes proyectos hidráulicos. ´Abd al-Mu`min Ibn ´Ali (1130-1163) construyó en 1157 la gran
La primera nos revela el nombre con el que se conoció originalmente la finca. Según el testimonio de Al-Baydaq, personaje que formó parte de la corte almohade, el califa hizo plantar una
"En 550 [1155-1156], el califa [´Abd al-Mu`min] visitó la tumba del Mahdi [en Tinmal], después fue a Salé, donde permaneció dos años. Volvió después a Marrakech e hizo plantar [
La segunda fuente es el
"[´Abd al-Mu`min] hizo plantar [
Como se ve, las dos fuentes utilizan el término
La Menara se aprovisionaba de agua mediante
Según el
"[La kasba] tiene tres puertas que le son exclusivas: [la primera es] la Puerta del Vergel [Bab al-Bustan], que es privativa de los familiares del sultán; da acceso a un jardín [
Ésta es la única descripción que existe de la Buhayra almohade, pero en ella vemos ya todos los elementos y características que mencionarán autores posteriores: finca de tamaño excepcional, alberca sin parangón, plantíos de naranjos y limoneros perfectamente ordenados y edificios asombrosos.
De la misma manera que hiciera su predecesor ´Abd al-Mu`min al crear la Menara fuera de la ciudad, siguiendo un eje este-oeste en el que se articulaban la finca y el alcázar califal, también Abu Ya´qub Yusuf proyectó su gran
No sabemos de ninguna fuente que mencione la Buhayra (el Agdal) en época meriní (1258-1456). El traslado de la capitalidad a Fez en este periodo provocó la decadencia y ruina parcial de Marrakech. A mediados del siglo XIV, sin embargo, muchos de los palacios y dependencias de la kasba estaban en uso y la red hidráulica funcionaba todavía (Ibn Marzuq 1981: 70-71, 156, 137). No puede descartarse pues que la Buhayra continuara existiendo, siquiera como explotación agrícola, dada la tenacidad con la que el majzén protegía sus propiedades. A principios del siglo XVI, León el Africano afirma del jardín asociado al palacio existente en el interior de la kasba que "tan hermoso antes, es hoy muladar de la ciudad" (León el Africano 2004: 171), sin hacer mención alguna a la famosa Buhayra almohade.
Tras el paréntesis meriní, bajo la dinastía saadí Marrakech recupera la capitalidad del imperio, lo que traerá una reactivación de la vida urbana reflejada en la construcción y restauración de palacios y en la recuperación de la red hidráulica. También tiene lugar la revivificación de las grandes fincas del majzén, particularmente del Agdal, que en este periodo era conocido como Rawd al-Masarra o simplemente la Masarra. Los textos de la época, mucho más abundantes y prolijos que los anteriores, describen una finca muy extensa compartimentada en huertos más pequeños, presidida por una alberca imponente a la que se asoma un gran edificio que es atravesado por la acequia que la alimenta. Con esta información es posible reconstruir la finca con cierta precisión e incluso conocer qué sultán hizo en ella las obras más importantes. No tenemos noticia alguna de la Masarra para el periodo de gobierno del sultán ´Abd Allah al-Galib (1557-1574). El estado en el que se encontraba la finca durante el gobierno de su sucesor ´Abd al-Malik I (1574–1578) se conoce en cambio gracias al testimonio del embajador inglés Edmund Hogan, que relata cómo fue recibido por el sultán en 1577 "en su jardín", tumbado en una cama de seda (Hogan 1918: 245). En otro jardín adyacente, al que se desplazan después, había una gran alberca con su barca en la que ambos navegan; menciona también que allí había una "banqueting house" que en la arquitectura Tudor, con la que el embajador inglés estaba familiarizado, era un edificio destinado a recepciones y banquetes al que se llegaba desde la residencia principal a través de jardines
El sucesor de ´Abd al-Malik I, Ahmad al-Mansur (1578-1603), fue el gran constructor de la dinastía. Entre sus obras destaca el palacio del Badi´, iniciado en 1578, apenas llegado al trono. Pudo inaugurarlo escasamente cinco años después, en 1593. También ejecutó otros muchos proyectos dentro de la kasba, edificó la rauda real conocida como tumbas saadíes y levantó la mezquita de Bab Doukkala y sus anexos (Deverdun 1959: 384ss.).
La Masarra de este periodo se conoce gracias a los anales de la dinastía saadí redactados por ´Abd-al-Aziz ibn Muhammad al-Fishtali (1549-1621), visir de Al-Mansur e historiógrafo oficial. El autor la describe en los siguientes términos
"Este parque [
La kasba, según Al-Fishtali, se comunicaba con la Masarra mediante una puerta que se abría en un gran pórtico o galería (
"La vista sigue el camino, bordeado a izquierda y derecha por plantas que le dan sombra, hasta el edificio dominante erigido sobre la gran alberca [
La descripción de Al-Fishtali, testigo privilegiado de lo que narra, es valiosísima por los detalles que ofrece sobre la disposición de la finca, dividida en huertos yuxtapuestos (
La información que proporciona Al-Fishtali sobre las enormes dimensiones de un palacio situado junto a la alberca, también excepcional por su extensión, es en todo coincidente con la realidad arqueológica descubierta en Dar al-Hana (Figs.
Al Ifrani, autor de la primera mitad del siglo XVIII, atribuye a al-Mansur la revivificación de la Masarra, citando el
El aspecto impresionante que presentaba la Masarra saadí nos fue transmitido por Al-Maqqari al narrar una reunión de amigos, todos dignatarios de la corte de Al-Mansur, que tuvo lugar en marzo de 1601, en pleno Ramadán, al borde de la alberca de Dar al-Hana. En medio de un debate sobre los jardines más bellos del mundo decía:
"Para mí […] la Masarra supera a todos los jardines […] las constelaciones mismas desearían pasearse en sus praderas […] bañarse en su alberca es mucho más agradable que hacerlo en el Nilo o en el Genil [de Granada]" (Al-Maqqari 1983: 25-26).
Contamos con dos testimonios europeos contemporáneos de Al-Fishtali y de Al-Maqqari que también la describen. Uno es el del cautivo portugués Antonio de Saldanha y otro el del francés Thomas Le Gendre. Ambos fueron testigos oculares.
El primero describe una "huerta cercada de muros" de más de una legua de circuito en la que había una alberca de 500 por 400 pasos que podía llenarse en dos días y vaciarse en otros dos, y que se aprovisionaba de agua mediante un gran canal llamado "Rio del Rey" (la acequia Tassoultant) que Al-Mansur "mando traer de los Montes Atlas" (Saldanha 1997: 81)
El segundo menciona la existencia de un jardín llamado la Pequeña Masarra (Dar al-Hana) desde el que se accedía a la gran finca que lo albergaba, la Masarra (Le Gendre 1911: 726-727). La suma de ambos recintos constituiría la gran finca heredera de la Buhayra almohade. Le Gendre especifica que el agua que la atraviesa termina llegando al Palacio del Badi´, y afirma que los ciudadanos de Marrakech podían acceder a estos jardines, tradición que hoy día se mantiene. Al igual que De Saldanha, no dice nada del gran palacio que mencionara Al-Fishtali.
En 1641, el holandés Adrien Matham realiza una vista panorámica de Marrakech para la que escribe un texto explicativo (Matham 1913: 635). La Masarra se hallaba según él "a una media hora de la ciudad". Afirma que hay 36.000 mil olivos, 15.000 limoneros y otros tantos naranjos y palmeras. Si damos credibilidad a las cifras que ofrece, bastante superiores a las registradas por la administración del Protectorado para la primera mitad del siglo XIX, deberíamos imaginar una finca de dimensiones similares a las del actual Agdal
Los alauíes toman Marrakech en 1669. El estado en el que se hallaba la Masarra saadí a poco de su advenimiento puede saberse gracias a dos testimonios de viajeros occidentales.
El primero es la relación que hace Antonio da Silva Pereira de su embajada a Marruecos en 1677. Afirma que tiene casi legua y media de largo y que está atravesada por un camino completamente limpio de piedras (Da Silva 1864: 107). Su descripción coincide en lo esencial con las de Le Gendre y Matham, hechas sesenta y cuarenta años antes, respectivamente. Al igual que ellos, no menciona la existencia de un palacio en la Masarra, aunque es agasajado en la alberca, donde se le ofrece una comida amenizada por una orquesta (
El segundo testimonio es de Germain Mouette, fechado en 1684. Según este cautivo francés la finca tenía un circuito de dos leguas y en ella había avenidas bordeadas de flores y cipreses, donde se podían ver "viveros llenos de peces", en una clara referencia a las albercas (Mouette 1924: 193-194). Destaca la disposición ordenada de la finca, algo que hará también, medio siglo después, Thomas Pellow, cautivo en Marruecos entre 1720 y 1736. A este último le llaman la atención el orden, la variedad y el buen estado de las plantaciones, o lo bien cuidados que estaban los árboles frutales, especialmente los naranjos (Pellow 1890: 193-194)
El nombramiento en 1746 de Muhammad Ibn ´Abd-Allah, el futuro Muhammad III (1757-1790), como virrey (
Una vista de las murallas meridionales de la kasba recogida por Georg Höst, danés que residió en Marruecos entre 1760 y 1768, permite saber hasta dónde habían avanzado los trabajos de construcción de los mechuares y de Djenan Redouan en esa década (Höst 1781: lám. VIII). En este grabado se representa, de izquierda a derecha, la huerta de Djenan Redouan, el Gran Mechuar, la muralla del Dar al-Majzén, la muralla de la Mellah y la huerta de Djenan al-Afiya (
Sabemos que la antigua Masarra se salvó del designio destructor de Ismail gracias a las descripciones que hicieron varios viajeros occidentales. Las más interesantes son las hechas por los miembros de una embajada francesa de 1767
El Duque Des Cars, entonces un joven oficial, narra que el lugar de acampada, situado a media legua de la ciudad, era la huerta de un "viejo palacio imperial arrasado". Estaba "cercada de muros, aunque con numerosas brechas". El palacio arruinado que contempla es el "gran edificio" que describiera Al-Fishtali más de siglo y medio antes, rodeado por el complejo amurallado de Dar al-Hana. Menciona también un curso de agua que atraviesa la finca de parte a parte y en ella encuentra limoneros, granados, albaricoqueros y melocotoneros. A pesar de que el palacio se hallaba en ruinas, la finca estaba lo suficientemente cuidada como para ser digna de albergar huéspedes ilustres, cuya satisfacción era cuestión de estado. Muchos años después, al redactar sus memorias, recordará haber visto desde el lugar de acampada "una cantidad considerable de pabellones construidos con elegancia, casi todos al borde de algún lago destinado a los paseos vespertinos del Emperador y de las Reinas, que venían a respirar el fresco, a pasearse sobre el agua en góndolas" (Des Cars 1890: vol. I, 47).
El segundo testigo ocular es Bidé de Maurville, un cautivo liberado a raíz de las negociaciones realizadas por la embajada, que quedó impresionado por lo que vio:
"las ruinas del palacio de uno de los antiguos reyes de este Imperio, que todavía dan claramente a entender hasta qué punto estaba infinitamente por encima de todos los edificios actuales de este país, y podía, creo yo, ir parejo con lo que hubo entonces de más bello en su género en toda esta parte" (Bidé de Maurville 1775: 345).
Esta última descripción, aunque carente de detalles, es relevante porque establece una comparación entre los palacios contemporáneos que vio el autor y el palacio saadí del Agdal, en la que resulta claramente favorecido este ultimo. Curiosamente, ni él ni el Duque Des Cars mencionan la gran alberca de Dar al-Hana, a pesar de que los restos del palacio se encontraban inmediatos a ella (como lo están hoy). Es probable que para entonces no contuviera agua, ya que sabemos de su restauración cincuenta años después.
Muhammad III construyó un primer palacio en Dar al-Bayda y el huerto de Djenan Redouan a mediados del siglo XVIII, pero serán los sultanes ´Abd al-Rahman (1822-1859) y Muhammad IV (1859-1873) los que restauren la gran finca del Agdal, que Muhammad extenderá hacia el sur creando el Agdal Barrani. Hassan I (1873-1894) continuará esta política haciendo diversos intentos por instalar actividades industriales de interés para el majzén.
Muhammad Ibn Ahmad Akansus (m. 1877), secretario de la cancillería e historiógrafo oficial de ´Abd al-Rahman y de Muhammad IV, escribió una obra laudatoria que permite conocer cómo se ejecutó este proyecto restaurador desde el punto de vista de su promotor, el majzén alauí (Akansus 1918: t. I, 9-10, 22-23). ´Abd al-Rahman recuperó primero el derecho de soberanía sobre la acequia Tassoultant, que traía el agua del rio Ourika desde época almohade. En tiempos de Muhammad III (m. 1790) los Mesfioua se habían apropiado de ella y Suleyman (m. 1822) se vio obligado a negociar con ellos concediéndoles el uso del agua a cambio de 1.000 meticales anuales
Aunque Akansus se detiene en la vinculación de la Gran Alberca (
Casi un siglo de esfuerzos por parte de tres sultanes había conseguido hacer del Agdal una plantación rentable de olivos y frutales, a la que se dotó de instalaciones agropecuarias e industriales. Aún así el edificio residencial de Dar al-Hana mostraba a principios del siglo XX un estado de abandono que indica la escasa atención que le depararon los alauíes (Figs.
"Los quioscos persas [
Lo exagerado de la afirmación no hace sino poner en evidencia el carácter más bien modesto de los proyectos residenciales alauíes en el Agdal. El mismo Al-Nasiri afirmó, refiriéndose al sultán Muhammad IV, que los tiempos en los que le había tocado vivir no le favorecieron, porque "sus aspiraciones valían más que su época" (Al-Nasiri 2001-2005, t. VIII: 141; Fumey 1907: 274).
Las construcciones de nueva planta, la restauración de las antiguas y las ampliaciones de la finca son las obras que hicieron los alauíes para conformar el Agdal que ha llegado hasta nuestros días. Este Agdal es en lo esencial el que se cultiva hoy y el que aprecian sus escasos visitantes, pero representa apenas una cuarta parte de su historia, la más reciente.
La configuración del espacio interior del Agdal muestra una ordenación rigurosamente geométrica organizada en torno a un eje director, orientado aproximadamente de norte a sur y coincidente con la pendiente del terreno (
Las orientaciones definidas por esta trama no sólo comprometen la ordenación general de las parcelas, sino que son respetadas por los trazados de todos sus elementos. Tanto es así que la presencia de alguna construcción que no cumpla estos principios es considerada una anomalía necesitada de explicación.
Este carácter marcadamente ortogonal tiene sentido tanto desde el punto de vista técnico de la gestión de una explotación agrícola asentada en el llano como de la consecución de un proyecto urbanístico y arquitectónico coherente y bien acordado.
A pesar de las modificaciones sufridas a lo largo de su historia, la organización espacial general parece haber cambiado muy poco. Así, las trazas del proyecto fundacional almohade y del acometido durante la restauración saadí habrían quedado fosilizadas en el sector central de la finca, marcando la pauta que habrían de seguir las posteriores ampliaciones hacia el norte y hacia el sur (
Desde la restauración alauí a mediados del siglo XIX la finca quedó dividida en once parcelas, cuya superficie variaba entre 13 y 74 ha, que necesitaban de una cierta gestión coordinada debido a que dependían de una red hidráulica compartida
Se sabe por las fuentes que desde época almohade existió un gran eje norte-sur que llegaba a la puerta septentrional del recinto de Dar al-Hana, el actual pabellón de al-Manzeh construido en el siglo XIX
El camino que bordea por el norte la parcela de Al-Garsia y une la Puerta de la Musalla con la puerta del polvorín y con el pabellón septentrional de Dar al-Hana es a todas luces una abertura decimonónica. Se hizo para crear un acceso de nueva planta al complejo industrial del polvorín que evitara circulaciones indeseables por el interior de la finca (Navarro
A la hora de estudiar la organización interna del Agdal se ha creído oportuno dividirlo en tres sectores: septentrional, meridional y central. Esta subdivisión no es arbitraria; cada uno de ellos tiene una historia propia que puede explicar ciertas peculiaridades.
Este sector engloba las actuales parcelas de Sousia, Djenan Redouan y Dakhlani (
Este sector engloba las actuales parcelas de Haj Lahcen y Belfkih, situadas en el extremo meridional de la finca. Cada una ocupa un área aproximada de 53,5 ha destinadas al cultivo de olivar. Son las únicas parcelas que no reciben aguas de
Su similitud permite describirlas conjuntamente. Limitan por el norte con las parcelas de Salha, Dar al-Hana y Al-Garsia. Sus frentes este, sur y oeste quedan recorridos por la muralla exterior del actual Agdal. Están separadas entre sí por el camino que enlaza Dar al-Hana con la puerta Bab al-Nasr, que se abre en el frente sur de la muralla. Tanto ésta como la puerta de la esquina suroriental, Bab al-´Abid, deben considerarse accesos a la finca, no a estas parcelas en particular (Figs.
Las dos parcelas se organizan internamente de la misma manera, con unos ejes orientados de este a oeste que generan tres bandas de anchura desigual que decrecen de sur a norte. Estas irregularidades resultan extrañas en un espacio de nueva colonización, lo que induce a pensar que existieron restos de una organización anterior lo suficientemente importantes como para condicionar el nuevo diseño.
Entre las dos bandas mayores hay un camino importante en el que se han localizado los restos de una estructura rectangular, bien visible en la fotografía aérea de 1917. Estaba situada dentro de la parcela de Haj Lahcen, en las inmediaciones del camino principal que la separa de Belfkih (
La banda más septentrional, inmediata a las parcelas Salha y Al-Garsia, es la más pequeña y tiene un ancho aproximado de 75 m; sus cuadros de cultivo presentan una forma muy alargada este-oeste y una superficie media de 1,8 ha, sensiblemente menor a todas las demás de este sector. En la parte central, en las inmediaciones del edificio residencial de Dar al-Hana, se ubica el gran edificio de caballerizas (Figs.
El sector central de la finca engloba las actuales parcelas de Al-Garsia, Belhaj, Zahra, Zahiria, Salha y Dar al-Hana (Figs.
En su extremo septentrional hay una antigua almazara que se describe más abajo y que en la fotografía de 1917 aparece en ruinas (
Un potente muro de hormigón de cal de una veintena de metros de longitud y 1,80 m de grosor se pudo localizar, visible en superficie, en el ángulo suroeste de la parcela (
Zahra tenía a comienzos del siglo XX una superficie de 15,7 ha pero la construcción de la carretera que la atraviesa segregó 1,7 ha de su extremo septentrional, que hoy se percibe formando parte de la vecina Sousia (
Zahiria tiene una superficie 22,6 ha. Estaba cerrada en sus cuatro frentes por una tapia que la separaba de Dar al-Bayda, del camino central del Agdal y de las parcelas vecinas de Zahra y Salha. Su organización interior está condicionada por la presencia de una acequia que la recorre de sur a norte y la subdivide en dos mitades. La oriental se abre al exterior mediante dos puertas situadas en sus extremos norte y sur; ambos accesos estaban unidos por un camino que conducía a un pabellón de recreo rodeado de un jardín rehundido, la Dar al-Nzaha o Pabellón del Picnic, conocido también como "Pabellón de los Periodistas" (
La actual conformación de Zahiria es el resultado de una importante mutilación de la parcela sufrida en su frente septentrional en el momento en el que se funda Dar al-Bayda dentro del recinto del primitivo Agdal en el siglo XVIII. Este antiguo límite septentrional de la finca estaría en la actual línea de división parcelaria que hay entre Belhaj y Dakhlani, quedando ésta última parcela fuera de ese perímetro. La expansión de Dar al-Bayda hacia el norte pudo llevarse a cabo demoliendo el primitivo frente de muralla septentrional, creando así los huertos de Sousia, y entre éstos y el Gran Mechuar se fundó Djenan Redouan. La implantación de Dar al-Bayda explica también que la actual parcela de Zahra no llegue más al norte, hasta el límite histórico del Agdal fundacional (
En el extremo meridional y flanqueando el camino que se acaba de mencionar se construyeron las dos albercas Chouirjat, en las que se hizo un esfuerzo ornamental al rodearlas de parterres y canalillos (
Otra alberca de Salha es Batata, que se sitúa en el extremo opuesto a las Chouirjat, al borde del mismo camino (
Su compartimentación interior es muy similar a la de Djenan Redouan, Sousia, Zahra y Zahiria, con una subdivisión en cuadros relativamente pequeños, dedicados al cultivo de frutales, que en el pasado se combinaban con hortalizas y cereales.
Del análisis de la subdivisión parcelaria de la finca se puede concluir que existen dos tipos de parcelas diferenciables en función del tamaño de sus bancales y del tipo de cultivo. Las situadas en la zona occidental, con la excepción de Haj Lahcen, forman una banda homogénea caracterizada por una subdivisión en bancales de menor superficie, donde se concentraban los cultivos con una elevada demanda de agua, como se discute en el apartado siguiente. Por eso se las dotó de su propio abastecimiento mediante dos
La severidad del medio natural del Haouz hace que tanto el desarrollo de la agricultura como el de la vida urbana estén estrechamente ligados a la obtención y movilización de recursos hídricos. Desde el momento de la fundación de Marrakech, su supervivencia dependió de la implementación de sistemas eficientes de captación, transporte y almacenamiento de agua.
Las
La situación no cambió sustancialmente hasta la llegada de los sistemas de bombeo y distribución modernos. Hacia 1970 había censadas 567
El aprovisionamiento de agua del Agdal se realizaba mediante una combinación de aportes, tanto subterráneos como superficiales, regulados por balsas entre las que destaca la gran alberca de Dar al-Hana. Este sistema tuvo su origen en época almohade y sobrevivió hasta una época relativamente reciente. A pesar de la gran importancia que tuvieron las
El Agdal no podía sobrevivir al estiaje si, además del aporte continuo pero relativamente débil de las
La puesta en funcionamiento del Canal de Rocade a mediados de la década de 1980 supuso un cambio radical en el sistema de aprovisionamiento y distribución de agua en el Agdal. Este canal es una conducción de 120 km procedente de las presas de Sidi Driss y Hassan I, al Este del Haouz. Para llevar sus aguas a la finca se construyó una red de canalizaciones que penetran en el Agdal por su esquina sureste y salvan los obstáculos en su camino mediante sifones. Esta traída de aguas asegura el aprovisionamiento durante el estiaje y se regula mediante las dos grandes albercas del Agdal. Supuso el abandono definitivo del sistema de
A mediados del siglo XII el majzén almohade construyó la acequia Tassoultant captando sus aguas del Ourika por encima de la localidad de Aghmat, a 40 km al sureste de Marrakech. Esta captación vino a ocupar el séptimo puesto en la secuencia de ocho acequias importantes que se derivaban del rio en tierras del grupo tribal de los Ourika
En época saadí se realizó una segunda captación lejana de aguas, la acequia El-Bachia, derivada del rio Rhirhaia. Su excavación se hizo con un doble objetivo: por una parte permitir el riego de un área cultivable situada en la margen derecha del Rhirhaia y por otra aumentar el caudal de la acequia Tassoultant, con la que confluía.
Tras recorrer la llanura y recibir el aporte suplementario de El-Bachia, la Tassoultant atravesaba el Agdal Barrani en dirección suroeste-noreste y penetraba en el Agdal propiamente dicho por el sur, a la izquierda de Bab al-Nasr (
El agua de la Tassoultant permitía regar, además del Agdal, el palacio de Dar al-Bayda, la parte Sur de la kasba y el barrio de Berrima (Parroche 1925: 59)
Todas las
Había tres
Había cuatro
La alberca Al-Garsia, en la que vertía, tiene forma de paralelogramo romboide con dos pares de ángulos de 95 y 85 grados. Mide 204 por 151,6 m (30.804 m2) y tiene una profundidad de 2,5 m. Puede embalsar unos 75.000 m3 y tiene una isleta central de 15 por 15 m. A partir de ella era factible regar una parte de los sectores Belhaj y Agdal Dakhlani, como complemento al riego que se realizaba desde la alberca de Dar al-Hana. A juzgar por las descripciones de la Masarra saadí que hacen a finales de siglo XVI y principios del XVII Al-Fishtali y varios viajeros europeos, en las que se menciona una sola alberca, no existía en esta época, al menos con esas grandes dimensiones. Tampoco aparece en el plano elaborado por el teniente Washington (1831: 123-155; mapa fuera de texto), como señaló Deverdun (1959: 528). Todo apunta a que es una obra del siglo XIX, época en la que se replanta el Agdal. El Faïz (1996: 6-7) la considera obra almohade con una argumentación poco convincente.
Las tres
La investigación sobre el Agdal demandaba desde el principio su identificación tipológica, ya que una cosa es reconocer su evidente singularidad y otra bien distinta considerarlo excepcional. Lejos de ser un apéndice exquisito y anómalo de la kasba, el Agdal fue durante la mayor parte de su historia un elemento periurbano separado y autónomo. No fue hasta la segunda mitad del siglo XVIII cuando se produjo su anexión. A la hora de identificar el modelo de finca al que perteneció fue de mucha utilidad la prospección arqueológica de la llanura de Tasltante, al suroeste de Marrakech, donde se localizaron los restos arqueológicos de 17 grandes albercas de riego (
Las fuentes cronísticas permiten entender la razón de la presencia de estas albercas. Una de ellas, de finales del siglo XII, afirma que Marrakech era la ciudad del Magreb donde había más "vergeles [
Este testimonio temprano, generado en la época del esplendor almohade de Marrakech, puede ser la referencia con la que medir la salud de la ciudad en los siglos venideros, pues muchos de los observadores que dejarán relatos de su paso por ella hacen mención a las fincas y jardines situados extramuros, bien para describir su belleza, bien para lamentar su desaparición.
Al-´Umari señalaba, refiriéndose a los almohades, que fuera de la Bab al-Sadat (Puerta de los Señores), situada en la muralla occidental de la kasba, estaban "las tumbas de sus grandes personajes [
La supervivencia de estas fincas periurbanas dependía de la existencia de ciertas condiciones de seguridad, que sólo podían ser garantizadas por el majzén. Cuando León el Africano visita Marrakech a principios del siglo XVI afirma que "en los campos de fuera no puede la gente disponer de un palmo de terreno a causa de los árabes", pues la ciudad había envejecido antes de tiempo debido "a las guerras y a los cambios de amo" (León el Africano 2004: 166, 171).
Para principios del siglo XVII sabemos que el paisaje periurbano de Marrakech era muy próspero:
"Fuera de la ciudad, en los alrededores, por el campo, hay gran número de jardines y vergeles con toda suerte de frutos y viñas, con aguas, y una pequeña residencia para ir a recrearse; tienen allí algunos esclavos para trabajar" (Mocquet 1909: 401).
El panorama floreciente descrito por Mocquet se explica por la presencia de un poder fuerte como el del majzén saadí. Pero la amenaza de la desintegración estaba siempre presente. Será Thomas Le Gendre, comerciante francés que visitó Marrakech entre 1618 y 1625, quien nos informe de que pocos años después de la visita de Mocquet todo ha cambiado a peor:
"Los propios moros no tienen posesiones ni jardines más allá de un tiro de mosquete de las murallas de sus ciudades, porque no los disfrutarían, los árabes les robarían todo de noche; lo que es la causa de que estas gentes no cultiven, y no se sirvan de la bondad de su país" (Le Gendre 1911: 717, 721).
La similitud de esta última descripción con la que hiciera poco más de un siglo antes León el Africano resulta aleccionadora sobre el carácter cíclico de las crisis que sufrió la ciudad de Marrakech, en este caso la acaecida tras la muerte de Ahmad al-Mansur (1603). A los problemas sucesorios que siguieron hay que añadir el impacto de las grandes epidemias de peste (el propio Al-Mansur murió de ella) y las hambrunas que se sucedieron en la primera mitad del siglo XVII y que indudablemente contribuyeron a la despoblación de muchas áreas de la ciudad y sus alrededores (Rosenberger y Triki 1973 y 1974).
Testimonios de viajeros y cronistas de la segunda mitad del siglo XVIII y principios del siglo XIX hablan de un pasado esplendor de la ciudad todavía reconocible.
Un cautivo francés afirmaba en la década de 1770 que la única zona susceptible de cultivo y soportable a la vista eran las proximidades de la kasba (el "Palacio del Rey"), lo demás era de una fealdad inimaginable (Bidé de Maurville 1775: 346).
Otro francés, un diplomático que visitó Marrakech entre 1767 y 1784, afirma que la llanura estuvo "dividida en un número infinito de huertos cercados", plantados de olivos "que han sobrevivido a la barbarie de los hombres". Estos huertos habían albergado en otro tiempo las "casas de campo de los particulares y sus plantaciones", regadas por "más de seis mil fuentes". Todo eso había desaparecido y solo quedaban ruinas, pues las "ricas propiedades fueron devastadas en las revoluciones que precedieron y caracterizaron el reino de Moulay Ismail [1672-1727]" (Chénier 1787: t. 3, 49).
En la primera mitad del siglo XIX los alauíes intentarán regularizar parte de sus fuentes de ingresos mediante una doble política: revivificar las antiguas plantaciones reales y colonizar nuevas tierras. Desde 1824, el sultán ´Abd al-Rahman (1822-1859), con la colaboración de su hijo el príncipe heredero, el futuro Muhammad IV, emprendió en el Haouz cinco grandes proyectos agrícolas: 1º, la replantación del Agdal; 2º, la revivificación de la
La Menara, edificada en 1157 por el primer califa almohade ´Abd al-Mu`min Ibn ´Ali, es el único ejemplo vivo de finca peri-urbana medieval del entorno de Marrakech que ha conservado su coherencia tipológica hasta nuestros días.
"El califa ´Abd al-Mu`min plantó fuera de Marrakech un jardín [
La Menara precedió por pocos años a la
A partir de la información arqueológica y del análisis de las fuentes escritas podemos concluir que en el entorno de Marrakech existió un modelo de finca periurbana con una serie de características comunes:
El Agdal cuenta con un perímetro amurallado de unos 9 km, jalonado por torres. Una primera aproximación permite afirmar que se trata de una obra heterogénea en donde se refleja la compleja historia formativa de la finca. La información que proporcionan las fuentes escritas sobre esta muralla es prácticamente inexistente, y el análisis arqueológico es todavía preliminar debido a la gran extensión de la cerca, a las reparaciones sufridas recientemente y también a las limitaciones existentes para acceder a determinados sectores.
En la prospección de 2012 se catalogaron en la muralla unos ciento cincuenta elementos de interés, correspondientes a lienzos, torres, bastiones y puertas que hoy día están en pie; también se localizó un tramo de otra más antigua, completamente arrasada, situada bajo la primera. Este trabajo nos ha permitido conocer las principales características de la fábrica de la cerca, así como documentar ciertas discontinuidades estructurales y realizar el estudio formal de sus torres. Todo ello ha hecho posible la individualización de ciertos tramos del recinto en cada uno de sus cuatro frentes.
El cierre del lado norte del Agdal, más que una autentica muralla es una sucesión de tapias que separan la finca de los mechuares. En el lado oriental, el muro aísla el Agdal Dakhlani de los mechuares interior y exterior y del barrio de Bab Ahmar; en el occidental separa Djenan Redouan del Gran Mechuar y de otro gran recinto con funciones militares (Figs
Se han identificado cuatro tramos que presentan rasgos morfológicos propios, coincidentes aproximadamente con el desarrollo de las parcelas que hay en sus inmediaciones. El último de ellos será analizado en el apartado dedicado al frente meridional. La descripción de cada tramo que se hace a continuación sigue un orden de norte a sur.
El primero es una tapia de tierra que separa Djenan Redouan del cementerio de Sidi A´mara y del barrio del mismo nombre (Figs.
El segundo tramo es también obra de tapia de tierra aunque está torreado. Se extiende por 1,2 km desde el norte de la parcela de Sousia hasta el sur de Zahra. Su mitad meridional transcurre apoyada sobre una antigua muralla amortizada que le sirve de cimiento y zócalo (Figs.
El tercer tramo coincide aproximadamente con la parcela Salha. Se diferencia del tramo anterior en el menor número de torres y en la mayor distancia que hay entre ellas, que oscila entre 215 y 281 m. En los 500 m aproximados que mide este tramo de muralla no se reprodujeron las torres preexistentes y se reconstruyeron solamente dos, lo que nos hace sospechar que estamos ante una fábrica de época alauí (Figs.
Las diferencias que existen entre los dos últimos tramos fueron explicadas por Deverdun (1959: 529) a partir de una tradición oral según la cual los Rehamna destruyeron la totalidad de la muralla oeste del Agdal en 1862
Por otra parte, sabemos que Muhammad III (m. 1790) restauró las murallas de la kasba, lo que conllevó entre otras obras la refacción de todo su frente occidental. La observación de la cartografía detecta en este nuevo recinto alauí una baja densidad de torres y la existencia de separaciones irregulares entre ellas. Fotografías de principios del siglo XX permiten distinguir cómo la nueva muralla alauí no reprodujo todas las torres preexistentes del recinto de la kasba
Los restos visibles de la muralla preexistente sobre la que asienta parte de la cerca del segundo tramo y la totalidad del tercero, tienen 1,2 km de longitud y su fábrica es una tapia hormigonada. Fue demolida de manera controlada con el fin de servir de basamento sobre el que asentar la que subsiste (Figs.
Si exceptuamos el tramo anexo a la parcela Belfkih, ampliación bien fechada en el siglo XIX, el resto de este frente mide 2.360 m desde Bab al-´Iyal (
En este mismo frente de muralla e inmediata a la parcela Al-Garsia se yergue la Puerta de la Musalla (
Se trata de una puerta monumental de entrada recta alojada en una torre, ubicada en el frente oriental de la muralla exterior del Agdal (
Los bastiones de Bordj al-Wastani (
Esta muralla cierra el Agdal por el sur. Su disposición en forma de "U" y su desarrollo a lo largo de 3 km le permite cercar las parcelas de Haj Lahcen y Belfkih (Fig. 2). Las dos esquinas del gran recinto fueron dotadas de bastiones que permitían alojar piezas de artillería. Desconocemos si esta ampliación del Agdal es obra de ´Abd al-Rahman (1822-1859) o de Muhammad IV (1859-1873). En todo caso es anterior a la ampliación del Agdal Barrani realizada por Hassan I (1873-1894) (Deverdun 1959: 537). La muralla de esta última ampliación tenía una longitud de 3,3 km. Cercaba el área en la que se construyó una fábrica de pólvora y otra de municiones (
Con anterioridad a la gran expansión alauí del Agdal, la finca tuvo un perímetro menor que el actual y estuvo físicamente separada de la kasba (
Es probable que en época saadí la revivificación de la finca mantuviera en lo sustancial la organización espacial de la fase almohade anterior. Sabemos que la finca tenía en ese momento, en torno al año 1600, una anchura similar a la de las murallas de la kasba y del huerto de Al-Saliha, contiguo a ella, lo que supone el mismo ancho que tiene la finca en la actualidad, aproximadamente 1400 m.
Fue bajo los alauíes cuando se produjo un gran cambio en la organización espacial de la finca, debido a dos fenómenos diferentes pero estrechamente relacionados. El primero fue la proyección de la kasba hacia el sur, con la creación de los mechuares que todavía existen. El segundo fue el desplazamiento del área residencial del Agdal de sur a norte, abandonando el complejo residencial de Dar al-Hana en favor del de Dar al-Bayda, cuyo primer núcleo se construye a mediados del siglo XVIII por Muhammad III. La creación por el mismo monarca del huerto de Djenan Redouan en el espacio que mediaba entre el Gran Mechouar y Dar al-Bayda terminó por poner en contacto dos realidades diseñadas en el siglo XII como entes separados: la kasba y el Agdal. Lo que había sido una finca aislada, satélite de la ciudad, se convertía así en un apéndice de la ciudad palatina (Figs.
Desde el momento en que iniciamos el estudio del Agdal, reconocimos que el recinto de Dar al-Hana fue el núcleo principal de la finca almohade debido a que en su interior se encontraba el área palatina por antonomasia. Allí es donde mejor se han conservado los elementos tipológicos y estructurales de la finca fundacional, aunque su materialidad es mayoritariamente saadí.
En el extremo sur de este recinto, presidiendo el conjunto, se emplazan los restos de un gran edificio residencial, que las crónicas llaman "palacio", al que rodean otras construcciones independientes. Todo el conjunto circunscrito por sus murallas debe ser considerado como espacio palatino. Cada uno de sus componentes tiene una formalización y función particulares, pero ninguno de ellos puede ser entendido si no es formando parte de la unidad mayor. Así, no es oportuno considerar al edificio meridional como palacio en sí mismo, sino tan sólo como el componente residencial más significativo de un conjunto áulico que se completa con los demás elementos.
Desde su fundación en época almohade, el recinto de Dar al-Hana fue siempre un espacio diferenciado dentro de una finca más extensa que las fuentes escritas describen unánimemente como inmensa. Un testimonio de 1625 diferencia estas dos realidades, llamando a Dar al-Hana "la Pequeña Masarra" y al resto del primitivo Agdal "la Masarra" (Le Gendre 1911: 726-727).
Lo que nos ha llegado del área palatina queda definido por un perímetro amurallado de planta rectangular, con unas dimensiones de 347 m de lado medido en la dirección norte-sur y 384 m en la este-oeste, por lo que su superficie alcanza 13,3 ha (Figs.
Podemos observar un especial protagonismo concentrado en la zona meridional. Aquí, además del edificio residencial que hoy podemos ver, encontramos un amplio campo de ruinas de indudable valor arqueológico que se extiende hacia el sur, ocupando una superficie aproximada de una hectárea. Se han localizado varios muros de hormigón de cal de gran grosor, enterrados a una profundidad superior a los dos metros, puestos al descubierto hace unos años por la excavación de una zanja
El complejo palatino que estos restos ponen en evidencia estaría compuesto por el palacio propiamente dicho pero también por las caballerizas y por un sofisticado sistema de puerta que además de dar acceso al palacio permitiría una entrada diferenciada al resto de la finca desde el sur. Desde esta puerta, un camino interior bordearía el recinto de Dar al-Hana por el oeste hasta salir al camino central del Agdal en el lugar que hoy ocupa la puerta que hay junto al-Manzeh, en su extremo norte.
La muralla de Dar al-Hana cierra un perímetro de casi 1,5 km, jalonada con 30 torres distribuidas a intervalos aproximadamente regulares (Figs.
Las torres se adosan a los lienzos por su cara exterior. Presentan planta rectangular, con unas dimensiones de 7 m en su lado mayor, paralelo a la muralla, y un ancho de 3,7 m. Su superficie interior es de 15 m2 aproximadamente. En algunas de ellas se han conservado evidencias de las puertas de acceso, fundamentalmente en el tramo oeste. Éstas se disponen centradas en el eje de simetría. Presentan jambas y arcos rebajados de fábrica de ladrillo. Las torres de esquina tienen planta en "L", con unas dimensiones exteriores de 7 m. Su superficie interior es de 19 m2.
Los frentes este y oeste muestran unas características similares, con una secuenciación de torres que varía entre 32 y 48 m. Cabe señalar que las torres centrales de ambos paños han desaparecido, al emplazarse la Bab Saghir en mitad del frente occidental (Figs.
El frente norte es el tramo más modificado. Un gran número de sus estructuras han sido reutilizadas al adosarse, tanto en el exterior como en el interior, diversas construcciones del complejo industrial septentrional, que incluye, entre otros, un molino y un polvorín (Figs.
En el frente sur se detectan varias peculiaridades. Presenta una altura variable: en la mayor parte de su tramo oriental se cuentan 3 hiladas, aunque en la zona central se observa un escalonamiento que llega hasta 7; en el tramo occidental, sin embargo la altura es de 4. Sus torres son ciegas, sin ningún vano de acceso a su interior. Se conservan 4 de ellas, en los extremos oriental y occidental, que mantienen una separación media de 35 m, aunque desconocemos si existieron más en este frente.
En la parte central su trazado queda interrumpido por la presencia del edificio residencial. A ambos lados de éste se dan varias singularidades. En primer lugar, se observa un mayor espesor en la fábrica de la muralla. Esto se evidencia en alzado al oeste del edificio, donde un tramo es 23 cm más grueso, alcanzando 1,26 m (
La ausencia de torres en la parte central, rompiendo claramente la secuencia del resto del perímetro, es significativa. Está indicando la existencia de algún condicionante que impidió que el cierre del frente sur se realizase de manera sencilla siguiendo el mismo esquema general de los demás lienzos.
La mayor parte de la materialidad de la muralla es una obra cronológicamente homogénea, adscribible a época saadí, aunque en momentos posteriores se hayan realizado modificaciones puntuales en algunas partes de su alzado. En cuanto a los tramos de mayor grosor detectados en el frente meridional, se trata probablemente de la muralla fundacional almohade sobre la que se construyó la obra que actualmente se conserva en pie (Figs.
Se trata sin duda del edificio más importante del recinto de Dar al-Hana, tanto por su función como por la envergadura de su arquitectura. Lo que hoy día vemos es una obra inacabada proyectada por el arquitecto André Paccard a finales del siglo XX (Figs.
Los datos de que se dispone para plantear una hipotética reconstrucción de la antigua residencia provienen del estudio arqueológico-arquitectónico de sus estructuras y del análisis de la fotografía aérea de 1917. Se han consultado también otros documentos gráficos históricos, entre los que destacan diversas postales antiguas que han proporcionado una valiosa información adicional. En la fotografía de 1917 podemos observar cómo estaba, antes de que fuera demolido parcialmente, englobado dentro de un recinto de planta rectangular, con unas dimensiones de 95,3 por 32 m (Figs.
El inmueble, tal y como se encontraba a comienzos del siglo XX, presentaba una planta de contorno rectangular con unas dimensiones de 79 por 19 m, dispuesto paralelamente al borde sur de la alberca, y separado de ella por un espacio de 17,7 m de ancho (Figs.
Sector central (A). Es la parte más importante del edificio. Se caracteriza por presentar una fábrica muy sólida de tapia de hormigón y por estar sus dependencias cubiertas con bóvedas de cañón construidas con ladrillo. Sus muros alcanzan un importante espesor, que va desde 1,3 a 2,5 m en los costados de las mayores bóvedas. Se divide en 5 cuerpos aproximadamente simétricos.
Este espacio estuvo cubierto por bóvedas de cañón y en ellas observamos dos fases diferenciadas. La primera se resuelve con una única bóveda de cañón longitudinal, que más tarde es modificada por una composición de 5 bóvedas transversales sobre machones adosados al muro norte, sobre la que cabalga una segunda bóveda longitudinal (
Su muro septentrional es a la vez la única estructura conservada de la segunda crujía, a la que se accedería desde el pórtico. Los demás muros de este cuerpo han sido arrasados por la obra contemporánea, conservándose tan sólo el primer tramo de los muros laterales de la segunda crujía. Éstos nos indican que este espacio estuvo cubierto por bóvedas de arista. Si en su frente septentrional hubo un pórtico simétrico al descrito, no lo podemos asegurar, aunque por las fotografías históricas sabemos que existió un importante vano centrado, con gorroneras, equivalente al de la crujía sur (
A modo de recapitulación, podemos decir que el análisis tipológico y constructivo nos llevan a dar una cronología homogénea, de época saadí, tanto a las estructuras del interior de edificio como a los restos que se encuentran soterrados en sus inmediaciones, si bien podemos observar que existen otras que posiblemente pertenecieron al palacio almohade.
Un testimonio de época saadí nos describe el edificio en 1631, siendo el único procedente de una fuente occidental que habla del palacio de la Masarra:
"Este joven príncipe [Moulay al-Walid] […] está al presente con su favorito el caíd Ayagena en su palacio de placer de Monserrat, soberbiamente construido pero de una sola planta al estilo del país y (algo que os dejaría atónitos) sin ventanas ningunas, contentos de la luz que les da una única gran puerta"
La mención explícita de la existencia de una sola planta resulta llamativa dado que hay varios indicios que hacen pensar que el edificio contó con otros cuerpos en altura. Antes de discutirlos, es necesario distinguir entre las plantas altas del sector central y las de los laterales, pues se trata de casos muy diferentes.
En los núcleos laterales existe una planta alta en la actualidad, fruto del proyecto contemporáneo, que reproduce básicamente la que existió previamente. A ella se accede desde los descansillos de las respectivas escaleras. La altura libre de los espacios de estos cuerpos secundarios es bastante reducida en comparación con los del cuerpo principal, limitándose a unos 3,68 m, por lo que en la altura del cuerpo bajo de aquél, de 6,80 m, tienen cabida las dos plantas de éstos (Fig. 22). Estos pisos estuvieron resueltos con alfarjes planos y armaduras de madera, rasgo diferenciador respecto al central, donde se emplea la bóveda de cañón. Descartamos que por encima de ellos haya habido una tercera planta o que existiesen espacios en alto de un desarrollo considerable, dada la reducida capacidad portante de sus muros y el carácter subsidiario de estas zonas.
El caso del sector central es totalmente distinto. La gran solidez de su estructura, la altura uniforme de la plataforma generada por el sistema de bóvedas y la presencia de dos cajas de escaleras ofrecen pruebas suficientes de que se concibió como basamento de una planta superior que habría alcanzado un gran desarrollo.
Desafortunadamente el proyecto de Paccard destruyó lo que se conservaba de las coronaciones del edificio. En la fotografía de 1917 no se aprecian restos de ninguna estructura emergente que pueda corresponderse con las de una planta alta.
El testimonio del escritor y crítico de arte Leandre Vaillat, que visitó el Agdal a finales de la década de 1920, permite pensar que existió un proyecto de planta superior, cuyas obras llegaron a iniciarse. Subido a la terraza del edificio, observó el arranque de los muros que habrían definido los ámbitos de esa planta que no llegó a construirse:
"Sur la terrasse où je suis […] je vois la tranche des pierres de taille qui devaient être la base du premier étage. Voici les trois pièces, avec le renfoncement du lit, le seuil des portes de dégagement, en chicane, le point de départ des trois arcades qui devaient encadrer la vue, la galerie sur l´eau. Tout cela n´a jamais existé. Le maçon s´est arrêté ou plutôt on l´a arrêté, faute d´argent, faute de ténacité, une fantaisie chassant l´autre; mais on voit le support de ce qui aurait pu être. On dirait d´un plan d´architecte, tracé en larges traits, à même le sol dur de cette terrasse" (Vaillat 1930: 454)
Así pues, Vaillat identificó claramente las trazas de la disposición de la planta alta del cuerpo central del edificio de Dar al-Hana: tres piezas vivideras, los umbrales de las entradas en recodo y las tres arcadas que constituirían una galería mirador sobre la alberca.
A pesar de que no tenemos vestigios materiales que nos permitan conocer con más detalle su organización espacial, podemos aportar algunos argumentos para proponer una hipótesis de reconstrucción de la misma. Siguiendo un criterio de lógica estructural, debemos considerar que el trazado y ubicación de los grandes muros conservados en la planta baja están directamente relacionados con el que habrían tenido los de la planta alta. Incluso, podemos apreciar que si solamente consideramos aquellos muros con mayor capacidad portante obtenemos combinaciones espaciales significativas. Esto se hace especialmente notorio en el cuerpo oriental (A2) del sector central. El esquema estructural de esta sala es bastante elocuente. Si obviamos el muro central, de espesor sensiblemente menor al resto, obtenemos que los grandes muros de carga dibujan un espacio central, de planta cuadrada, con un lado de aproximadamente 7,4 m, flanqueado por el norte y el sur por dos espacios menores rectangulares. Creemos que nos encontramos ante la infraestructura destinada a soportar una composición de
Con estos criterios tendríamos una distribución aproximadamente simétrica de espacios nobles en la planta alta, separados por un patio en cuyo frente septentrional se abriría el mirador descrito por Vaillat (1930: 454). Así, observamos una interesante dualidad compositiva: mientras que en la organización espacial de la planta baja prima el eje norte-sur, en el cuerpo alto lo hace el este-oeste.
Otro aspecto que enriquece la composición arquitectónica es el tratamiento de los accesos a esta planta alta: mientras que la escalera oriental comunica tanto con el complejo central (A2) como con el exterior, a la occidental solamente se llega desde el núcleo secundario occidental (B), evidenciando una clara diferenciación funcional. Asimismo, los desembarcos de éstas se producen en ángulos opuestos de la planta alta, dando paso en ambos casos a saletas anexas a los salones principales.
Esta gran residencia habría contado con un patio central, atravesado en su eje norte-sur por el canal
Este edificio presentaría así una doble vocación en sus relaciones con el exterior, manifiesta especialmente en sus salones principales, que debemos entender ubicados en el sector norte. Éstos podrían abrirse a través del doble pórtico tanto hacia el sur, mirando al patio y disfrutando de su carácter más íntimo y protegido, como al norte, hacia la apertura visual que ofrecía la alberca, sin olvidar su goce directo. Esa dualidad también se experimentaría en el disfrute de la presencia vegetal próxima, en el interior del patio, mientras que hacia el otro lado la alberca necesariamente impide la presencia de cuadros de cultivo próximos
La residencia almohade debía de hallarse en avanzado estado de ruina en época saadí. La falta de alineación del edificio saadí respecto a la alberca, a todas luces una anomalía en una obra estatal de esta importancia, puede explicarse si consideramos que las ruinas almohades condicionaron parcialmente la construcción de la nueva residencia. Los saadíes habrían restaurado la finca almohade para desarrollar sobre ella un ambicioso proyecto que contemplaba el gran palacio descrito por Al-Fishtali y por la fuente europea de 1631. El edificio saadí habría seguido los mismos principios compositivos del palacio almohade, repitiendo el esquema de gran apéndice proyectado hacia el sur. Apoyando esta idea encontramos las mencionadas anomalías del frente sur de la muralla de Dar al-Hana, que serían coherentes con este argumento si consideramos que en su tramo central se encontraría con el cuerpo emergente del palacio, impidiendo completar un paño rectilíneo de trazado similar a los demás.
Este segundo palacio, a su vez, habría sufrido dos fenómenos de destrucción acontecidos en fechas muy alejadas entre sí:
El primero debió de suceder a la caída de la dinastía saadí. Supuso la desaparición de la mayor parte de su superficie construida, perdiéndose todo el sector que se extendía hacia el sur, fuera de la línea de la muralla, el cual habría sido abandonado a su suerte y sufrido un intenso expolio. El frente septentrional del palacio, dado que se adentraba en el recinto de Dar al-Hana, fue segregado del resto y protegido dentro del perímetro amurallado. A pesar de la restauración de la finca por los alauitas, ésta no alcanzaría a la arquitectura en ruinas de sus edificios residenciales, ya que se habría limitado a realizar un mínimo acondicionamiento de algunas de las construcciones previas, entre ellas las caballerizas por su interés como espacio agropecuario, y a levantar de nueva planta tan sólo el hangar de la barca y las instalaciones industriales del recinto. De esta forma se estaban primando los aspectos productivos sobre los residenciales, toda vez que Dar al-Bayda había asumido las funciones que anteriormente cumplía Dar al-Hana.
El segundo sucedió en los años 80 del pasado siglo y supuso la destrucción parcial del único sector de la obra saadí que se había salvado de la primera demolición. En este momento el causante de los daños fue la edificación del nuevo palacio construido por Paccard. Tampoco este proyecto llegaría a conseguir una reactivación de la vida palatina de Dar al-Hana, al quedar inconcluso.
A pesar de las grandes mutilaciones que ha sufrido, este edificio sigue constituyendo una de las construcciones más notables de la finca y su presencia al borde de la gran alberca deja traslucir una parte del magnífico panorama que el conjunto palatino debió de ofrecer en épocas pasadas (Figs.
Es un gran reservorio cuyo vaso tiene unas dimensiones interiores de 208 x 181 m (37.648 m2) y una profundidad de 2,20 m, lo que supone una capacidad de unos 83.000 m3 (Figs.
La alberca se alimentaba por un canal que la acometía desde el sur, centrado en su eje de simetría, de un ancho de 65 cm que alcanza los 75 cm en la embocadura. Las fuentes de época saadí describen un gran palacio situado en este punto bajo el cual pasaba la canalización. El desagüe se efectúa por el lado norte mediante un orificio practicado en el fondo, regulado por una compuerta, del que parte una acequia de tierra que distribuye el agua por la finca.
El vaso de la alberca lo forma una estructura cuyos muros tienen unos 5,60 m de grosor. Su frente septentrional es el que presenta mayor alzado, llegando a alcanzar los 3,50 m de altura respecto al suelo del andén perimetral que hay en su base. En el centro de este frente existe hoy una rampa que da acceso a la plataforma. Se tiene constancia, sin embargo, de que se trata de una intervención reciente, pues a finales del siglo XIX aparece descrita una amplia escalinata en este punto (Harris 1889: 197; 1895:37). Aunque la pendiente del terreno en el que está situada no supera el 0,75%, sus enormes dimensiones obligaron a los constructores a realizar desmontes en su frente meridional para alojar el vaso. El frente septentrional, peligrosamente expuesto a la presión de la masa de agua, fue provisto de contrafuertes cúbicos en las esquinas, que miden 9 m de lado y se proyectan hacia el exterior 2,30 m.
Conocemos pocos detalles sobre las características estructurales de la alberca, pues solo son visibles la superficie externa del vaso y el pavimento del andén que recorre su borde superior. Aunque las caras exteriores están enlucidas es posible comprobar que se trata de una obra de tapia de hormigón en la que se aprecian numerosas reparaciones superficiales realizadas con ladrillo y mortero que deben de corresponder a la última restauración importante, de mediados del siglo XIX, y a obras menores de mantenimiento posteriores. No se puede descartar que existan refacciones más antiguas y de mayor calado, como por ejemplo la construcción de un forro perimetral que añadiera solidez a la fábrica original almohade, aunque tales obras nunca pudieron realizarse con posterioridad a época saadí, como se argumenta a continuación.
El acceso al fondo del vaso queda resuelto por ocho juegos de escaleras, dispuestas en los ángulos y en los centros de sus lados (
El pavimento del andén es un simple mortero de cal asentado sobre una gruesa capa de hormigón, visible gracias a una canalización subterránea que recorre el andén occidental y que hoy se halla abierta en alguno de sus tramos.
Adosado a la base de la alberca hay un andén perimetral conservado en el frente norte que aloja una canalización en su borde que facilitaba la irrigación de los huertos inmediatos.
Por sus dimensiones y cronología el paralelo más cercano de la alberca de Dar al-Hana es la de la Menara (198 x 195 m), obra también de origen almohade. Ésta última presenta contrafuertes de esquina más desarrollados y otros menores dispuestos en los lados este y oeste que no existen en la de Dar al-Hana. Otras albercas más pequeñas, localizadas en la llanura de Tasltante en mayo de 2013
La alberca de Dar al-Hana garantiza la disponibilidad de agua durante todo el año en las zonas de la finca situadas al norte de ella, siempre que su aprovisionamiento funcione adecuadamente, algo que debe tener lugar durante el invierno. El Agdal, tal como lo conocemos, no podría existir sin ella. La supervivencia de las especies arbóreas más resistentes, los olivos, exige en este medio que se rieguen al menos una vez al mes en la época de estiaje, entre marzo y octubre ambos incluidos, como estipulaba el contrato de arrendamiento entre las autoridades del Protectorado y el arrendador de la finca en 1922 (El Faïz 1996: 60).
El papel que desempeña la alberca dentro del conjunto de Dar al-Hana no se limita al aspecto funcional. Tiene una gran importancia compositiva en el proyecto arquitectónico y constituye el elemento central del complejo palatino de Dar al-Hana, en torno al cual se articulan tanto sus edificios como las zonas de cultivo. No cabe duda de que su enorme tamaño, su imponente construcción y la equilibrada distribución de las edificaciones de su entorno constituían motivo de ostentación y causaban gran asombro a sus visitantes, como sigue sucediendo hoy. La gran alberca estaba cargada de connotaciones estéticas, lúdicas y simbólicas.
La presencia de diversas estructuras arqueológicas adosadas al frente oriental de la gran alberca aporta algunos datos acerca de la antigüedad de sus alzados exteriores. Lo descubierto son muros de tapia rica en cal que delimitan un cuadrado perfecto de 14,5 m de lado, emplazado en el eje director que cruza Dar al-Hana de este a oeste (Figs.
Puede establecerse un paralelismo entre estas estructuras y la fuente existente en el costado oriental de la alberca de la Menara, aunque en este último caso la fuente está integrada en una doble escalinata de acceso al andén de la alberca.
Se trata de una obra sencilla, de planta rectangular, con unas dimensiones de 20,30 por 5,50 m, consistente en una crujía cubierta por tejado a un agua. Está adosada a la cara interna de la tapia de cierre de la antigua residencia meridional, en su ángulo nororiental. Su función es la de contener la barca con la que el sultán navegaba por la alberca. Se conservan todavía los restos de una antigua barca, incluida su maquinaria de vapor. Probablemente sea la única intervención constructiva de carácter recreativo realizada por los alauíes en Dar al-Hana.
Se sabe que en 1577 el sultán ´Abd al-Malik I, estando en su palacio de Dar al-Hana, le mostró al embajador Hogan "sus caballos y otros objetos de valor que tenía por su casa" (Hogan 1918: 245). A este dato hay que añadir la información proporcionada por otro texto de 1677 en el que se habla de los alardes y escaramuzas que tenían lugar en un campo en las inmediaciones del palacio (Da Silva 1864: 108). Las caballerizas eran una necesidad de la vida cortesana.
Este gran edificio, una de las mayores construcciones de la finca, se ubica en la esquina nororiental de Belfkih, en las inmediaciones del recinto de Dar al-Hana. Presenta un volumen prismático de planta rectangular con unas dimensiones de 44,8 por 54,8 m. El espacio interior se organiza en una batería de nueve naves paralelas cubiertas con bóvedas de cañón realizadas íntegramente en ladrillo (
La comunicación directa con el palacio se haría a través de un pasillo abovedado que parte de la esquina noroccidental del edificio, a modo de apéndice; allí se ha localizado un vano de acceso cegado posteriormente (
Se aprecian como mínimo dos fases en su construcción. La primera se caracteriza por el uso de potentes fábricas de tapia, en los muros este, sur y oeste de la envolvente exterior, y en el machón mencionado (a). Éstos pertenecerían al edificio fundacional, presumiblemente saadí, que posteriormente fue amortizado con el trazado de las bóvedas y los muros interiores, en fábrica de ladrillo. Esta segunda fase puede datarse con bastante precisión gracias al hallazgo de improntas, realizadas en fresco, de faluses acuñados entre los años 1863 y 1873 durante el reinado de Muhammad IV (
Actualmente es un gran almacén polifuncional en el que se guardan todo tipo de maquinas y aperos destinados al mantenimiento de la finca.
Los resultados de los trabajos de investigación que hemos realizado en el Agdal de Marrakech y en la llanura de su entorno han permitido avanzar en el conocimiento de la finca. A continuación presentamos de manera concisa las conclusiones a las que hemos llegado:
La prospección arqueológica de la llanura de Tasltante, inmediata al Agdal, ha permitido localizar en el entorno de Marrakech un paisaje periurbano salpicado de fincas entre las que se encontraban la Menara y el Agdal.
Todas ellas, incluida el Agdal, seguían un mismo modelo organizativo y un mismo patrón de implantación. Además tenían una serie de características comunes: emplazamiento extramuros; existencia de una red hidráulica; presencia de al menos una alberca; tenían una clara función productiva y residencial; su diseño solía ser regular; disponían de una cerca perimetral y estaban asociadas al majzén y a las élites urbanas.
De entre todas ellas, la única finca que ha llegado viva conservando su coherencia tipológica ha sido la Menara.
Tanto la ciudad palatina (la kasba) como la finca del Agdal fueron diseñadas como parte de un mismo proyecto califal emprendido por Abu Ya´qub Yusuf.
La finca del Agdal se implantó frente a la kasba almohade, siguiendo un eje norte-sur, que venía a sustituir el anterior eje este-oeste, compuesto por el antiguo alcázar almorávide y la Menara.
La finca del Agdal se emplazó a una distancia de 1 km de la kasba almohade, aunque la puerta septentrional de su área palatina (Dar al-Hana) quedaba más alejada, a una distancia de algo más de 2 km.
El límite norte de la finca almohade debió de coincidir aproximadamente con la ubicación de Dar al-Bayda, mientras que el frente sur bordeaba el recinto del Dar al-Hana y su edificio residencial. Los límites oriental y occidental coincidirían con los actuales. Consideramos que la antigua muralla localizada bajo parte del frente occidental de la muralla exterior pertenece a la fase fundacional.
La finca almohade sufre un periodo de decadencia tras el traslado, en 1244, de la capitalidad a Fez.
El recinto amurallado de Dar al-Hana encierra el área palatina, espacio diferenciado dentro de una finca más extensa que las fuentes escritas describen unánimemente como inmensa. Allí es donde mejor se han conservado los elementos tipológicos y estructurales de la finca fundacional, aunque su materialidad es mayoritariamente saadí.
El conjunto palatino estaba presidido por un gran edificio residencial, emplazado en su extremo meridional. Éste sobresalía hacia el sur, proyectándose hacia el exterior a modo de apéndice. A él pertenecerían tanto las estructuras conservadas en el interior del edificio actual como los restos arqueológicos conservados en las inmediaciones.
El complejo palatino presenta un proyecto arquitectónico unitario y de gran coherencia interna, que somete tanto la organización general del conjunto como la particular de cada uno de sus elementos a un elaborado trazado basado en los principios de axialidad, ortogonalidad y simetría.
Estos principios, heredados del proyecto almohade, son extensibles al conjunto de la finca, y se mantienen en los sucesivos procesos de transformación y crecimiento que ha experimentado tanto hacia el norte, hasta ponerse en contacto con la kasba, como hacia el sur.
En su momento de mayor expansión el Agdal alcanzó una superficie aproximada de 528 ha, incluyendo la zona meridional denominada Agdal Barrani, hoy segregada del conjunto.
La finca almohade sufre un periodo de abandono tras el traslado, en 1244, de la capitalidad a Fez, que supuso su abandono y la ruina de la casi totalidad de sus construcciones.
La dinastía saadí emprende una restauración a gran escala del Agdal, respetando en gran medida el trazado almohade pero construyendo de nueva planta la mayor parte de sus edificios y los recintos amurallados.
En época alauí se produce un crecimiento y revivificación de la finca, que atiende mayoritariamente a los aspectos productivos. Las funciones palatinas se desplazan al nuevo complejo áulico de Dar al-Bayda, en detrimento de Dar al-Hana.
En su momento de mayor expansión el Agdal alcanzó una superficie aproximada de 528 ha, incluyendo la zona meridional denominada Agdal Barrani, hoy segregada del conjunto.
Al menos, desde la restauración alauí la finca quedó dividida en once parcelas, que necesitaban de una cierta gestión coordinada debido a que dependían de una red hidráulica compartida.
Se detectan, a grandes rasgos, dos tipos de parcelas, diferenciadas por su tamaño, su compartimentación interna y el tipo de cultivo a que estaban destinadas. Las situadas en la zona occidental, excepto la de Haj Lahcen, forman una banda homogénea, con cuadros de cultivo de menor superficie, donde se concentraban los cultivos con una elevada demanda de agua.
Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de investigación titulado "La arquitectura residencial de al-Andalus: análisis tipológico, contexto urbano y sociológico. Bases para la intervención patrimonial" (HAR2011-29963), cuyo investigador principal es Julio Navarro Palazón. Forma parte del Plan Nacional de I+D+i y se enmarca en el VI Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica 2008-2011.
La prospección arqueológica que ha dado lugar al presente trabajo es parte de un proyecto más amplio denominado "Proyecto de restauración del jardín del Agdal de Marrakech" encaminado a la recuperación integral del sitio. Fue auspiciada por la Fundación de Cultura Islámica (FUNCI), con la participaron de las siguientes administraciones marroquíes: Comuna Urbana Mechouar-Kasbah, Región de Marrakech-Tensif-El Haouz y el Institut National de la Recherche Agronomique du Maroc (INRA).
El equipo de investigación ha estado compuesto por los siguientes miembros: Julio Navarro Palazón (arqueólogo) director del grupo; Hamid Triki (historiador) responsable de la revisión sistemática de las fuentes escritas; Manuel Pérez Asensio y Paula Sánchez (arqueólogos) encargados de los análisis y de la caracterización de las murallas; José Manuel Torres (arqueólogo) responsable de la prospección hidráulica y colaborador con Hamid Triki en el análisis de las fuentes escritas; Fidel Garrido (arquitecto), Juan Luis Benítez (arquitecto técnico), Juan Antonio Hernández (delineante y fotógrafo) y Manuel Rodríguez (estudiante de último año de arquitectura) se ocuparon de los trabajos de documentación arquitectónica.
Todos los planos y levantamientos que acompañan al texto son inéditos y han sido elaborados por el equipo responsable de la prospección. Las restituciones infográficas son fruto de los levantamientos realizados en campo.
Nota sobre transcripción de términos árabes: los topónimos se transcriben siguiendo el uso marroquí más habitual; para los términos técnicos y las citas de textos se ha elegido la opción más próxima posible a la fonética de la lengua española, evitando el uso de signos diacríticos y la indicación de las vocales largas.
Puede establecerse un claro paralelo entre el Agdal y las conocidas "Huertas del Rey" que abundan en la toponimia de la península ibérica, a menudo herencia de las grandes fincas palatinas de época islámica.
Este estudio fue vuelto a publicar con ligeras variantes en una edición bellamente ilustrada (El Faïz 2000a); un extracto de los pasajes específicos sobre el Agdal se publicó ese mismo año en italiano (El Faïz 2000b). En 2007 se publicó en inglés parte del mismo texto (El Faïz 2007). Dada la similitud existente entre los cuatro textos, en adelante se citará la publicación de 1996, origen de las otras tres.
El término
Al-Idrisi terminó su obra a mediados de enero de 1154, aunque se sabe que hizo algunas adiciones posteriores (Al-Idrisi 1968: 4).
Según Deverdun una
Las ruinas de Qasr al-Hadjar o Dar al-Hadjar se conocen gracias a las excavaciones arqueológicas realizadas en las inmediaciones de la mezquita Koutoubia en época del Protectorado. El primer oratorio almohade se construyó sobre parte de este palacio almorávide (Meunié
Fue este califa el que en 1163 trasladó la residencia palatina desde el Qasr al-Hadjar hasta su nueva localización al sur de la ciudad, en un lugar llamado Al-Saliha donde existía una gran huerta extramuros de época almorávide. Allí fundó una ciudad palatina que conocemos hoy día como la kasba de Marrakech (Ibn Idhari 1985: 174, 186, 230; Huici 1953: t. I 97-98, 122, 207).
Al-´Umari utiliza para Marrakech fuentes que se remontan siglo y medio atrás, hasta el año 1160 (Gaudefroy-Demombynes 1927: 179 n.1).
La milla equivale a 1995 m. Las medidas que da Al-´Umari son imposibles.
La braza equivale a cuatro codos. Se acepta generalmente que el codo
Este tipo de edificios, al no tener carácter de residencia permanente, no contenía dormitorios ni cocinas.
La versión castellana que se ofrece aquí está basada en la traducción francesa realizada por Hamid Triki en el marco de la presente investigación.
En árabe marroquí una
La descripción que hace Al-Fishtali de los palacios de la kasba y de la Masarra no ha sido nunca objeto de análisis detallado. Véase Mouline (2009: 139-148) para una síntesis útil en la que lamentablemente se deslizan errores importantes, como confundir la localización del Jardín del Canal (
Esta acequia es en realidad la construida por los almohades a mediados del siglo XII, cuyo uso recuperó Al-Mansur. La confusión de De Saldanha puede deberse también al hecho de que en esta época se efectuó la traída de aguas de la acequia El-Bachia, que confluía con las aguas de la Tassoultant al sur de Marrakech (véase apartado 6.1).
En 1916 el número de olivos de la finca era de 29.227, el de naranjos 9.851 y el de granados y otros frutales 11.717; para 1940 las cifras han descendido ligeramente: 29.000, 9.800 y 10.000 respectivamente (El Faïz 1996: 30, 35).
Morsy (1983) hizo una traducción al francés de la obra de Pellow, acompañada de una valiosa introducción.
Sobre la Asarag de la kasba en época almohade y saadí véase Deverdun (1959: 222-224 y 387-388). Entre los Seksawa, el
La comitiva de la embajada procedía de Safi y se acercó a Marrakech por el noroeste. Una vez en las afueras bordeó las murallas occidentales de la medina y la kasba para acceder al Agdal a través de Bab Ighli, pasando por el Gran Méchouar. Allí fueron saludados con tres salvas de cañón. En la esquina sureste del Gran Mechuar existe todavía un edificio que era utilizado como almacén de guerra de las piezas de artillería del sultán.
El metical (
La solución parece haber sido solamente temporal, a juzgar por una revuelta de los Mesfioua de 1859, no recogida por las crónicas oficiales. Fue desencadenada por la imposición del majzén, al menos desde 1852, de cerrar periódicamente, entre abril y septiembre, todas las acequias situadas en el rio Ourika por encima de la acequia estatal de Tassoultant, con objeto de aumentar el débito de esta última. Los incidentes terminaron con el arresto del líder de los Mesfioua y otros miembros de la tribu, que intentaron evadirse; la guardia mató a veinticinco de ellos e hirió a cuarenta y cinco. Las cabezas de los muertos fueron colgadas en la plaza de Jmaa al-Fna. El episodio fue analizado por Pascon (1977: 170-172) a partir de los archivos familiares de un caid de los Ourika.
Al-Nasiri explica así su estimación de fechas: "Comme nous n´avons pas trouvé dans toute cette période rien qui nous permette d´établir les dates, nous avons rangé les faits dans l´ordre que nous ont inspiré la réflexion et l´examen" (Fumey 1907: 119).
Se excluye de este recuento la parcela del Agdal Barrani que no fue colonizada con los mismos criterios que el resto del Agdal.
Un estudio de este edificio como parte de una instalación industrial para la fabricación de pólvora puede verse en Navarro
La primera noticia de trabajos en el palacio en esta zona data del reinado de Muhammad III, a mediados del siglo XVIII. Fue ampliado por Hassan I en el último cuarto del siglo XIX.
Éste es el sistema empleado en varios puntos de las murallas del Agdal para hacer entrar o salir el agua del recinto.
En la fotografía de 1917 se observa una calva en el lugar, que podría explicarse por la proximidad del pavimento del vaso en el subsuelo.
Habus, sing. habis, donación religiosa inalienable.
Según Benbiba (1987: 41) en 1970 existían 650 jattara/s, 150 de ellas abandonadas.
El recorrido de la acequia Tassoultant fue modificado en época colonial para hacerla llegar más directamente a la llanura de Tasltante y alejarla en lo posible de las acequias tribales. Esta acequia se conoce con el nombre de Tassoultant Majzén y también con el de Rumia, que delata su origen (
En la actualidad es imposible reconstruir estos circuitos. Lo impide la urbanización contemporánea de la kasba y del barrio de Berrima. Dar al-Bayda, por su parte, tiene el acceso estrictamente regulado y solo se han podido identificar los restos de las conducciones que se dirigían hacia ella, visibles al norte del sector Zahiria y al noroeste del sector Belhaj.
El estudio de Braun (1974) sobre las
Deverdun (1959: 226) ya comentó la relación existente entre la información de Al-´Umari y las albercas abandonadas de la llanura de Tasltante.
Al exterior de la Puerta de Al-Saliha (que estuvo situada al sureste de la medina, entre la Puerta de Agmat y la kasba almohade) también había cementerios y jardines (
Como señaló Huici, la fecha de 1148 que ofrece el texto para las cifras de producción es imposible, ya que el huerto fue creado en 1157. Sin embargo, no hay por qué dudar de ese montante, revelador de la importancia económica que tenían tanto el cultivo del olivo como el de los frutales.
El cementerio está asociado al mausoleo de Sidi A´mara, obra de ´Abd al-Rahman (1822-1859) según una inscripción recogida por Deverdun (1959: 534, n.47).
Deverdun recogió esta información en 1949 del testimonio de un viejo albañil y del guardia de la Sqallat al-Mrabit, el bastión situado en el extremo suroeste del barrio de Sidi A´mara (Deverdun 1959: 529 n. 30)
Actualmente no existen evidencias superficiales de esta refacción. La cota del terreno circundante ha sido elevada y ha enterrado los restos de la muralla anterior, visibles a principios del siglo XX.
La zanja fue excavada con maquinaria pesada en los años 80 para construir un pasadizo subterráneo de acceso al edificio residencial de Dar al-Hana, que en aquellos momentos estaba siendo rehecho. Se trata de una trinchera de 2 m de profundidad y unos 40 metros de longitud. Tras el desbroce y el examen de los cortes se identificaron un elevado número de estructuras arquitectónicas que habían sido seccionadas, algunas de ellas de gran porte (Fig. 6).
Noticia publicada en la Gazette de France del 5 de noviembre de 1631 (sin paginar). [en línea], http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/cb32780022t/date1631.
Traducción: "Sobre la terraza en la que estoy […] veo la cara de las piedras talladas [
Este esquema es el mismo que observamos en el Generalife, usando el canal de agua como elemento vertebrador de la composición.
Noticia publicada en la
Casos similares de salones con doble apertura tanto a un patio cerrado como a una gran alberca los encontramos en la almunia omeya al-Rumaniya (a. 973) de Córdoba, y en el gran núcleo residencial de Dar al-Bahr, o Palacio del Lago, de la Qal’a Bani Hammad, construida por la dinastía hammadí entre 1007 y 1105 en la actual Argelia.